Una vez mĆ”s, la libertad de las personas queda regulada en función de los tintes ideológicosĀ en el que estĆ© situado el acto en cuestión, en este caso, la āGestión Subrogadaā. Desde hasta donde conocemos de la historia, todos los grandes filósofos, juristas y pensadores, no han dejado de clamar que en toda sociedad hay un espacio pĆŗblico y un espacio privado. Lo privado siempre se ha considerado sagrado y la intromisión en el mismo por muy poderoso que pudiera ser el infractor, en el mejor de los casos, se ha considerado un abuso, reconocido o no. Desde hace unos aƱos y por razones que a dĆa de hoy, no alcanzo a comprender, el intervencionismo pĆŗblico no deja de crecer,Ā estĆ” devorando incluso los espacios mĆ”s Ćntimos entendidos hasta hoy, llegando a legislarse incluso el acto sexual entre personas, donde no cabe mayor intimidad. Ya con anterioridad, ha habido infinidad de intromisiones de todo tipo en lo privado, admitidas solo por elĀ conformismo que hoy padecemos y por haberlas establecido de forma gradual.Ā
Hoy la Prostitución no es ilegal, independientemente que sĆ lo sean, los actos obligados a los que se pueda someter en algunos casos, a las mujeres en el ejercicio de la misma: Actividades derivadas del proxenetismo etc. El Aborto hoy, de igual manera, es legal (ā¦). El ofrecer la capacidad orgĆ”nica de nuestro cuerpo, para hacer funciones en muchos casos que no gustan o de escaso reconocimiento social, que incluso nos puede desagradar, que pueden provocar un deterioro fĆsico importante a corto o a largo plazo por requerir un esfuerzo importante,Ā y siempre a cambio de un salario de lo mĆ”s bajos, eso tambiĆ©n es legal.
Por el contrario, la gestación subrogada, prestar el vientre ya de forma altruista ya a cambio de una remuneración económica para que se desarrolle un hijo que no se ha concebido, estĆ” prohibido. SegĆŗn los juristas esta prĆ”ctica atenta contra la dignidad de la mujer, ya que su cuerpo, se utiliza como materia prima para fines económicos. Sin embargo, estos mismos juristas al parecer,Ā nada tienen que decir cuando una mujer, arrienda su cuerpo a terceros para disfrute sexual. La situación, es exactamente la misma pero, el trato desde el punto de vista ājurĆdicoā es de contradicción.
No deja de sorprender que mientras el pensamiento oficial y sus voceros gozan del mejor refrendo mediÔtico en el tema del aborto al dar toda legitimidad a la titular: Es mi cuerpo yo decido, la disposición de ese mismo cuerpo para crear vida, cobrando o sin cobrar, estÔ prohibido.
A pesar de la evolución de la sociedad, hacia nuevos modelos familiares en los que hay una división social muy importante, lo que da lugar a que se pueda cuestionar la eficacia de las normas que le dan cobertura -en muchos casos, sustentadas desde la repercusión mediĆ”tica, tutelada por los que impulsan estos nuevos modelos-Ā lo cierto es que los matrimonios entre personas del mismo sexo -veinte aƱos ya, mĆ”s de una generación, desde que fue aprobada la ley-Ā solo se sitĆŗan en el tres por ciento del total, y ello, a pesar de que las clĆ”sicas uniones entre hombre y mujer, cada vez en mayor nĆŗmero, renuncian al reconocimiento legal del mismo.Ā
En los Ćŗltimos aƱos han surgido muchas iniciativas legislativas para regular la maternidad subrogada pero, que no han prosperado. En general, buscaban delimitar el espacio de una posible regulación, a las tĆ©cnicas de reproducción asistida, lo que conllevarĆa, que solo se beneficiarĆan las mujeres o las parejas heterosexuales. Pero, tambiĆ©n se abrĆa la posibilidad de ampliarlo a las parejas homosexuales.Ā
Esto Ćŗltimo, seguramente enmascara la verdadera razón para que esas iniciativas legislativas no prosperaran, y probablemente, y porque asĆ debe de ser (ā¦); Porque los futuros derechos del niƱo, deben estar muy por encima de los de sus futuros tutores. Es muy posible, que estas sean, las verdaderas razones para que aquellas iniciativas legislativas, no prosperaran y no, por los problemas Ć©ticos Ā y de afectividad que pudieran suponer para la madre de alquiler, en los que se esconden los juristas.
El “es mi cuerpo yo decido” sonaba vomitivo cuando se trataba de decir no a ser pinchazo con oxido de grafeno. En ese caso era algo horrible tener la capacidad de decidir sobre el cuerpo de uno.
Esta sociedad esta hecha por psicópatas para subnormales porque hay que ser muy retrasado para ver normal el gran absurdo en el que vivimos.