Relativismo de género

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Según el diccionario, una ideología se compone de un punto de vista acerca de la realidad y un programa de acción para transformar la realidad de acuerdo con esa perspectiva. ¿Existen las políticas de género? Sí. Entonces lo que se nos pretende imponer bajo el eufemismo de “perspectiva de género” es una ideología.

Esta ideología afirma que los seres humanos nacemos como tablas rasas, neutros, en blanco, sin programación mental de ningún tipo por parte de las hormonas ni los genes. Nuestros gustos y tendencias estarían determinados exclusivamente por la cultura, al 100%. Por tanto, podríamos construirlos y deconstruirlos ilimitadamente sin volvernos locos ni violar nuestra esencia/naturaleza, ya que no tendríamos tal… Y, claro, si no hay naturaleza humana tampoco hay Derecho Natural.

La ideología de género, como veis, sería el complemento perfecto del Relativismo Moral, el cual sostiene que no existe una Ley Natural válida para todos los humanos ni un Bien/Mal objetivo, eterno y universal. Tan sólo bienes y males relativos, efímeros y subjetivos. Cada individuo y cada sociedad tendrían sus propios valores, tan relativos como los de los demás, y no habría unos mejores que otros.

Ahora bien, si los seres humanos nacemos neutros, indeterminados y en blanco en cuanto a gustos y comportamientos se refiere, y todos ellos serían igual de válidos, entonces violar niños y comérselos no estaría Mal, sólo bien para unos y mal para otros. Además, el acto de juzgar tales acciones desde un punto de vista moral sería algo erróneo y malvado, un acto propio de intolerantes liberticidas que tratan de imponer su escala subjetiva de valores a los demás… y eso no se puede tolerar.

Para desdicha de los relativistas morales la ideología de género está basada en tres fraudes científicos (el de Margaret Mead, el de Alfred Kinsey y el de John Money) y, por tanto, el canibalismo, la pederastia, el robo y la usura están objetivamente Mal. Y es que en realidad los humanos nacemos con un programa mental escrito por los genes que, en gran parte –no toda−, determina nuestros gustos y comportamientos.

O sea que nacemos heterosexuales por naturaleza y a las mujeres les gusta (por lo mismo) cursar carreras universitarias como magisterio, enfermería y trabajo social. No habría, por tanto, una conspiración heteropatriarcal que reprimiese las tendencias bisexuales propias de una tabla rasa ni forzase a las niñas a escoger actividades peor pagadas que las que escogen los hombres (sobre todo ingenierías).

Asimismo, no es el fantasmagórico CIS-hetero-patriarcado ni la cultura quien nos obliga a tener una identidad sexual/género acorde con nuestros genitales. Noooo: tal correlación es lo natural… (naturaleza que puede ser perturbada por la contaminación de pseudoestrógenos y disruptores endocrinos como el Bisfenol A).

Así lo corroboran el 5º “Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales” (que afirma que el 98% de niños y el 88% de las niñas trans termina por aceptar su sexo biológico al finalizar la pubertad) y el Colegio Americano de Pediatras, quien en su estudio «La ideología de género perjudica a los niños» denuncia que tratar problemas mentales transitorios y pasajeros con cirugía y hormonas es un crimen. 

Lamentablemente, a pesar de las evidencias científicas en su contra, los de arriba están tratando de imponer esa ideología en todos los ámbitos del Estado, desde la educación hasta la judicatura pasando por la medicina, y así el 16-06-2018 forzaron a la Organización Mundial de la Salud a eliminar la disforia de género/transexualidad del catálogo de enfermedades mentales, despatologizándola en su afán por hacernos creer que nacemos neutros como tablas rasas, o sea, por encima del bien y del mal.

Continuando con sus políticas relativistas el 3 de agosto de ese mismo año el parlamento francés presidido por Macron (un agente de la banca Rothschild que fue abusado a los 14 años por la que es ahora su esposa) legalizó de manera indirecta la pederastia en el marco de una ley contra las relaciones heterosexuales: ley Schiappa.

Sumadle a todo ello el caso Dutroux en Bélgica, el de la Casa Pía en Portugal, el de la isla Epstein en EEUU, el de Jimmy Savile en Inglaterra, el de Alcasser en España y otros más que implican a los de arriba en una trama internacional de pederastia.

¿No sería lo mejor para todos esos “amantes de los niños” que el pueblo pensase que todo es relativo, qué el mal es simplemente fruto de las convenciones sociales (como los gustos sexuales y laborales) y que las acciones −lejos de ser buenas o malas− sólo pueden ser legales o ilegales, tal como afirma el iuspositivismo jurídico?

Claro que sí. Por ello intentan hacernos creer que no tenemos naturaleza, o lo que es lo mismo: “que la mujer no nace, se hace”, como cacareaban los existencialistas ateos de Sartre y Simone de Beauvoir y, ahora, sus discípulos Irene Montero y Podemos.

Habría mucho más que decir acerca de esa ideología contra natura y anticientífica que, recientemente, se ha materializado en la “Ley Trans”. Por esa razón he escrito una novela-ensayo que encontraréis en:

https://www.amazon.es/dp/B0BCXF7K43