Siempre me hubiese gustado ser el jilguero que te cante cuando se posa en tu ventana por las mañanitas. Nunca he disfrutado tanto de ver tu reservada figura, siempre has sido el árbol de mi vida. El cual me agarro a él siempre que deseo.

Quisiera participar a mi alma de toda inquietud e incertidumbre de mi espera primaveral, poco a poco va alboreando el día, amalgamada por el silencio de la espera. La paloma risueña de la esperanza volará hacía mí, juventud que aparece y se adosa a tu cuerpo aún en flor. El embrujo de la estación de las flores, te deja azahares y pétalos de tu rosa primaveral.

La tierra que pisas la engendras y la haces reverdecer, para mí ese cultivo me hace también reverdecer, me hace transpirar mejor el verano. Amar en primavera es arrogarse al derecho exclusivo de la vida. Nuevamente he sentido rebullir tus cabellos y sorprendido por el viento de tu rubia cabellera al viento. los he visto revolotear a mi alrededor, como paloma, arrullando a sus pichones.  Ahora huelo una flor y percibo su aroma, miro al cielo y lo encuentro lleno de estrellas relucientes. Hoy he vuelto a ver mi primavera.

Tu figura y la primavera son las flores que van germinando mi existencia, donde bebo el néctar de tus labios, dándome su fragancia y alegría de verte en el umbral de tu gloria. Aún veo tus hermosos ojos soñadores, rivalizando con tus enhebrados dientes. Tu seguirás siendo esa flor que, se hace hembra al verte. Tu flor me atolondra, me aturde con su perfume odorífero y reconfortante. Mis pensamientos son un ensueño de aconteceres vividos, donde la ilusión perdurará y permanecerá hasta la muerte. Tu cuerpo me encandila a todas horas, esas horas no tienen ocaso.

Y que tu aliento

de viento lejano 

se enrede en mi pelo al rozarme. 

Y, emigrar juntos,

pasajeros sin destino

en una carabela, 

hasta perdernos en el infinito.