Esta es la obra póstuma de Stefan Zweig escrita durante su exilio en Brasíl , último país en el que recaló el escritor junto a su reciente esposa Lotte Zweig y donde ambos se suicidaron febrero de 1942. 

Ya desde el prologo , el autor manifiesta el desasosiego que siente desde que abandonó precipitadamente su casa de Salzburgo justo antes de la invasión nazi en marzo de 1938. Desde entonces con el angustioso sentimiento de ser arrojado al vacío, buscó un lugar donde empezar de nuevo, primero en Londres, luego Nueva York y finalmente Brasíl donde ,sin poder encontrar una motivación para reconducir su vida y preso de su amargura, puso fin a sus días. Como testamento literario nos ha dejado esta notable obra que retrata en modo autobiográfico el mundo que vivió Zweig y que desapareció con las sucesivas convulsiones de las dos guerras europeas. Es un libro denso y subjetivo con frecuentes análisis de la realidad que le tocó vivir donde trata las causas de las dos guerras, el ambiente político que se vivía, la situación social , el ascenso del nazismo, los movimientos artísticos más relevantes y toda la relación que tuvo él con esos mundos. 

 Stefan Zweig se define en este libro como austriaco, judío, escritor, humanista y pacifista. Su “mundo de ayer” es el de su Austria natal que por entonces era el imperio austro – húngaro cuya capital ,Viena, junto a París, era un centro cultural europeo de primer nivel. 

 Nacido en una familia rica de empresarios textiles y banqueros, pertenecía a la burguesía vienesa de la Austria del emperador Francisco José I. Una burguesía en su mayoría de cultura judía y que estaba , ya desde el siglo XIX ,completamente integrada en las sociedades civiles de cada país europeo. Zweig nos relata el hecho de que esta burguesía era también un motor cultural de la sociedad vienesa por lo que tenían un reconocido respeto y protección desde la corte imperial. Era un mundo seguro y tradicional que entrado el siglo XX fue desapareciendo ante el empuje del nuevo marco mundial que se planteaba desde finales del siglo XIX.

 Stefan Zweig pertenecía a una generación de jóvenes que vivieron en esta efervescencia de progreso tecnológico ,científico y cultural que iba mucho más rápido que la evolución política de las naciones. Por entonces la influencia de la esfera cultural de la legua germana era extensa y prolífica. El joven Zweig vivió con pasión las nuevas tendencias artísticas orientadas al progreso y se dedicó al mundo literario que marcó toda su vida. Su carácter afable y mundano le llevo a conocer a las principales figuras literarias europeas, así como a personalidades que tuvieron una relevancia histórica indiscutible. 

 Como botón de muestra su encuentro con Theodore Herlz padre del sionismo internacional y que fue el primer editor de sus poemas. Si bien Zweig estaba al corriente de los esfuerzos de Herlz por crear un estado judío, no participó activamente en el movimiento, pues él se sentía , como la mayoría de judíos de la Europa occidental, integrado culturalmente en ese mundo europeo y su judaísmo era completamente secular. Más tarde nos cuenta que fue durante la asistencia a los funerales de Herlz cuando tomó conciencia de la dimensión trascendente de su trabajo al ver a miles de judíos principalmente de la Europa oriental acudir a presentar sus respetos y también sus reivindicaciones al que sería considerado el padre de la patria judía. 

 La pasión por lo culturalmente nuevo y novedoso del panorama mundial era lo que interesaba a los jóvenes artistas de la generación de Zweig. Las modas, el teatro,la ópera, la poesía ,lo estéticamente vanguardista era su mundo intelectual , el de su generación y el cual sentían que les pertenecía y que con todo ello estaban creando algo nuevo para la humanidad. Zweig lo describe como un mundo placentero de elevación espiritual, la excelencia de “lo intelectual” frente a “lo suburbial”. El propio Zweig reconoce que esta actitud pueril les hacia desconocedores de los verdaderos factores que estaban moviéndose en el tablero geopolítico del mundo y que iba a barrer ese “mundo de ayer” optimista y renovador, para sumirlo en una oscuridad de la cual, en mi opinión, aún estamos saliendo. 

 Efectivamente, si Zweig no comprendió en su momento el alcance del sionismo, tampoco comprendió los movimientos obreros del socialismo del cual , por razones obvias se veía excluido, así como del creciente nacionalismo de los pueblos, incluidas las reivindicaciones pangermánicas y sus fatales consecuencias para millones de europeos. Solo cuando sus obras fueron prohibidas por el régimen nazi, comenzó a sentir en su propia carne la tenaza de la discriminación y el odio racial. Sin embargo su visión humanista y pacifista propia de la intuición mística de los artistas le llevó a relacionarse y a posicionarse con la izquierda cultural progresista de la época. Romain Rolland, Reiner Maria Rilke, León Bazalguette,Ellen Key ,Émile Verhaeren, Giovanni Cena,Paul Valery entre otros muchos… Aún así, Zweig se mantuvo siempre políticamente independiente e incluso escéptico frente al socialismo soviético que conoció de primera mano en un viaje a Moscú. En definitiva, su posición fue la de libre pensador devoto de la religión secular humanista.  

 Esta tendencia a vivir su mundo de una manera libre y pacífica, fue fatal para él. La radicalización propia de los conflictos contribuyó a que fuera percibido como alguien no comprometido , perdiendo el apoyo moral de parte de sus admiradores. Todo eso , junto con la pérdida de gran parte de su patrimonio cultural y su prestigio como autor literario le llevó a un estado anímico cuyo desenlace fatal ya conocemos.

 Extraordinario libro de lectura obligada para aquellos que quieran comprender desde un punto de vista muy personal, cómo era ese mundo de ayer, donde no había pasaportes, ni cultura de masas, donde el arte era independencia y compromiso así como las claves de su destrucción , a mi juicio controlada ,para crear un nuevo tablero de juego en el cual todavía estamos inmersos. A veces me pregunto cual hubiera sido la aportación al mundo de este Stefan entrañable si hubiera sobrevivido a su desesperación.