Se anuncian en los mentideros de la -por ahora-, Villa y Corte, los carteles oficiosos de la Isidrada que viene, y ya se sabe que los rumores, no dejan de ser más que filtraciones interesadas, con lo que no tenemos más remedio que dar categoría de oficial, a lo que Plaza 1, dará la pompa y el boato necesario, para certificar lo que es un secreto a voces. Durante la velada del 1 de febrero, derrochando glamur, saldremos de dudas.

Ante los chismorreos he torcido el gesto, porque históricamente, la amplitud de carteles y la variada nomenclatura de toreros y ganaderías, habitualmente dejaban un resquicio a agradables sorpresas. En el pasado, raras veces, me he sentido decepcionado y mira que ha habido empresas, gentecillas, intereses y otras maniobras que recordar no quiero. Sin embargo, lo que se anuncia este año es un hartazgo de, dizque, figuras y toros previsibles. Quizá llevados por la reducción de festejos, los toreros modestos y las ganaderías más apetitosas para el aficionado, se tendrán que acomodar en los meses veraniegos. Desconozco las entretelas de la cosa, pero es que miro de arriba abajo y de abajo arriba y no encuentro eso que, a menudo, hemos calificado, como “el cartel rematado”. Apenas tres o cuatro tardes, prometen emociones sin trampa ni cartón. De hecho, este año voy a hacer muchos amigos, porque me temo que voy a regalar mi abono, al menos, media docena de veces. Se ha reducido el número de festejos, sí, mas no el de los circos, también conocidos como rejoneo, que suele hacérsenos bola a muchos. Tan es así, que hace milenios que no me dejo caer por esas ridículas y abusivas puestas en escena. Lo siento.

Volviendo a la cartelería pedestre, voy a tratar de ser comedido y no voy a llamar a las cosas por su nombre, simplemente recomiendo que cada cual, eche un vistazo al elenco propuesto por la empresa y juzgue en consecuencia. Estoy convencido de que mucho personal, está muy de acuerdo con la oferta propuesta por Simón Casas y Rafael García Garrido.

Ojalá, y cuando mayo vaya terminando, me tenga que desdecir en otro artículo y pedirles perdón a ustedes y a los hacedores de las combinaciones, porque tengo pocas esperanzas. Aunque, qué duda cabe, que veremos grandes momentos, grandes toros, gestas (el hecho de vestirse de luces, ya lo es), salidas en hombros y emociones; pero, a priori, la cosa pinta a decepción.

Por si esto fuese poco, este año, la empresa, en connivencia con la propietaria del coso: la Comunidad de Madrid, ha echado la casa por la ventana y ha liberalizado los precios. Madrid, como plaza de temporada, tiene unas particularidades que naturalmente, no se llevan por otros pagos, pero ahora, con el aguijón de la subida, el que no sea abonado y quiera acudir a menudo, va a tener que pedir un préstamo. No sé a cómo está el kilo de abono venteño en las entidades bancarias, pero me malicio que alguno, va a llegar a la Feria de Otoño, echando el bofe y pidiendo la hora.

Ya se sabe que los aficionados a los toros, somos los seres más desconfiados y melindrosos de todo el orbe, y los madrileños, o por mejor decir, los que frecuentan los tendidos de Las Ventas, que en buen número suelen venir de los cuatro puntos cardinales del planeta, este año tenemos material más que suficiente, para seguir alimentando nuestras sospechas. La pena es que, a la postre con cuarto y mitad de unas verónicas, un quite y un par de banderillas asomándose al balcón, nos conformamos y pasamos el invierno.

Melindrosos y desconfiados, nos dicen: ¡Qué cosas!

 

1 Comentario

Comments are closed.