Test sobre los peores césares y sus peores vicios, crímenes y locuras
Todos hemos visto en el cine a tiranos del Imperio Romano del estilo de Calígula, Nerón o Cómodo, pero no tanta gente sabe que conservamos un montón de detalles sobre su vida pública y personal, muchos de los cuales nos pintan un escenario dantesco. Y es que unos cuantos de estos tiranos funcionaron a medias entre la manía persecutoria y la auténtica locura, machacando sin piedad a todo el que se les ponía por su camino y sin ahorrarse ningún crimen: torturas, exilios arbitrarios, violaciones y saqueo de las arcas públicas fueron algunos de los atributos de estos personajes terribles. Veamos algunos de ellos.
Honorio: el hijo del último gran César entregó el imperio
Hijo de Teodosio el Grande, que fue un excelente Emperador, de origen segoviano, vivió los últimos coletazos de un imperio en agonía. Y si algo está claro es que él no estuvo a la altura de las circunstancias, como sí estuvo su padre, porque tuvo mucha responsabilidad en todo lo que pasó en esos últimos días del Imperio Romano.
Es cierto que tuvo grandes problemas en su reinado, pues en medio de las tensiones sociales y religiosas que le tocó vivir, a lo largo de todo el imperio, apareció Atila con todo su poder. Conquistándolo todo a su paso y destruyendo ciudades y arrasando provincias enteras. Sin embargo, este peligro fue detenido por la habilidad combinada de dos de los mejores generales que ha habido jamás en la antigüedad: el romano Aecio y el bárbaro Estilicón.
Juntos, estos dos grandes líderes del Imperio consiguieron derrotar a los hunos y sus aliados, en la última gran batalla y victoria del Imperio Romano. Pero el agradecimiento del Emperador Honorio compensó los celos y miedo que les tenía y al final ordenó asesinar a ambos. Un error que le costaría muy caro, a él y a todo el Imperio, pues al final nadie se fiaba de él. De hecho, los propios aliados de los romanos, los godos, llegaron a saquear Roma por está desconfianza en las autoridades imperiales.
Tiberio: un psicópata que disfrutaba haciendo daño a los demás
Al contrario de lo que se dice en Gladiator, Roma no nació como una República, pero sí se desarrolló como un régimen republicano hasta que Julio César instauró un nuevo modelo de tiranía personal, 100% autocrático.
Una dictadura militar que fue inaugurada por miembros de su familia durante casi un siglo, siendo algunos de ellos los peores estadistas de toda la historia de la Humanidad. No sólo por su incapacidad para el gobierno, sino por sus con sus abusos constantes contra todo el mundo, inclusive contra sus más cercanos colaboradores. Aquí veremos algunos de ellos y sus más crueles actuaciones.
Se trata de una de las figuras más completas de un tirano de la Historia. Un personaje en el que no se ha fijado tanto el cine como en el caso de Calígula o Nerón, que fueron sus sucesores inmediatos, pero a los cuales enseñó a ser cruel con su propio pueblo.
Realmente tenía todos los visos de ser un psicópata de manual. Una persona a la que ya en su tiempo de mili aprender a conocer muy bien los soldados por sus vicios. Y en la campaña de Cantabria que finalizó la conquista de España, bajo las órdenes directas de su tío Augusto, fue llamado por las tropas Biberio por su afición al alcohol.
Los más directos herederos del Imperio Romano somos los españoles y nuestra Hispanidad, con muchísimas más luces que sombras
Las torturas eran habituales, incluso en presencia suya
Se mostró especialmente cruel y psicópata con sus prisioneros. Y cualquiera podía ser su enemigo. Las torturas eran habituales, incluso en presencia suya y por las mayores tonterías, como cuando un pescador le llevó un pez de regalo en medio de su descanso y consiguió asustarle. Enfurecido por la inesperada aparición, Tiberio ordenó a sus soldados que restregar las escamas del pez por la cara del tipo, que en medio del tormento se reía.
Preguntado por Tiberio sobre su risa, el pescador, al que más le hubiera valido callar, respondió que es que tenía una langosta que había pescado también. Y que menos mal que no se la había regalado, puesto que este crustáceo tiene unas escamas más duras y afiladas que un pez, pero Tiberio mandó ir a buscarla y restregársela por la cara también.
Un depredador sexual que no respetaba ni a mujeres ni a niños
Era también un depredador sexual que no respetaba ni a mujeres ni a niños. Y el único rasgo bueno que pudo tener fue que no era un derrochón, sino todo lo contrario, puesto que intentó incluso ahorrar en gastos militares. Un proyecto que no pudo materializar por el peligro real de tantos pueblos enemigos en las fronteras imperiales.
También se contaba como ejemplo de su crueldad el episodio de unas ejecuciones que no se evitaron tras su muerte, porque los soldados tenían miedo de no cumplir las órdenes a rajatabla, por lo que continuaron con la lista de condenados incluso 10 días después de haber muerto el tirano. Una circunstancia que excitó mucho más la furia del pueblo romano contra el difunto.
Su tío y antecesor, Augusto, fue querido y admirado por la generalidad del pueblo romano, lo que causó un mayor impacto a la hora de afrontar la tiranía de un personaje tan abierto como Tiberio. Si a Augusto le despidieron entre aplausos, en el caso de Tiberio fue justamente al revés: el pueblo romano pedía incluso ultrajar su cadáver, a su muerte, con el lema: Tiberio al Tíber.
Y eso no es todo: antes de morir, Tiberio se burlaba del propio pueblo romano, afirmando con cinismo que él no sería el Emperador más odiado, puesto que dejaba de sucesor ni más ni menos que a Calígula.
Calígula: el tirano fanfarrón que presumía de violar a las mujeres de sus colaboradores
Como en los otros casos, es difícil saber por dónde empezar con un personaje tan abyecto. Hijo de uno de los grandes héroes nacionales del pueblo romano, al que llamaban Germánico, las propias tropas le pusieron de niño el apodo de Botita (Calígula). Pero no tardaron en odiarle también, pues pronto demostró que tenía mucho miedo de los bárbaros, pero no tanto a la infamia de hacer sufrir lo indecible a su propio pueblo e, incluso, a sus más cercanos colaboradores y a personas de la alta sociedad romana, como los propios senadores.
Una de sus más asquerosas costumbres era la de acostarse, por la fuerza del terror, con las esposas de colaboradores y personas de alcurnia, incluso con éstos sentados a la mesa. El muy tarado salía del comedor con la dama en cuestión y regresaba en un rato para comentar, allí mismo y sin ningún pudor, cómo había sido el asunto.
La mayor venganza de Calígula fue post mortem
Sería difícil resumir aquí todas las infamias de un sujeto que llegó a avasallar a Roma hasta el punto de nombrar a su caballo Emperador. Pero una de las que más le acercaron a su propia muerte fue, indudablemente, su suicida forma de humillar públicamente a todo tipo de subalternos. Incluso a uno de los principales jefes de su Guardia Pretoriana, de quien se burlaba constantemente, hasta con gestos obscenos. Y en su locura llegó a decirle a la estatua de Júpiter que mostrase su poder o temiera su furia, lo que conllevó a una curiosa anécdota en el día en que le mataron.
Preguntado por el santo y seña para la guardia, ese día, Calígula dijo: Júpiter.
Pues toma una muestra de su cólera, dijo ese humillado oficial, al clavarle la espada por sorpresa. Y fue imitado en el acto por los conjurados, que acudieron de todas partes para darle cada uno su estocada, aunque la mayor venganza de Calígula fue post mortem: cuando la Guardia Germánica arribó al lugar del crimen, para encontrarse a su César muerto, comenzó una espantosa carnicería de represalia de la que Claudio escapó de milagro. Al creerle idiota, los pretorianos le aclamaron como César, para poder manejarle a su antojo, pero pronto demostró ser un líder muy inteligente y bastante justo.
Nerón: un auténtico demente con manía persecutoria
Dice mucho de la fuerza del Imperio Romano la realidad de que ni siquiera esta serie de Emperadores psicópatas, completamente inútiles para el cargo, consiguieron acabar con la unidad de un Estado gigantesco.
El último de esta serie de tarados que fue la dinastía Julio Claudia supuso su exponente más famoso: Nerón, hijo adoptivo de Claudio, que fue el único Emperador de esta familia que realmente demostró haberse criado con Augusto. Y eso que todos le daban por imbécil, pero eso fue un truco que aprendió a lo largo de tantas intrigas y matanzas en el propio palacio.
Desgraciadamente, Claudio fue un breve paréntesis entre tantas atrocidades y saqueo de los recursos públicos, puesto que su hijo adoptivo fue un desastre. Nerón continuó con la tradición de la manía persecutoria de Tiberio, pero también con la crueldad y afán derrochador de Calígula.
¿Por qué me querías matar?
Por tanto, no debe extrañarnos que pronto se formaran complots contra él y una conjura muy grande fue desactivada en medio de un baño de sangre. Una conspiración que incluía nombres muy importantes de la sociedad romana y hasta de la propia escolta personal del Emperador. Y hay una anécdota muy curiosa sobre un centurión pretoriano que fue preguntado por el propio Nerón, en los duros interrogatorios:
¿Por qué me querías matar?
Porque te odio. Te serví como el mejor de tus soldados en tanto lo mereciste, pero empecé a odiarte cuando te convertiste en cantante, asesino de tu madre e incendiario.
Se podía elegir un Emperador romano fuera de Roma
Esa revuelta romana falló, pero no la que vino después y que se inició precisamente entre la Galia y España. Con un nuevo Emperador romano que fue el primero en ser proclamado fuera de la capital: Servio Sulpicio Galba. Todo un descubrimiento para una serie de pronunciamientos militares que empezaron a continuación y que mantuvieron en vilo a todos los Emperadores desde entonces. Porque se acaba de demostrar que se podía elegir un Emperador romano fuera de Roma. Simplemente con el apoyo de los ejércitos mercenarios que mantenían por todas partes para defenderse de los enemigos exteriores. Y aquí se creó la Legión Séptima Española, precisamente, con un largo y glorioso historial de hazañas.
El final de esta dinastía no pudo ser más terrible, pues el golpe de Estado que precipitó la muerte de Nerón vino aparejado de una guerra civil muy sangrienta en lo que se conoció como el año de los cuatro Emperadores.
Afortunadamente, lo que vino a continuación fue un periodo de esplendor renovado en el que se acometieron grandes reformas y se vio crecer un imperio que ya era de por sí inabarcable.
Domiciano: un César débil, que negoció en inferioridad con el pequeño reino de los dacios
Con mucha diferencia con respecto a todos estos psicópatas, buenos para nada, y en medio de una serie mucho más afortunada de Emperadores, que gobernaron para la paz y la prosperidad, tuvo lugar el advenimiento como César de Domiciano.
Un Emperador del que se sospecha que asesinó a su propio hermano, Tito, que fue el general que destruyó Jerusalén durante la Gran Guerra Judía de la época de Nerón. De todos modos, lo que sí está claro es que fue un líder muy mediocre que lideró algunos de los mayores descalabros del ejército romano de la época. Una situación que llegó al extremo de llegar a colaborar con uno de los enemigos más declarados del Imperio Romano, Decébalo, el rey de los dacios (antepasados de los rumanos). Pero tuvo la suerte de que ningún complot llegó a derrocarlo o asesinarlo.
Inclusive un levantamiento militar que se produjo en Germania y frente al cual actuó muy rápidamente uno de los mejores generales que ha habido en la Historia de la Humanidad. El andaluz Trajano, que luego llegaría a ser Emperador, pero sin tener que asesinar a nadie por el camino.
Domiciano fue un mal César, pero tenía buenos colaboradores
En cuanto supo de este levantamiento, que se había producido en el norte de Europa, Trajano puso en marcha inmediatamente su Legión Séptima Española, que se había creado precisamente para derrocar a Nerón. Y se plantó en la Galia desde León con una rapidez que impresionó al propio Emperador, aunque no hizo falta llegar al combate para suprimir este levantamiento. Eso sí, no obstante, éstos y otros méritos fueron fundamentales para que Trajano llegase a ser el mejor general y Emperador de toda la Historia. Una figura que los italianos, como en el caso de Colón, intentan arrebatarnos.
Consciente de su propia valía, Trajano describió así a su antecesor: Domiciano fue un mal César, pero tenía buenos colaboradores. Y, sin duda alguna, él era el principal de todos.
Diocleciano: un cruel perseguidor de cristianos al que Sánchez, Biden o el Partido Comunista Chino quieren emular
Sin duda es la característica que más ha pasado a la Historia de este estadista, retratado como un fanático pagano. Un perseguidor de lo que entonces era considerada una secta peligrosa para la estabilidad del Imperio. Y es que el problema de los cristianos era mucho más profundo que simplemente su negativa a aceptar los sacrificios paganos oficiales, a la mayor gloria del Emperador. La filosofía cristiana ponía en peligro todo el sistema social jerárquico que regía en la antigüedad en todas partes. Con esclavos y jornaleros pobres que eran tratados con la dureza correspondiente y en los cuales se basaban la economía y las relaciones sociales de su tiempo.
Por tanto, Diocleciano no estaba solo en su cruzada contra todo lo que oliera a cristiano. Y las pulgas se cometieron en todas partes, incluso en las legiones, en las cuales había muchos seguidores de Cristo. Y de esta época son mártires como los patronos de Santander y de Haro, San Emeterio y San Celedonio, que eran soldados de esa Legión Séptima Española de la que tanto hemos hablado hoy aquí.
Pese a lo que pueda parecer, no obstante, su cruzada pagana y anticristiana no se veía motivado por un especial fervor religioso, sino simplemente por un prismático sentido de Estado que le impulsaba a unificar el imperio por la fuerza.
Los mártires como San Emeterio y San Celedonio animaron a otros a seguir su ejemplo
Parecía como si ya no se pudieran hacer las cosas de otra manera que no fuera por la fuerza más bruta y las represalias más sangrientas. De hecho, Diocleciano fue un general humilde, de origen croata, que llegó al poder mediante el aplastamiento de otros pretendientes al trono. Y no dudó en quemar vivos junto a sus estatuas a los sacerdotes maniqueos, ejecutando a la mayoría de esta nueva religión y enviando a trabajos forzados a los más ricos de entre ellos, lógicamente, después de haberles quitado todo. Pero en el caso de los cristianos, la táctica del terror no funcionó para nada y se volvió contraproducente, puesto que muy poca gente parecía querer cumplir las brutales órdenes contra lo que ya era una mayoría. Y los casos de martirio de valientes como los mártires San Emeterio y San Celedonio animaron a otros a seguir su ejemplo hasta el final.
El joven San Zoilo fue otra víctima española de alto standing de la persecución anticristiana de Diocleciano, que buscaba precisamente descabezar “la secta” mediante el convencimiento de los cristianos más ilustres o su ejecución. Una maniobra que en muchos casos fue contraproducente, pues los cristianos se multiplicaban por la admiración que causaban los mártires.
A pesar de todo esto, algo bueno debió de haber hecho cuando mucha gente le pidió que volviera al trono, después de abdicar, para jubilarse en la huerta de su magnífico palacio, en lo que hoy es la ciudad croata de Split. Sin embargo, él rehusó con estas diplomáticas palabras:
Si pudieras mostrar la col que yo planté con mis propias manos a tu Emperador, él probablemente no se atrevería a sugerir que yo reemplace la paz y felicidad de este lugar con las tormentas de la avaricia nunca satisfecha.
Con muchos fracasos a su espalda, Diocleciano murió en su retiro buscado, con tiempo para ver cómo su sistema político (la tetrarquía) se venía abajo. Y cómo esa molesta secta cristiana se convertía, a pesar de sus fracasados genocidios, en la gran revolución social de su tiempo.
Haceis muy buenas entradas sobre el tema de la Plan-demia.
Hoy mismo lo de Expansion …..
Pero la historia, que todos sabemos esta HIPER manipulada -sobre todo por el poder academico judio- , no es lo vuestro.
Es una pena, pero es asi.
Podria daros buenas fuentes, pero no creo que cambieis y lo lamento.
Muy cierto señor Fernando:
Creemos la historia haciendo cátedra a la falsedad y al engaño…Napoleón: “la historia esta llena de mentiras aceptadas”. Solo hace falta ser un poco perspicaz y observador y uno se da cuenta que escribir historia es esconder la verdad. La historia que desde pequeños se nos enseña, no cuadra. Encontramos: … ¿miles de años añadidos? … ¿personajes repetidos? … ¿celebridades inventadas? … ¿Mentiras increíbles? … ¿Verdades imposibles? “Ignorancia o falsificación de la historia es el instrumento capital de esclavitud, del gran liberticidio que se está cometiendo en gran parte del mundo”, que dijo Julián Marías. Con “Nuestra Historia”, nos empeñamos en construir un mundo de locos … y nos esta saliendo muy bien. Dejar nuestro saber en manos de parásitos … este es el resultado: “La historia es un absurdo”. (Henry Ford)
Saludos.