Qué tiempos aquellos

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En el autobús iban dos señoras jóvenes diciendo una a la otra: he estado a punto de que me tropezará con una joven que iba en un patinete al salir de casa, el instinto me hizo saltar y echarme hacía atrás para que no me atropellara. La señora seguía hablando y hablando: fue tal susto que le di a la joven del patinete que se estrelló con uno de los coches que estaban aparcados en la calle. Aquello me dejó embelesado de ver cómo y con aquella charla, la veía nerviosa y alterada.

Qué tiempos aquellos de nuestra juventud.  Hoy en día, nos vemos atropellados y otros casos nos dejan con el alma en un suspiro. Cierto día, no hace mucho, salía de una emisora con mi señora, de una entrevista que me hicieron para hablar de un libro mío, al ir a coger el coche, vimos a una pareja que estaban echados en la parte delantera de mi vehículo, llevaba las lleves en mano para abrir la puerta, cuando el joven que estaba arriba de aquella chiquilla me dijo: ¿pero, es que te vas a llevar el coche?  Pues sí, hijo mío, me lo voy a llevar. Le dije ni corto ni perezoso, como el que no quiere la cosa. Este novicio del sexo nos dijo, puesto que mi señora estaba delante: ¿Tu no has f…… nunca en un coche?  Pues sí, le dije. Pero dentro del coche, se lo avisé con voz clara y contundente.

No hace mucho estaba yo montado en el autobús, cuando en una de las paradas se subieron algunos jóvenes, entre machos y hembras. Uno de los jóvenes llevaba la camisa sobre el hombro, eran estos días atrás que hiso mucho calor. El conductor al verlo le dijo ponte la camisa. Al no hacerle caso el chofer le dijo, si no lo haces llamo a la policía.  Detrás de mí, se escuchó una voz que dijo: ¿y yo me tengo que tapar?  Miré hacia atrás, lo mismo que hicieron las demás personas, una de las jóvenes que iban con aquel desvergonzado de antes, se había desabrochado la camisa, como no llevaba sujetador, se le veía la desnudez de cintura hacía arriba acariciándose los senos con ambos manos.

Qué tiempos aquellos de nuestra juventud.  Bien es verdad que los tiempos cambian, las costumbres nos traen tiempos modernos. En los cines de verano, antaño, de joven, íbamos al cine Zarco de Córdoba, cierto día los cuatro amigos al salir del cine, vimos una ventana abierta a la calle, con un porrón de agua, los cuatro ni cortos ni perezosos y con el calor que hacía cogimos el porrón, por cierto, de agua fresca y nos la bebimos. Los dueños de la casa aquella estarían durmiendo. Otro día al salir del mismo cine aquel bucaro nos estaba esperando con el agua fresca. Con la sorpresa de que aquel porrón de barro estaba lleno de meaos, es decir, de orina fresquita cosa que, nuestro adelantado amigo después de la primera traga la echó a la calle, las vecinas que estaban al acecho salieron con las escobas detrás de nosotros. 

La verdad de todo esto es que, las personas,  hemos cambiado para peor, es que, estamos metidos en un cenagal de podredumbre, donde les hemos estado consintiendo a nuestros hijos y nietos una mochila llena de barbaridades, inclusive aún hay cosas peores que las anunciadas anteriormente, donde por cierto, creo que son aisladas, pero esto no deja de ser monstruoso y falto de valores, dejando a esta juventud sin conocer la decencia, las buenas costumbres, dejándoles una libertad, perdiendo el respeto  a sus mayores e incluso a ellos mismos.

Los problemas de la juventud se esta agravando, el consumo de drogas, el acceso a las nuevas tecnologías, hacen caer en los padres, estos no saben ser padres, Nosotros los mayores nuestros padres han velado siempre por sus hijos, lo mismo que nosotros por los nuestros. donde el sentido común ha sido arrasado y talado por completo. El caso de todo esto es que, de seguir así, nuestros hijos se subieran encima de nosotros, cosa que se está viendo y nos dirán lo que me dijo aquel gamberro cuando iba a abrir el coche para subirnos. Y…como he estudiado en los salesianos, diré una frase que San Juan Bosco decía: no hay jóvenes malos, sino jóvenes mal orientados. Que bueno era este santo sacerdote italiano, ¿verdad?