La evolución del evolucionismo

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Confieso que, a veces, cuando leo o escucho sus barrabasadas, me da por pensar que, si algo puede compararse a la calidad de los líderes del sistema, es la calidad de los que se postularon como líderes del negacionismo. Mientras unos se pelean, por el grafeno o por las espigas, otro, faunólogo, nos dice que está pensando en “recoger cable”. Tiene miedo, claro, porque tiene ego pero ¿Qué se puede hacer para ayudarlo si él dice que le gusta tenerlo?

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Hace años, Josep Pàmies, hombre curtido en la lucha, me hizo ver que, la única posibilidad de vencer, pasa por hacerse insolvente. -Cuando no tienes nada, ¿qué pueden hacerte- me decía. Pero apuesto a que, nuestro líder faunólogo consiguió amasar una pequeña fortuna, después de toda una vida sirviendo al sistema, adoctrinando con el rollo del evolucionismo. Él asegura que no gana nada con esto del negacionismo. ¿Y dice que su libro se está vendiendo bien? ¿No ha actuado también en una película, pagada con crowdfunding, y repagada con entradas? Si lo que escribió, en ese libro, fuera importante saberlo, ¿no debería haberlo compartido gratuitamente, como hizo Pàmies con el suyo, a fin de que llegara al mayor número de personas posible? Y si era urgente, ¿no debería haber publicado cada página, o cada capítulo, a medida que los iba escribiendo? ¿Por qué hizo lo contrario? ¿Será que no considera su mensaje, ni urgente ni importante?

Cuando leí aquel desafortunado artículo suyo, en el que rendía culto al ego, pude adivinar que sus días de líder estaban contados. (Entiéndaseme: conocer tu ego te permite conocer el futuro, no porque adquieras dotes mágicas, sino porque sabes que el ego es máquina, es repetición -Tambień se puede decir que es instinto, para que lo entienda mejor un faunólogo-) ¿Acaso es difícil adivinar que dentro de una hora, la manecilla del reloj estará, exactamente en el mismo sitio? Pues eso.

Pero claro, nuestro faunólogo divulgador, divulga el darwinismo (Mejor dicho, el evolucionismo, pues Darwin no era darwinista, ya que nunca le acabaron de convencer sus propias teorías, y lo dejó muy claro en su inacabado libro, tan citado y tan poco leído como el Quijote). Él intenta convencernos de que somos fauna, porque le convencieron en la universidad del sistema (Una gran máquina que convierte adoctrinados en adoctrinadores). Él se siente orgulloso de ser bestia, solo que mejor lobo que cordero, porque ese es, al fin y al cabo, el meollo del evolucionismo: Los lobos, los listos, los “alfas” tienen derecho a sabrevivir, los otros no.

El evolucionismo es la negación del amor (Para ellos no es más que un rito de apareamiento); es la negación de la confianza (Te los comes o te comen); es lo que priva de alma al humano (Tan solo son polvo recombinante, recombinándose al azar). El evolucionismo es el intento de justificar la bestialidad, el instinto (Instinto, máquina, o si lo prefieres, “pensamiento predecible”). Matar antes de que te maten, joder antes de que te jodan, coger antes de que otros cojan, iniciar guerras preventivas. Así piensan esos a los que teme nuestro faunólogo, porque así piensan los evolucionistas, y los que nos gobiernan lo son, como él, convencidos en las mismas universidades del sistema. El evolucionismo es su desesperado intento de justificar la codicia (El ego).

Ahora el faunólogo difunde miedo, porque eso es lo que tiene (Y le gusta tenerlo, dice que es sano); y transmite ese miedo que tiene por las redes pues ¿cómo se puede transmitir lo que no se tiene? Su mensaje ahora es “No te arriesgues a que te multen o te embarguen”, “Traga para que no te quiten tu tesoro”. ¿Le servirá, al menos, la experiencia, para comprender a los que se vacunaron y no insultarlos más? Si hubiera escuchado a Pàmies (Pero claro, también manifestó su animadversión hacia “losdelprincipio” y Pàmies es más “delprincipio” que nadie) habría podido adivinar que, lo que le está ocurriendo, necesariamente, le tenía que ocurrir; de hecho, no son pocos los personajes mediáticos que ya han tenido que elegir entre “la bolsa o la vida”. Si hubiera escuchado a “losdelprincipio”, se habría ahorrado el trajín que supone iniciar una nueva carrera para abandonarla a la mitad; o se habría preparado, como hay que prepararse, no sumando monedas sino restando miedo, ego (Por mucho que uno acumule, nunca logra sentirse tranquilo, pues los dueños del sistema lo son, precisamente, porque son dueños de los bancos, y del dinero, y pueden dejarte “sin blanca”, en cualquier momento, pulsando una tecla. Para quedarse tranquilo hay que superar el miedo. O eso o arremangarse, no hay otra).

Un día, nuestro faunólogo superará el ego, trascenderá el instinto bestial, el “síndrome de Diógenes” (Porque conocer el ego me permite adivinar que lo superará) y comprenderá la diferencia entre amar y aparearse; y comprenderá que el amor es la trascendencia, la superación, la evolución del evolucionismo, la negación de esa “selección natural” (Según unos) o “genocidio programado” (Según otros) que están llevando a cabo los ‘machos alfa’, los que se consideran más listos, por el simple hecho de haber acumulado más monedas. Todos ellos: Rochils, Roquefelers, Soros, Geits, Tedros, Fauci, Claus, el papa de Roma, todos son machos. ¿No se han dado cuenta aún las feministas? En fin, comprenderá que el asunto no es cambiar de líder sino de aprender a autoliderarse. ¿No es eso la libertad?