Rectificar

Tenía previsto escribir hoy sobre el cariño que la izquierda le tiene a las dictaduras, basándome para esa afirmación en un breve repaso de los países en los que se impone ese “sistema” de gobierno totalitario.  Nacido de la que más dio que hablar, sin duda, desde el principio del pasado siglo, la dictadura comunista de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, surgida del golpe de Estado ruso en 1917 se extendió como la pólvora. Desde allí saltó a China, Cuba, Vietnam, Venezuela… y cada día se extiende más en el continente hispanoamericano, ya desde el sur del Río Grande del Norte, frontera de Méjico con los Estados Unidos, país que tampoco se libra de cierta influencia. No voy a negar que también hayan existido dictaduras de derechas, pero, generalmente, y en España tuvimos un buen ejemplo, surgen como consecuencia del hartazgo de la clase militar, y del pueblo, ante los abusos de la izquierda. Lo mismo ha pasado, aunque con distintos resultados, o no tanto a la postre, en algunos países del citado continente americano, argentina o Chile, por ejemplo. Pero aquí lo dejo por el momento, aunque volveré, porque me parece un tema interesante.

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Después, pensé dedicar mi artículo semanal al reciente Congreso del Partido Popular de Madrid, al que asistí como invitado, celebrado este fin de semana, viernes y sábado, del que no se ha informado demasiado en los medios, con el detalle que en mi opinión se merecía. Al menos en los que yo sigo algo más, pero ya sabemos quien manda en los medios de manipulación masiva –como en la Fiscalía, más o menos–. Me limitaré a resumirlo, en el más puro argot taurino, ese que la reciente nueva Presidente de este PP regional defiende ante el falso “cariño” animalista de la izquierda, cuanto más comunista, mayor. Terminó con una triunfadora, Isabel Díaz Ayuso, que cortó dos orejas y rabo –al morlaco socialcomunista– y salió a hombros de la militancia y simpatizantes. Estuvo muy bien acompañada en el cartel, el primer día, por los presidentes autonómicos de Galicia, Murcia, Castilla y León y Andalucía, este último, autor también de una breve, pero gran faena, de cara a los comicios que tiene que afrontar dentro de, aproximadamente, un mes. El cierre del Congreso corrió a cargo, como era de esperar, del nuevo Presidente Nacional del PP y de la brillante ganadora –99’12% del escrutinio, he leído, preguntándome quiénes serían los componentes del 0’88% restante–. Alberto Núñez Feijóo tuvo el detalle de hablar antes y dejó la clausura al discurso final de la nueva flamante Presidente madrileña, “la que más se parece a Madrid y por eso la votan mayoritariamente”, dijo entre otras cosas. Creo que también estuvo acertado y, en el mismo argot, podría resumirlo en una merecida oreja y vuelta al ruedo entre aplausos. Pero la triunfadora era la que era, después de una torticera maniobra de la ejecutiva nacional anterior y me pregunto también qué cara se les habrá quedado al tándem palentino-murciano que abrió una peligrosa grieta en el partido, al borde de una fractura irreparable. También habrá que volver, porque me parece. igualmente, un tema de interés.

Al final, me decidí por lo tercero y último que me llegó, ante la seguridad de que esto no lo verán mis posibles lectores en casi ningún medio, TVs y periódicos, por supuesto de los grandes, pero de eso se encargan, afortunadamente, las redes sociales. Esas, creadas para manipularnos también, pero que, a veces, les salen rana a sus creadores.

Se trata de un texto escrito por Jon Ander Etxebarria Gárate que, según he podido ver en su perfil de Linkedin, es Subdirector de Laboratorios, Abastecimiento y control de Calidad del agua del Consorcio de Aguas Bilbao Vizcaya. Con el título de “Virus de la viruela del mono, ¿cuál es el objetivo?”, decía lo siguiente el pasado 20 de mayo, que copio literalmente y del que resalto lo que me parece más significativo:

“De la pandemia de la COVID pasamos a la guerra Rusia-Ucrania para, en estos momentos, llegar al virus de la viruela del mono, todo ello siguiendo un proceso concatenado y planeado, para seguir manteniendo las dosis de mantenimiento del virus neuronal del miedo en la población.

El globalismo neoliberal ha encontrado la fórmula para llevar adelante sus proyectos, y para ello antes de inocular este virus del miedo a la población, lo primero que hizo  desde hace años, fue ir inoculando a todo el espectro del progresismo, de la izquierda, y del ecologismo, un virus llamado agenda 2030, que lo que ha hecho es fagocitarlos ideológicamente, de forma que este espectro político alineado históricamente con los derechos y libertades y con las movilizaciones sociales se haya colocado con ese discurso pseudoprogresista y ecologista  ideado por el globalismo neoliberal como el soldado más fiel de los poderes que siempre han estado y están detrás de una agenda vestida de rojo, verde y morado, cuando la realidad es que el verdadero color de la misma es el negro.

Son precisamente estos soldados del espectro supuestamente de la izquierda, los que, con la pandemia y, con la demagogia salud vs economía, los que no sólo han permitido, sino que lo han defendido hasta extremos insospechados, todo tipo de restricciones de nuestros derechos y libertades, los que han laminado las protestas sociales del pueblo, los que han permitido que la atención primaria se cierre, los que han permitido que se cambie el paradigma de la medicina, cuando es precisamente esa supuesta agenda 2030 del globalismo neoliberal la que nos ha llevado a esta situación con la utilización perversa de conceptos como la zoonosis, el contagio entre personas no enfermas, el diagnosticar una enfermedad abandonando el criterio más esencial de la medicina como es la sintomatología, el haber permitido utilizar de forma torticera una estadística epidemiológica sin el mínimo criterio de lo que exige la ciencia, la estigmatización de parte de la población con un pasaporte que hasta la justicia les ha venido a decir a las administraciones que no tenía base científica alguna.

La realidad es que los padres de la agenda 2030 son el globalismo  neoliberal y que ellos no se han inoculado, en ningún momento,  ese virus neuronal que si han inoculado al supuesto progresismo, con las consecuencias que todos hemos visto. Estos poderes fácticos necesitaban, para llevar a cabo su estrategia, que lo que hasta el momento pandémico se conocía como progresismo, se posicione en unos parámetros de no protesta social y de no defensa de derechos y libertades, de forma que, junto con el virus neuronal del miedo inoculado a la población, pudiesen  llevar a término su estrategia, siendo el exponente más claro la vacuna que, aún demostrando su fracaso de forma reiterada, ha sido precisamente el mundo del progresismo quien más ha defendido su inoculación, usando nuevamente el argumento  de la falsa demagogia de la solidaridad.

Una vez llevado a término estas inoculaciones masivas en la población y, debido a que el deterioro económico y el empobrecimiento de la población, con inflaciones y coste energético exagerados, no se podían estirar más, ahora nos vienen con un  nuevo virus para desviar la atención del desastre al que nos ha llevado su plan globalista utilizando como chivo expiatorio la guerra Rusia-Ucrania, otorgándole toda la culpa a Rusia, de manera que el progresismo, nuevamente, ha vuelto a inocularse con una nueva dosis de globalismo neoliberal, aceptando que esta crisis económica se debe a esta guerra y, cuando de la misma, las consecuencias que se obtienen son un aumento armamentístico, el que se extienda a más países la OTAN,  y si nos referimos a la crisis energética, que a través de esa agenda 2030 y, justificando  esa necesidad energética, al final se dé la circunstancia, nada más y nada menos,  de que la izquierda ecologista vuelva a traicionar sus principios, llegando a aceptar, por el bien común, que una energía como la nuclear o el fracking, o incluso el establecimiento de energía eólica sin los estudios ambientales e independientes correspondientes, se considere como energía verde, utilizando argumentos demagógicos de la  misma manera que se han llevado a cabo durante la pandemia, en este caso, ecología vs pobreza energética, al igual que l eslogan utilizado durante la pandemia, economía vs salud.

Pero como el tema de la guerra no es suficiente, ante el panorama tan esperpéntico que tenemos delante y con el fin mantener a la población en una pasividad más absoluta, y para mantener ese virus neuronal ,nos vienen ahora con el virus de la viruela del mono como una nueva zoonosis para, por una parte, justificar sus argumentos del pangolín y el murciélago utilizados con la pandemia de la COVID, pero sin preguntarse algo tan lógico ¿cómo es que antes no se había dado ninguna zoonosis cuando monos ya existían?, ¿es que nos vuelven con otro virus al igual que el VHI donde se estigmatizó a un sector de la población?

Lo que nos debe quedar claro es que el neoliberalismo continuará con su enriquecimiento, volviendo a poner en escena la viruela y, de esa manera, prometer a la población que habrá una nueva vacuna, cuando precisamente ellos, y es científicamente discutible, nos  dijeron que se había erradicado gracias a su vacuna de épocas anteriores, y, por otra, mantener los niveles de dosis suficientes de la inoculación del miedo en la población, no vaya a ser que ésta acabe despertando y se dé cuenta de que la vida en si tiene sus riesgos, pero que el mayor riesgo es precisamente el morir en vida por no aceptar lo que es propio de ella misma.”

Me llega también la recomendación de leer, ante la nueva amenaza, de la extinguida viruela, el libro Desvaneciendo Ilusiones de Suzanne Humphries.

Y surge en alguno la duda, razonable, cuando menos, de si estaremos ante una especie de Crimen organizado, y volvemos a jugar a otro juego siniestro. Sanidad y las Comunidades Autónomas –dice quien esto aporta en las redes– han aprobado un protocolo para la detección precoz de casos de viruela del mono. Prepárense, porque, ronchas en la piel, serán la señal de la ‘viruela del mono’. Tienen preparado todo: test para identificar la ‘enfermedad’ y las medidas contra el apestado. La película se llama ‘Plan-demia, 2ª parte. Disfruten de la película. Cine de humor –macabro, añado–. Compren palomitas”. Y añade este enlace al respecto de informativos Tele 5, otra “causalidad”.

3 Comentarios

  1. A estas alturas, quien se crea lo del mono es que le faltan dos hervores, sinceramente. Ya hay que ser idiota primeramente para estar todo el santo día delante de la maldita televisión y además tragarse sin criterio ni análisis todo lo que le digan. Intentar convencer a los atontaos de que han sido manipulados y engañados vilmente es en vano y se trata en su mayoría de personas que viven muy a gusto en una realidad dantesca e infernal que condena a la miseria, al apartheid y al exterminio a cada vez más personas, donde los valores cristianos son denostados y sustituidos vilmente por el odio y la burla hacia el prójimo, el egoísmo más recalcitrante y un mal demoníaco que cada vez más personas acogen en su seno. Me temo que lo que va a quedar de aquí a treinta años en este país va a ser la purrela social más deleznable que haya habido jamás. Con un poco de suerte, no lo veré. Que Dios nos asista y Jesucristo nos proteja.

  2. Pero…que vienes aquí a lavar la imagen del PP; del narco dictador Feijoó y su satánica madrileña; a poner a los genocidas progres en desgracia para traer el advenimiento del narco porque te lo ha ordenado tu amo; o vas a hacer un artículo en el que “de verdad” hagas periodismo REAL y le digas al ciudadano la ACTUALIDAD del GENOCIDIO GLOBAL????.

    Ya empezamos con los estómagos agradecidos….

  3. Hay algún comentario que no le encuentro ni pies ni cabeza. Yo, por desconocimiento científico alguno, no puedo opinar del virus de la enfermedad del mono, y de la mona, que se le olvida a la izquierda citar, tal y como hice con ella COBI-19. Habiendo comentarios contrapuestos de científicos, que comentaron y comentan sobre ambas enfermedades, ¿Quién soy yo para decantarme por una u otra versión? Lo que si nunca haré es decir conterías sobre un artículo como este, que ni es de izquierdas ni de derechas; como mucho, del poder del dinero.

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