Cuando J. Ortega y Gasset propuso una nueva división territorial Autonómica del Estado español, no advirtió las líneas maestras trazadas previamente durante siglos. España aparecía sobre el mapa de la circunstancia de su tiempo sin los héroes de la conquista americana, como Hernán Cortés y otros. Héroes olvidados y distorsionados por la Leyenda Negra, por una gigantesca difamación como nunca antes hubo en ninguna parte del mundo. Sin saberlo, Ortega fue un ilustre Español sin España, víctima de una fantasmagoría destinada a abonar, paradójicamente, terreno contra la unidad geopolítica española. Solo, al final del franquismo, un ministro de Franco se percató e insistió en que no constara en la nueva Constitución el término nacionalidades. Suárez no le hizo caso. El asturiano Torcuato Fernández Miranda, olvidado, fallecería poco después en Londres.
Las consecuencias fueron terribles. Los ingleses, geniales artistas de la propaganda y la fragmentación de pueblos y naciones, consiguieron inculcar, a cientos de generaciones, que la conquista española de América fue un gran genocidio. Lo fundamentaron en fray Bartolomé de las Casas, un vil dominico que nunca pudo probar nada de lo que escribió.
Los ingleses aprovecharon las ambiciones políticas de los españoles americanos. Los armó, les envío mercenarios europeos y, en cómodos plazos, consiguieron que el trabajo sucio lo realizaran ellos, los “libertadores”. El más destacado fue Simón Bolivar, héroe de la independencia hispánica. Un héroe que sin piedad ni escrúpulos violó, mató, robó a miles de españoles peninsulares que habían sobrevivido. ¿Y cuál fue la reacción del Español sin España? Levantarle catorce estatuas o monumentos en varias ciudades españolas. El más singular de todos pervive, desde 1983, en Oviedo, en el barrio del Campillín. Singularidad esculpida en sus ojos de odio o tal vez de temor, que miran hacia el barrio del Postigo, allí próximo, donde había nacido el comandante José Tomás Boves que siempre lo derrotó. En sus Escritos sobre España, Carlos Marx nos describe así una de sus batallas: “después de la derrota infringida por Boves a los rebeldes de Anguita, el 8 de agosto de 1814, Bolivar abandonó secretamente sus tropas aquella misma noche, apresurándose a llegar a Cumaná por caminos secundarios….Boves tildaba a Bolivar como el Napoleón de la retirada” Yo diría el Napoleón de los traidores, porque una vez liberadas las tierras del “yugo español”, se las entregó a los ingleses.
El autor de El Capital, de algún modo ya intuía al Español sin España, pues también escribió: “acaso no haya un país, salvo Turquía, tan poco conocido y erróneamente juzgado en Europa, como España” . Y en referencia al clero manifestó que los curas españoles vivían asustados por las persecuciones devastadoras que los católicos habían sufrido en la Francia revolucionaria. ¿Conocía Marx la matanza de La Vendée? Si tal fuera el caso, Marx, aunque solo fuera bajo forma de quiasmo, sería gran amigo del Filósofo Rancio, porque a este no se le puede negar tanta enjundia como aquel. Basta leer sus cartas contra el jansenismo. Soberbio e ilustre reaccionario fue fray Francisco Alvarado en cuyos discursos antiliberales se ha fundamentado el carlismo sucesorio.
La figura de El Español sin España no es monolítica. Consta de varios niveles cada uno de los cuales se proyecta, en parte, sobre los otros. Propongo tres: el identitario, el igualitario y el émulo. El identitario posee dos extremos que van desde el asesinato hasta el independentismo, el igualitario, desde el igualitarismo descentralizador hasta el mito de la etnia y el émulo, desde el oportunismo, con frecuencia bien subvencionado, hasta la doblez de sus acciones: calla con quien calla, canta con quien canta.
En el caso, como el de Ortega y Gasset, sumidos estamos todos los españoles, estamos y estaremos hasta la agonía. La Moncloa, de manera explícita o no, ha apoyado y apoya a la Agenda globalista, lisológica, de 2030. España, encadenada a la política de la UE se ha desindustrializado. Poco a poco campos y negocios caen en manos extranjeras. Perseguida por una deuda pública pronto irreversible, con un Puigdemont protegido por las leyes de Bruselas, traicionada por los servicios de inteligencia el 11 de marzo de 2004, España ya no es una nación independiente, es un negocio de grupos de presión norteamericanos.
Cuando terminé de escribir el Español sin España en cada estrofa había un incendio. Tuve que rebajarlo con agua y con cierta serenidad socrática. Serenidad ante la cicuta. No fue fácil pues el poeta pertenece a la Piara de Epicuro, no finge virtud en los salones estoicos.
EL ESPAÑOL SIN ESPAÑA
Al nevar en la ciudad
cambian tanto las costumbres
que uno solo y muchedumbre
se igualan en soledad.
Cuando noviembre es abril,
la nieve nunca consiente
otro tiempo diferente,
rojo, amarillo o añil.
¡Oh, invierno intemporal
donde la roca tirita,
salvo alguna estalactita
por vivir en la oquedad.
Una intensa baja lluvia
de la calle se apodera..
y la gente chapotea
hasta refugiarse en una
blanca masa que se muda
cuanto más lejos se va,
todo parece flotar..
con la primavera viuda,
entre pétalos de paz
y la avispa de la duda.
No hay futuro en la mañana
solo nieve con más agua
que la guerra nos declara…
en ella encuentra lugar
el español sin España
que como la nube pasa
y nos pinga soledad…
Hay lluvias que siglos duran
y de otra forma diluvian
para jorobarnos más.
Después de mucho tronar:
¿quién ha de abrir un paraguas
sin que el pantalón o enagua
no tenga miedo a empapar?
Está triste la ciudad,
pero las rosas del ático
en noviembre son de un plástico
alegre y primaveral.
Ya se han llevado el trigal
de las maduras espigas,
volverán hechas harinas
en manos de otro costal.
Con la lluvia un gen de soja
penetró en las legumbres,
les cambiaron las costumbres
y el agua ya no las moja.
Los arroyos, los aludes
se han quedado sin sus cauces,
solo el llanto de los sauces
se arremansa en los azudes.
¿Cuándo se llevará el agua,
todo lo que desengaña?
La nube sólo divaga.
Dadle una red y una caña,
no un cuento ni una saga
al español sin España..
y si la historia se alarga
y más la nieve la empaña,
derretidla con la llama
de la vida que reclama,
nunca quema y acompaña.,,
mas si prende, de algún modo,
no la apague más quien es
por abolengo un francés,
por campechano, de todo.
Llueve en la ciudad y el agua
de la lluvia más común,
ha levantado una estatua
a la gloria del betún.
Estamos totalmente de acuerdo todo el mal de nuestros llega de la Masonería britanica,y de esos clubes de gente verdaderamente megarica y perversa.Con todo ello,y aunque intentasen destrozar la España geográfica,siempre pervivirá el espíritu español,todo lo español…comenzando por el idioma.
Viva España!.