fatídico mes de mayo

Estamos en la recta final de la temporada y, francamente, no creo que haya sido la peor de la historia. Tampoco la mejor, pero esto no pretende ser una manipulación estadística más, lejos de mí cualquier veleidad tramposa. Digo que, a falta del zambombazo de la Virgen del Pilar en Zaragoza, la primera gran temporada, tras la plandemia, ha resultado de lo más positiva. La afluencia de público ha sido importante, sobre todo ateniéndonos a los virulentos ataques, que tenemos que seguir soportando en silencio (¿hasta cuándo?).

Causa asombro, estupor y rabia, mucha rabia e impotencia, escuchar a tanto analfabeto, pretendiendo ganar su minuto de oro, haciendo hirientes ridículos (aunque, quienes les ríen las gracietas, no lo sepan), metiéndose con algo que no se les alcanza. Claro que peor es soportar a los sedicentes, cuando no sicópatas, que nos pastorean y que legislan con el colmillo retorcido y cobrando buenos estipendios de translúcidos aprendices de brujo.

Por todo ello, tengo que felicitarnos, por seguir formando parte de una familia, no siempre bien avenida (como todas), pero que sigue aquí.

No pretendo hablar de nuevas caras, toros de bandera, faenas memorables y demás, no, la temporada, en ese sentido, ha sido una más, porque ha habido de todo; quiero recrearme en que estamos pasando por la enésima crisis y, creo que la estamos capeando razonablemente bien. Y eso, que esta es, sin lugar a dudas, la más cruel y demoledora en siglos, todos se han puesto de acuerdo, bueno, todos no. Esto es lo que nos quieren hacer creer, como si todos los que nos obvian fuesen antis. Sin ir más lejos, varios de mis conocidos, que nunca han mostrado el menor interés por nuestra pasión y que, en otros tiempos, presumían amigablemente de eso, de antitaurinos, ya no lo son tanto. Están casi tan hartos de los antis, como nosotros, con lo que muchos de los tibios de antes, sin ir a los toros, ya se ponen de nuestro lado a la hora de indignarse, contra los analfabetos, a los que ya me he referido.

Mucha gente ya se ha percatado de que toda esta broma macabra, no es únicamente contra la Fiesta, es contra el medio rural, es contra el sentido común, es contra la naturaleza, es contra quien ose pensar, es, en definitiva, una enmienda a la totalidad de toda nuestra, sí, ciertamente, mejorable sociedad. Nadie en su sano juicio, puede ir en contra de uno mismo, pero claro, no resulta tan evidente, que toda la legión de paniaguados que soportamos, lo esté.

Lo que peor llevo son los palmeros que pasaban por allí, entiendo a los que cobran de las oenegés, a los dizque animalistas -que también cobran-, a los veganos -que arriesgan su salud-, en fin, entiendo a todo aquel que sigue el rastro del dinero, pero a los panolis que nos vocean y nos agreden, a esos no, de esos ya ni me apiado. 

Qué desazón, tener que dedicar tanto tiempo a hablar de gentes que no nos interesan nada, pero que por mor de la dictadura que sufrimos, los tengamos que tener tan presentes.

Qué aburrido y qué cruel.