La invención de la muleta se remonta, como era de prever, a los tiempos primitivos del toreo. En sus inicios era un capotillo que se arrollaba al brazo izquierdo del lidiador y se utilizaba para llamar la atención del toro y así poder marcarle la salida. Así lo cuenta el gran libro “Tauromaquia añeja”.
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Las primeras muletas se remontan al último tercio del siglo XVII. Desde los inicios su tamaño varió mucho. Las primeras muletas fueron pequeñas, no eran de un color en especial y estaban hechas de lino, cáñamo o algodón.
Mediado el siglo XIX las muletas empezaron a ser más grandes. La mayoría de los historiadores coinciden en dar la paternidad de la creación de la muleta a Francisco Romero, padre de Juan y abuelo de la saga de los Romero, entre los que destacó Pedro Romero; aunque ese dato a muchos otros no cuadra.
La primera vez que se habla de un torero que lleva en su mano izquierda una capa parda suspendida al extremo por un palo es en la crónica de un festejo celebrado en Madrid el 19 de junio de 1786, escrita por el viajero inglés Joseph Townsend, que dice “si no consiguen obligarle a embestir, le presentan la moleta (sic) o pequeña bandera escarlata que siempre llevan en la mano izquierda, e incitándole para que se precipite contra ella se esquivan y le eluden”.
Con el tiempo el toreo evolucionó y el toreo de muleta pasó a ser la secuencia más esperada del festejo, la parte principal de la lidia. Lo que es hoy en día.
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