Un año más, hemos celebrado los cristianos a conmemorar la muerte de nuestro Señor Jesucristo en la Cruz. El olor a incienso la Semana Santa ha vuelto a expresar el sentimiento, devoción con el cofrade y sus penitentes; nos hemos echado la cruz a cuestas bajando del Gólgota, en donde su Madre la Virgen María y los costaleros la han bajado acompañando a su hijo clavado en una Cruz. 

¡Si yo pudiera señora, ser también paso de palio ¡. /Con el oro de mis versos/ todo un poema, tu manto. / Mis dos pies los costaleros/ allá abajo/. Y, mi corazón delante/ como capataz del paso. / ¡Si yo pudiera, señora/ ser también paso de palio! 

 Mi Semana Santa de -niño y adolescente- la estaba esperando día a día, conforme iba pasando el tiempo. En recuerdo de mi abuela Rafaela, desde el cielo me decía que le cantara una saeta al Cristo de Gracia, en vez de entonarla hacia fuera, para mis adentros le tarareaba esta sonata de saetero, en la estrecha calle de Santa María de Gracia al Cristo de Gracia, llamado por los feligreses y parroquianos el Esparraguero: ¡Que se metan los balcones y abran paso las paredes!/ que no va a caber el Cristo, meta sus manos en las muertas paredes/ el Cristo va dormido de amores, me lo despierten. 

La banda de cornetas y tambores originaria del Santísimo Cristo de Gracia, empezaba a anudar mi garganta dejando a su paso el Cristo unas lágrimas hacía ese redentor que miraba con mis ojos hacia arriba, pidiéndole que me perdonase. Allá en San Lorenzo, se volvía oír la voz saetera fundida con mi abuela y al unísono otra saeta llena de martinetes y seguiriyas, mejor dicho, ¿Por qué será que el chisporroteo de las velas deja de chispear cuando se oye una saeta? Martinetes, la voz timbrada de las seguiriyas y dulce, la primitiva de la saeta como si fuese cantada por los ángeles del cielo.             

Y todo el pueblo sale a la calle, cuando en el lánguido y triste atardecer del Jueves Santo, redoblan en la humanidad campanas de muerte. Ella, la Virgen quiere venir hacia nosotros, arropada por el calor de la fe de sus hijos rodeada de cera y flores blancas, y como no, con la noche y el cielo como palio, ¿por qué solo el cielo puede cobijar tanta grandeza? Aún retumba en mi mente el redoble de tambores y los sonidos de las trompetas de aquella noche dando luz la luna llena en aquel paso de Gracia en la plaza de San Lorenzo hacía su Iglesia de los Trinitarios. Dios ha muerto un año más, ya esperamos un nuevo año, esperando que la luz iluminada del redentor nos deslumbre por un mundo mejor. Yo, sigo esperando en la bajada del Gólgota. El sonido de la saeta vuelve tronar en forma de rezo y plegaria, al unísono de la asonancia de sus varales. Dios sigue vivo en todos nosotros.

 

1 Comentario

  1. Hermoso texto y muy sentido.

    Ayer estuvimos reflexionando sobre la Resurreccion y sobre la Ascensión cuarenta días después…habrieron las tumbas y unos Santos también resucitaron…el modo en el que fue arrebatado a los cielos,es tan impactante que no es de extrañar que haya gente que lo asocien a los fenómenos de ufología.Cristo ha resucitado y anda entre nosotros,aunque solo se dejará ver a sus escogidos.

    …..Vigano:
    En la Epístola de la Misa de este santísimo día, en el que celebramos la gloriosa Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo de entre los muertos, el Apóstol nos exhorta a eliminar la levadura vieja: expurgate vetus fermentum.
    El reinicio, la nueva Creación, la nueva Pascua se hacen realidad en Cristo, la Verdad única, imprescindible y eterna, la Palabra viva y verdadera del Padre eterno. El verdadero reinicio es volver a la Verdad de Cristo, de Aquél que dijo de sí mismo: Yo soy el camino, la verdad y la vida. Una Verdad que es, mientras que el error es un no-ser. Una Verdad que exige sinceridad por nuestra parte –in azymis sinceritatis– como respuesta necesaria frente a la luz de lo Verdadero – et veritatis.

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