Resulta grosero y grotesco, a partes iguales, vivir en Espena (antigua España) y empeñarse en seguir siendo español, esa etnia que se ha ido extinguiendo desde 1975 y que a día de hoy sólo existe en el recuerdo, y es vilipendiada a más no poder, al ser considerada como la peor etnia sobre la faz de la Tierra… consideración que surge en nuestro propio país, este entramado de cainitas, psicópatas y oligofrénicos que es la Península Ibérica, salvo Portugal, Gibraltar y Andorra. 

Durante estos 47 años hemos ido observando la transición de un próspero Estado de derecho (y de derechas, obvio, de ahí la prosperidad, la paz social y la armonía) a este factótum de Satán, a modo de abigarrado conglomerado de necios, indoctos y psicóticos que son todos y cada uno de los políticos que en Espena son y de los funcionarios y colaboradores necesarios que los sostienen, especialmente los “caballero-caballero”, los militares, las ONG y los perrodistas. 

La Constitución, ese papel higiénico que, encima, rasca. 

Porque si por lo menos no rascara, bueno… alguna utilidad tendría dicho texto inservible, esa Prostitución, esa génesis del Régimen del 78. Y a fuerza de ver cómo se incumple sistemáticamente, pero todos los políticos y funcionarios la juran y defienden… no nos queda otra que abrir los ojos de la cabeza y dejar de mirar con el que hay entre los glúteos.  

A finales del siglo pasado, cuando superé la minoría de edad civil (la mayoría de edad mental muchos la alcanzamos en la pubertad y la inmensa mayoría de españoles no la atisban ni siendo ancianos) me di cuenta de que este país era un muy mal lugar para vivir, a niveles administrativos, y un muy buen lugar para vivir, a niveles geográficos, culturales y climáticos. 

Muy pronto empezó a darme un poco igual que la división de poderes fuera, en realidad, una multiplicación de poderes de los sátrapas gobernantes y las élites económicas adláteres y coadyuvantes a ellos. Y me dio igual, sobre todo al abandonar la carrera de Derecho en 4º, cuando sólo me quedaba 1 curso para ser un siniestro togado. Corría el año 1999 y podría vivir felizmente si sobrevivíamos al cambio de milenio (recordad el “Efecto 2.000” y sonrojaos de este país). La vida me quedaba por delante, no por detrás como ahora. Eran estos años libérrimos, para quien quisiera ejercer esta condición que jamás debería perder ningún animal. Se podía ser pobre, asumiendo y afrontando las consecuencias de tamaña decisión. 

La división entre pobres y ricos era, más o menos, voluntaria; por lo menos para la gente de mi generación que pese a ser de clase media-baja teníamos todas las oportunidades para ser lo que nuestras potencialidades y esfuerzo quisieran ser. Y si, como en mi caso, no querías entrar en los tejemanejes sociopolíticos, podías echarte a un lado y dedicarte a vivir tocando la flauta en la playa, viviendo en furgonetas, veleros, a la intemperie rural y naturista; trabajando en 1.001 empleos temporales (antes había trabajo, y bien remunerado, hasta debajo de las piedras) y luego dedicarte a viajar o vivir debajo de una higuera que no estuviera en propiedad privada. Y hasta podías seguir estudiando como hice yo en 2 carreras universitarias más. Y vivir siempre en concordia con tu libre albedrío y el respeto a la libertad de los demás y a su propiedad privada. 

Ahora no. Ahora toda la libertad personal sucumbió en pos del interés común (¡cómo sospechar yo al leer “El contrato social” ,que Rousseau podía estar tan, pero tan equivocado. Pero en exoneración del pensador gabacho diré que, en sus tiempos, eso de “motivos sanitarios” era, por suerte, totalmente desconocido). Por dichos motivos lo han prohibido TODO, y mucho antes de la PLANdemia. No voy a relataros lo que todos sabéis, desde la prohibición de pescar con tu caña a la de salir de la casa del banco. 

Pero aun así, y pese a lo gravísimo que es todo esto, a todo hay quien gane. Y el ganador es el actual Gobierno de Espena, sobre todo su parte minoritaria: los tétricos oligofrénicos piscopáticos e inútiles de Podemos. Estos desquiciados que reflejan la nauseabunda mente de varios millones de espenoles – no es cuestión baladí – no sólo se han meado en la división de poderes, sino que se están regocijando en la multiplicación de poderes que anuncié antes. Los más inútiles del Reino (junto a la inutilidad de “la Casta Real”, por supuesto) dominándolo todo y en base al feminismo. ¿Quién podía esperar que todo un país estuviera sojuzgado por un puñado de zorras desquiciadas que odian al hombre, salvo a los que se follan y les hacen hijos como a conejas? ¿Quién podía esperar que todo un país estuviera dominado por ellas y sus aliadEs manginas? 

Estamos viviendo la total destrucción del Estado de derecho y el de bienestar, tornado en “estado del bienestán los castuzos y los advenedizos a esa casta”.

Comprobar que todo el poder Judicial está en manos ya no del comunismo, del ultracapitalismo, del NOM, de la Agenda 2030 – que también – sino de 4 zorras indoctas, sin ningún empleo ni talento conocido… constatar eso es el principal motivo por el cual a mí me da vergüenza atroz ser español. Porque yo estuve en la génesis de toda esta barbarie, la manifestación de Cibeles a Sol que significó el 11M. Porque yo acordé con los organizadores hacer un documental de dicha manifestación, hasta que vi quienes eran los manifestantes y apagué mi cámara y encendí mi asombro y pesimismo antropológico. Y cuando comprobé que decenas de miles secundaban, presencialmente, esa aberración cultural y atrocidad sociopolítica; y millones lo aplaudían desde toda España… cuando comprobé que amigos míos, exnovias y etc. etc. de gente que yo creía solventes cultural y emocionalmente, se unían a esta barbarie y me pedían mi colaboración en sus necedades… cuando vi eso la asolación devoró mi alma. Y hasta hoy. Pese a que jamás pensé que estos chalados oportunistas, lejos de enriquecerse y colmar su estúpido ego, llegarían un día a gobernarlo TODO en este país. Si llego a saber eso, en 2011 hubiera abandonado mi patria para jamás volver, siquiera, a recordarla.

 

2 Comentarios

  1. Ser español hoy en dìa, y no ser un asqueroso parasito que vive de un chiringuito, que de esos hay legion, es peor que tener cancer

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