Un regalito de Klaus Schwab, el psicópata del Foro de Davos

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“En este nuevo mundo hacia el que nos dirigimos hemos de aceptar una mayor transparencia, incluso diría una transparencia absoluta. El secreto bancario tendría que desaparecer, todo va a ser transparente y tendrás que acostumbrarte a ello y actuar de manera consecuente. Todo esto estará, digámoslo así, integrado en tu personalidad, pero si no tienes nada que ocultar, no tienes nada que temer”. Estas declaraciones son de Klaus Schwab para un canal de televisión suizo, el autor de obras como La cuarta revolución industrial y El reseteo, indispensables para entender los entresijos de los planes satánicos de la agenda 2030. Del mismo modo, como director de Foro de Davos, con la disposición de Christine Lagarde de estudiar el 23 de octubre de este año la instauración del euro digital y la desaparición del dinero físico, forma parte de la estructura dirigente bajo el mandato de los Rotshchild, siendo uno de los más visibles testaferros oficiales de la maravillosa agenda del nuevo orden mundial a través del control de la economía.

Analicemos cada uno de los aspectos de su discurso. La transparencia absoluta se refiere al control absoluto del Estado hacia el súbdito, de modo que éste queda completamente sometido a la publicae rei auctoritas o mandato oficial de los que dirigirán las actuales sucursales económicas de la ONU y de la International Exchange Commission, creada en 1933, según la cual los Estado se convierten en empresas de los Rothchild. Para que la agenda 2030 sea efectiva requiere del control total, de la imposibilidad de ocultar ningún aspecto de tu vida, incluso los más íntimos. Las leyes trans y del sí sólo es sí, así como de protección de la infancia y la adolescencia, todas auspiciadas por Irene Montero, meten las narices en la sexualidad de nuestros hijos, el modo en el que los padres han de reaccionar ante sus decisiones, cómo se practican las relaciones en la privacidad que luego van a ser objeto de juicio en el caso de una denuncia de violación presentada por una mujer, nada sorprendente y como los delitos de odio escudriñan por si nuestras opiniones creasen un atmósfera tóxica hacia la mentalidad oficial de grupos minoritarios. De ahí a que dicha transparencia absoluta afecte a nuestra libertad de pensamiento no falta mucho.

Por supuesto que desaparece el secreto bancario con el fin de esclavizarnos con el dinero, saber en qué lo gastamos y dónde lo obtenemos. Dado que todo será cibernético y guiado por la inteligencia artificial, no hay escapatoria y dependeremos del grado en el que los bienintencionados gobernantes que elegimos cada cuatro años nos dejen vivir o morir, según nos portemos bien o en contra de la buena moral.

Otro aspecto importante, mi estimado lector, es que tendrás que acostumbrarte porque no vas a poder hacer otra cosa. Por mucho que intentes tener tu privacidad, estar con quien desees, hacer lo que se te antoje, permanecer a solas y salirte de tan asfixiante sistema, el Estado, siempre protector y tan bueno, estará protegiéndote contra tus peores deseos. Finalmente, habiéndote rendido a su terquedad y sus amenazas porque no obedeces, tendrás que habituarte a que unas narizotas estén husmeando allí donde te encuentres, del mismo modo que los Rothschild hacen con los bancos e instituciones nacionales e internacionales para ver como lograr su objetivo de imponernos la religión del satanismo, sea como sea… Ya no les basta con crear batallitas como las guerras mundiales o la contienda de Irak, no, ahora te desean controlar y quieren que los veas como tus amigos de toda la vida a quienes les deberás la posibilidad de tu existencia. 

Para ello habrás de actuar de manera consecuente, siempre atento a los cambios de las normas, las cuales se producirán dependiendo del grado en el que la situación traumática de la sociedad lo reclame. Si ocurre una pandemia como la covidiana, tendrás que quedarte en casa, si hay crisis climática, vivirás encerrado en tu ciudad de 15 minutos, si hay un grupo terrorista que amenaza la autoridad del sátrapa de turno, te investigarán por si eres uno de ellos y deseas quitarlos del medio igual que ellos quieren hacer contigo. Ellos decidirán qué es legal y que deja de serlo, sin importar si estás de acuerdo o no, y, por supuesto, tu comportamiento será tan transparente como los peces de colores de las limpias playas del Caribe… Tu libertad dependerá de lo que ellos consideren que es tu espacio y si no desean que tengas ninguno, no hay problema; tendrás que acostumbrarte a que otros metan sus narices en tus asuntos personales como si fueses un retrasado mental.

Todo ello, integrado en tu personalidad, no sólo te hará un sujeto sumiso, sino alguien incapaz de tomar ninguna decisión que no complazca a una suerte de divinidad que te perseguirá por cámaras biométricas desde que sales de tu casa, desde el control absoluto de todas las páginas web que visites, de todo lo que publiques en las redes sociales y de las personas con quienes te relaciones y de tus opiniones políticas. Tu personalidad será la que ellos consideren qué es correcta, prestarás atención a lo que crean que es urgente, no escucharás lo que sea un peligro para su dictadura genocida y pensarás en función de lo que te ordenen. Serás un soldadito al servicio de los más sucios planes del satanismo sociológico y quién sabe si algún día serás uno de ellos, un fiel defensor del mal, del egoísmo, del odio, de la traición y de la muerte si está justificada por quiénes las programan.

Todo ello será maravilloso si, como nos finaliza Klaus Schwab en su cuento de hadas, no tienes nada que ocultar, de modo que no tendrás nada que temer. Te dejarán vivir con la limosna y el bono social, no importa si tendrás cosas o no, porque ellos te harán muy, pero que muy feliz. Pero otra muy distinta es si escondes algún pecadillo a tu santo patrón del Palacio de gobierno, en cuyo caso no sólo estarás vigilado, sino que en cualquier momento te detendrán y procesarán como un disidente peligroso y, si tus opiniones son tan criminales como las que ahora te expreso, puede que crean que formas parte de un grupo terrorista, en cuyo caso te sentenciarán y listo.

Sin embargo, a esta especie de sujeto se le olvida decir que ellos, a cambio, nos contarán sus secretos: cuántos sacrificios practican, cuántos niños mueren, cómo obtienen su ansiado adrenocromo, cuántas personas han fallecido por sus vacunas, cuántos desean que se produzcan, cuándo desean verte completamente esclavizado, qué clase de engaños y tretas van a emplear para convencerte de que son unos santos cuando son discípulos del mismo Lucifer, qué malévolas intenciones tiene tu presidente de gobierno, cómo te engaña y qué puedes hacer para librarte de semejante sarta de psicópatas y delincuentes. Esta parte del negocio no la vamos a ver, mi estimado lector, porque ellos son más inteligentes que tú (o eso creen…), razón por la que no te van a contar ninguna de sus intimidades porque no los entenderías de ningún modo, al ser un tarado (según ellos…), lo cual les da derecho a exigirte que confíes en ellos ciegamente, como si lo hicieses en la divinidad que ahora tienes y que pretenderán sustituir no por ellos, sino por Lucifer.

Todo ello, con un periodista mesmerizado ante el encanto del Sr. Schwab, que, si no nos habla de los hermosos corazones, nos dibuja un mundo en el que lo único que tenemos que hacer es convertirnos en simples estúpidos.

Son estos discursos nauseabundos y llenos mala leche, los que nos han de animar a desobedecerlo y dejarlo en su locura luciferina hasta que arda en su desquiciado y delirante sentido del deber hacia sus amos: los Rotshchild y el mismísimo demonio.

Mientras tanto ya en España surgen normas tan sospechosas como la ley 8/2019, del País Vasco, de 27 de junio, sobre sobre el plan vasco de estadística del Eustal, que modifica el artículo 10 de la ley 4/1986 de 23 de abril, en los siguientes términos: “1. Las personas o entidades que se determinen conforme a lo dispuesto en los apartados siguientes tienen la obligación de suministrar la información a que se refiere el artículo 9 que les sea requerida. 2. La regulación de cada estadística determinará las personas o entidades obligadas a suministrar la información, con independencia de la naturaleza física o jurídica, pública o privada, y de la nacionalidad de aquellas, siempre que tengan o hayan tenido su domicilio o residencia o estén establecidas dentro del ámbito territorial de la Comunidad Autónoma de Euskadi.” La interminable lista de encuestas incluye datos tan curiosos como a qué hora sales de casa, con quién estás y hasta cuándo, qué haces, cuándo estás en casa o no… Un control que por su naturaleza comienza a ser obsesivo. ¿Hasta qué punto están las normas españolas con este deseo delirante y schwabiano?