Nada me hacía pensar que, al comenzar a leer un libro, me diera pie para escribir este artículo al hallar en su contenido, durante el primer capítulo, dedicado a la Monarquía, no a la española o a cualquier otra, sino del régimen monárquico en general; el comportamiento o pensamiento casi mimético, de dos personajes, cuando uno nació en Mayo de 1.469 y el otro en Febrero de 1.972. Como se podrá observar, la coincidencia es notable, por no decir sobresaliente, nada menos que 503 años después. Pero lo que más me sorprendió, aunque ya conocía un poco el pensar político del primero de ellos, fue la analogía entre el obrar del segundo y el pensamiento del primero.

El libro al que me refiero se titula “Escritos morales y políticos”, cuyo autor es Sabino Fernández Campos. Me animó el leerlo el hecho de que D. Sabino no solo fue Conde de Latores, Teniente General honorífico, miembro de Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, de ahí el título del libro al que me estoy refiriendo, miembro de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación, sino también Jefe de la Casa Real del Rey Juan Carlos I.

Sabía de antemano, incluso antes de leer el prólogo de D. Víctor García de la Concha, de la Real Academia Española, que D. Sabino no iba a descubrirnos secretos o entresijos de nuestra actual democracia, desde 1.978 hasta 2.009, fecha de su fallecimiento, sino que basta leer el título de la obra para saber que solo afrontará “cuestiones fundamentales que deben estar de los intereses de personas y de partidos”, como escribe el Sr. García de la Concha, o como el propio D. Sabino, mencionando la opinión de Cervantes, “no todas las cosas que suceden  son buenas para contarlas, y podrán pasar sin serlo y sin quedar menoscabada la historia; acciones hay que grandes deben callarse y otras que por bajas no deben decirse”.

En esta obra, y como él mismo señala en su introducción, prefiere borrar de nuestra mente cuanto de desagradable tuvimos que sufrir, y olvidar desengaños, ingratitudes y calumnias, para guardar, sin embargo, las satisfacciones y momentos felices.

Por el contrario, yo que carezco de la moralidad ejemplarizante, y de otras muchísimas, por no decir infinitas, cualidades y virtudes de D. Sabino, no siento, como cualquier ciudadano en una sociedad libre, no siento reparo alguno en comentar y criticar aquello que, a mi juicio, merece crítica; soy de las personas que, en lo físico, somos física y química y en lo psíquico, entre otras, poseemos, y debemos ejercitarla, memoria, para lo bueno y para lo malo, aunque solo sea aprender del pasado y, en lo posible, no cometer los errores en los que hayamos caído, aunque lo malo no queramos decir y solo nos limitemos hacerlo con lo bueno.

Ahora comenzaré a dar mi visión de los hechos en cuanto a los dos personajes, a los que me refiero en el primer párrafo del artículo. Como siempre, serán unos los que estén de acuerdo con mi visión y otros, que de antemano se quiénes son, no lo estarán; si bien, sospecho que algunos de este último grupo llevan un tiempo cambiando de opinión.

Fue Nicolás Maquiavelo un hombre del Renacimiento italiano al que, unos tachan de malo, depravado, perverso, inmoral, falso y cínico; tanto así es, que se le atribuye la frase de que el fin justifica los medios, frase que nunca expresó o escribió; y otros como padre de la política moderna.

Yo me inclino por pensar que fue un intelectual realista que conocía la piscología del ser humano como ser individual y colectivo y, por ende, de las flaquezas y comportamientos del mismo, cuando aspira al poder, cuando lo detenta y quiere conservar; en resumen, conocía la naturaleza humana, cuya actitud obra antes, durante y después de la muerte de él en el mundo, llegando hasta nuestros días; el mismo, en su El Príncipe, su principal obra, dice que el hombre es malo por naturaleza y, en general, los hombres son hipócritas y codiciosos; y que en dicha obra no hizo más que plasmar y dar cobijo a los impulsos naturales de los hombres, y recomendar al gobernante lo que deseaba oír.

Por contra, es el intelectual del periodo de la Ilustración, el suizo Jean-Jacques Rousseau quien, en su novela Emilio, escrita en 1.762, afirma que “el hombre nace bueno y la sociedad lo corrompe”. Lo cual es considerada una utopía. Digo yo que si es la sociedad el que lo corrompe es porque la sociedad está corrompida y la sociedad está compuesta por hombres.

El otro Príncipe, el español Pedro Sánchez se asemeja tanto al de Maquiavelo, que leyendo al de éste, parece que se está refiriendo a aquél. Naturalmente, Maquiavelo no supo que con el pasar de los siglos íbamos a tener en España a “El Príncipe”; pero tengo mis dudas acerca de si Pedro Sánchez leyó la obra de Maquiavelo, aunque el comportamiento de aquél confirma las teorías de éste.

También dudo si fue a Maquiavelo al que se le fue la mano al señalar el comportamiento que tenía que observar El Príncipe o se le fue a “El Príncipe” la observancia de las teorías del florentino.

Uno de los principios, quizá básico, para El Príncipe, si desea triunfar en la política, es preciso mentir, engañar, simular, faltar a la palabra y a la verdad. Hasta tal punto cree Maquiavelo en tal principio, que el mismo, en una carta a Francesco Guicciardini, en Mayo de 1.521, escribía: “Yo no digo nunca lo que creo ni creo nunca lo que digo, y si se me escapa alguna verdad de vez en cuando, la escondo entre tantas mentiras, que es difícil reconocerla”.

“Nuestro príncipe” pocas veces ha dejado de mentir, incluso antes de llegar a ser presidente del gobierno lo hacía.

Haremos, sucintamente, un repaso a sus mentiras, no a todas, para confirmar que El Príncipe español ha seguido fielmente los consejos del escritor, político, filósofo y psicólogo florentino. Así, el 19 de Septiembre de 2.014, antes de llegar a ser príncipe, dijo: “El PSOE no va a pactar con el populismo, porque el populismo es la Venezuela de Chávez”. En Septiembre de 2.019; “No dormiría por las noches, como el 95% de los españoles, si hubiera aceptado las imposiciones de Podemos para gobernar en coalición”. Otra de sus vergonzantes mentiras fue cuando dijo “Con Bildu no vamos a pactar, si quieres lo digo cinco veces, o veinte”; esto contestó a una periodista de TV. También nos acarició los oídos cuando prometió que no subiría los impuestos o cuando no habría indulto para los golpistas catalanes. Mintió Sánchez cuando, en el debate de censura a Rajoy, prometió convocar elecciones inmediatamente. Prometió un nuevo Estatuto de los Trabajadores. Dijo que había que “limitar el decreto-ley a circunstancias indicadas para ello”, dado que, según su opinión, Rajoy había abusado de tal sistema. También aseveró que se publicaría una lista de defraudadores fiscales y lo único que se publica es una lista de morosos, que ya se hacía antes de gobernar el Partido Socialista, y que no se llevó a cabo porque, posiblemente, estén implicados socialistas. En 2.016 afirmó que nunca gobernaría con el apoyo de los independentistas, para luego hacerlo y excarcelar a los condenados por separatistas. En mayo de 2.017, cuando aún no había llegado al poder, se comprometió acabar con el enchufismo; sin embargo nunca antes hubo tantas tomas de corriente en las administraciones públicas. Esta es la palabra del presidente español más mendaz de la actual democracia.

Podemos decir, sin miedo a equivocarnos, que “El Príncipe” español es uno de los alumnos más aventajados del escritor del que venimos comentando. Con respecto a la mentira, aconseja al Príncipe, “El que engaña encontrará siempre quienes se dejen engañar y que un gobernante nunca carece de razones legítimas para romper sus promesas, dado que la promesa dada fue una necesidad del pasado y la palabra rota es una necesidad del presente. Un hombre prudente no debe mantener la palabra dada, si eso le es perjudicial”; actitud que Sánchez supo siempre tener en cuenta, que, como queda dicho, es una conducta generalizada en el gobernante; Ya Goebbels, jefe de la propaganda de Hitler, decía que “Basta decir una mentira con gran aparato, repetirla cinco veces en la mentalidad del pueblo, para que este la crea, y siete para que quien la produjo la considere, fríamente, como una verdad”.

“La política es el arte de engañar”, afirma Maquiavelo.

Por otra parte, y haciendo cierto el principio maquiavélico, sugiere que el príncipe procure ir extendiendo su influencia a todas las instituciones y poderes del Estado, para hacer más cómoda la gobernabilidad del país y asegurar mejor su propia permanencia.

Efectivamente, “El Príncipe”, consciente o inconscientemente de ello; unas veces pendientes de las desfavorables encuestas, otras empujado o acosado por sus socios de Podemos y otras porque las circunstancias políticas y sociales lo requiere, va, mediante decreto-ley, aprobando una serie de medidas, unas por necesarias y otras por populismo electoral.

No critico estas medidas, dado que en mayor o menor medida benefician al conjunto o a una parte de la ciudadanía; simplemente constato la opinión de Maquiavelo en cuanto a que las medidas que favorecen al ciudadano deben de hacerse escalonadamente en el tiempo, con el objetivo de que sean apreciadas mejor; como también aquellas que puedan acarrear odio, deben ser ejecutarlas a través de otros y ejecutadas por el príncipe por sí mismo aquellas que le reporten el favor de los ciudadanos.

Por último, y no por ello el menos significativo y de menor trascendencia; posiblemente por ello lo dejo para el final, es el asalto de “El Príncipe” español a las instituciones del Estado.

Empezó Sánchez por secuestrar al Parlamento, negándole implícitamente su derecho y misión de debatir y aprobar leyes; emitiendo, hasta la fecha alrededor de 124 decretos-ley en solo cuatro años de mandato, y, cuando se tramitan estos, se practica la dilación. Por tanto, el Parlamento lo tiene controlado con el apoyo de independentistas y pro etarras, para aprobar esos decretos, que suelen llevan medidas camufladas.

En cuanto a la judicatura, colocó a la que fue ministra de Justicia como Fiscal General del Estado en contra de todos los informes; su sustituto figuró en mítines electorales del PS en las elecciones gallegas; aprobaron la nueva Ley de Enjuiciamiento Criminal a pesar de ser valorada desfavorablemente por el Ministerio Público, la mayoría de los ministros, ex ministros, miembros del PS y socios de coalición han atacado, cuando no desprestigiado a jueces, magistrados y Tribunales cuando sus sentencias no coincidían con sus intereses o deseos; así, ministros  como Margarita Robles, además magistrado, Grande-Marlaska, magistrado además, Carmen Calvo, que era ministra, la ministra Ione Belarra, Pablo Iglesias, por entonces vicepresidente del gobierno; criticaron e intentaron influir en decisiones judiciales. No se acaban aquí los personajes públicos que “zarandearon” y deterioraron a la magistratura, que es larga la lista y que no relato porque haría demasiado largo el artículo. He dedicado a este tema una narración, publicada en este mismo medio, en fecha 18-3-2.022, con el título “Guerra abierta de la izquierda y ultra izquierda contra el poder judicial”.

Si bien se lleva casi cuatro años sin ser renovados los miembros del Consejo General del Poder Judicial y, por ende, los del Tribunal Constitucional; al PS le entran más prisas que nunca por renovarlos, ya que, de acuerdo con las encuestas – No del CIS, de Tezanos – se da como ganador al PP en las elecciones generales, que con el apoyo de Vox, gobernarían con mayoría absoluta; cosa que “El Príncipe”, no está dispuesto a permitir, poniendo de su parte todo lo necesario, incluidas trampas, para impedirlo, ya que si ahora el PP tiene mayoría en los Organos antes indicados, de llegar a ganar las elecciones, esa mayoría la conservaría. De ahí que, ante el bloqueo de la renovación de los mismos, el gobierno, mediante la Ley Orgánica 4/2021, de 29 de Marzo, modifica la 6/1985, de 1 de Marzo, del Poder Judicial, con el fin de que estando en funciones el CGPJ no pudiera hacer nombramientos y forzarlo a que nombrara los dos vocales que le corresponde; lo que pudiera considerarse como un chantaje. Teniendo en cuenta que esta medida legal fue ineficaz, y que con ella el Consejo estaba atado de pies y manos, para hacer nombramientos, el gobierno, mediante la Ley Orgánica 8/2022, de 27 de Julio, reforma la reforma anterior, por la que se autoriza al CGPJ para que pueda nombrar solamente a los dos miembros del TC; lo que se considera un chantaje al mismo por parte del gobierno, que, además, le da un plazo hasta el día 13 de Septiembre para que lo lleve a cabo.    

Esto es considerado por vocales del CGPJ como “…una obscenidad tremenda”, y “Quieren colonizar las instituciones a cualquier precio”. Para mí, es una chapuza legal propia de tahúres.

La UE exige que los jueces sean quienes elijan el CGPJ y no los políticos, y que, al menos, la mitad de los 20 que lo integran, sean elegidos directamente por los jueces, pero estima que lo mejor sería que el poder político no participara de ninguna manera en la elección. Esto es lo que no quiere el Partido Socialista y sí el Partido Popular; de ahí que no haya consenso.

No solo “El Príncipe” intenta someter a los poderes del Estado a su influencia, sino también a empresas públicas, como Indra, de la que cesó a cinco consejeros independientes que se oponían a sus pretensiones, queriendo solo en la empresa a vocales “que no se opongan a sus pretensiones”, según los consejeros cesados.

Llega tal osadía a intentar someter a su servicio al Instituto Nacional de Estadística, para lo que cesó a su director, al considerar que los datos oficiales de dicho organismo “no encajan” con sus cálculos. Los cálculos en cuestión, son los que se refieren al PIB y al IPC. Esto ha provocado las protestas públicas de la Asociación de Estadísticos Superiores del Estado.

“Es una experiencia eterna que todo hombre en posesión del poder se sienta inclinado a abusar de él y llegue hasta donde encuentre límite” (Montesquieu). Ese límite es el que tenemos que ponérselo los ciudadanos en las urnas.

La cuestión en ambos casos, no es que el gobierno no pueda efectuar tales destituciones; todos los gobiernos lo pueden hacer, y de hecho lo hacen; el quid de la cuestión está en el motivo o causa de los ceses.

Ante estos hechos, y otros que se relatan en mi artículo “Camino a una dictadura encubierta”, publicado en El Diestro, de fecha 18 de Julio del año en curso; es fácil suponer las pretensiones de “El Príncipe”, y lo que le espera a España y a los españoles, si estos no reaccionan en las próximas elecciones generales.

 

3 Comentarios

  1. No, el limite no son las urnas, sobre todo porque las urnas vienen amañadas. El limite sera la longitud de la soga que deberiamos ponerle al traidor y criminal pedro sanchez y a cada uno de los suyos, pero no solo a estos, a los que le han apoyado desde la falsa oposicion tambien.

  2. De que elecciones habla usted. A ver si también nos toma por tontos. La abstención es la única opción. Fuera partidos mentirosos, corruptos, traidores. Solo hay un partido, es decir un entero, LA HUMANIDAD

  3. D. José: Yo, que trabajé más de 25 años en la Administración Local, puedo decirle que las urnas no se amañan fácilmente. Los escrutinio se hacen a la vista del público que quiera verlos. Durante toda la sesión hay apoderados e interventores de los partidos políticos que lo deseen y tienen las listas electorales, al igual que la Mesa electoral, y toman las misma notas que esta. Al terminar la sesión piden una copia del acta del escrutinio y de la sesión, comunican a sus partidos los resultados y luego les envían las actas. Los partidos tienen la misma información que las Delegaciones, o Subdelegaciones del Gobierno, así como las Junta Electoras Locales y Provinciales. En cuanto al voto por correo, tendrían que abrir los miles de votos que se envían, cambiar la papeleta del voto y volver a confeccionar un sobre nuevo; esto, además de un delito, es casi imposible de hacerlo y además con que personal.
    En cuanto se refiere al comentario de D. Roberto, le diré que yo no tomo por tonto a nadie que no lo sea y que la abstención es una opción, pero no la única para millones de ciudadanos.
    Gracias a los dos por leerme y comentar el artículo. Saludos.

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