Vender en internet ya no es una opción, sino una obligación para todos tipos de empresas. La digitalización de la economía se ha acelerado con la pandemia y el consumidor ya se ha acostumbrado a no tener que acudir presencialmente a las tiendas. En esta tesitura, las marcas tienen un amplio margen de actuación para ofrecer servicios adaptados a los nuevos gustos del usuario. La venta en social o social-point-of-selling es una de esas tendencias que han venido para quedarse. Esta costumbre es cada vez más común entre los jóvenes.
Esto quiere decir que las marcas que tienen entre la generación Z y los millenials su principal fuente de consumidores, deben implementar medidas que permitan esta práctica.
Los jóvenes pasan una parte importante de su tiempo libre en estas aplicaciones, con diferentes motivaciones. La búsqueda de entretenimiento sencillo ha dado lugar a una forma de venta menos invasiva que tiene muy en cuenta los gustos del usuario. Se trata de aplicar los conocimientos que ya tenemos sobre venta en internet a las redes sociales.
La clave, es conseguir ofrecer contenidos interesantes para los usuarios, que les sirvan de inspiración. Este tipo de contenidos digitales no tienen esa apariencia comercial o de spam que tienen los que son puramente de venta. Gracias a diferentes rasgos de las redes sociales, es posible añadir enlaces al punto de venta. Así, es posible captar la atención del usuario con publicaciones sobre estilismos de moda y añadir la opción de adquirirlos con un solo clic.
El social-selling se incrementa un 34% en el último año
Los datos son innegables a la hora de entender por qué los jóvenes están comprando más que nunca usando estos canales. El crecimiento de esta práctica supondrá este año un 34%, llegando a superar el 4% de las ventas totales de retail online. Sin duda son unos datos muy esperanzadores para el sector. Solo tenemos que pensar en que no todos los usuarios de internet utilizan redes sociales y que la venta por redes sociales es relativamente reciente. De hecho, aún hay muchas redes sociales mainstream que no tienen opciones de social shopping.
Esto es precisamente lo que redes sociales como Snapchat, TikTok o Pinterest están trabajando. La idea es conseguir espacios cómodos e intuitivos en los que comprar, sin saturar de product-placement el feed de una persona. Para muchas marcas, conseguir esta exposición es una tentación para emplear las técnicas de marketing intrusivo de siempre. Sin embargo, tener en cuenta la experiencia de usuario (UX) es la clave para conseguir esa navegación distendida que es más proclive a la compra.
También es importante que las marcas entiendan que para conseguir el éxito en el social-selling, es necesario conocer los tiempos del usuario. El llamado customer journey hace referencia a los pasos que van desde que un usuario siente una necesidad o se despierta en él la curiosidad hacia un producto, hasta que lo compra. En este proceso puede haber muchas etapas y la decisión no es tan sencilla como coger una marca u otra en el lineal del supermercado. El consumidor de cada marca es un mundo, por lo que se recomienda invertir en investigación para conocer a la perfección a cada perfil.
La creatividad y el consumidor como factor diferencial del social selling
Para muchas empresas, este es el punto en el que surgen las dudas. Según el estudio The influencer Marketing, la mayoría de productos que se venden así son de tecnología y vestimenta. Sin embargo, hay muchos otros sectores que podrían aprovecharse del tirón actual de las redes sociales y vender en ellas. Sobre todo teniendo en cuenta que, según los datos, 6 de 10 miembros de la generación z ya lo han probado.
Las empresas tradicionales no están seguras a veces de si este modelo es compatible con lo que llevan años haciendo. La realidad es que no solo es compatible, sino que es necesario. Hablamos de conseguir expandir las cuotas de consumidores potenciales con una mínima inversión en mantenimiento de redes sociales. El factor diferencial aquí es la creatividad y las conclusiones que se sacan del propio consumidor.
Aplicando una estrategia apropiada, las ventas aumentan, ya que los mensajes se colocan en el lugar adecuado dónde deben verlo los interesados. Esto es posible trabajando de la mano de expertos digitales, en este caso, de especialistas en social media: un copywriter, un especialista en meta ads o un community manager freelance que puedan ayudar a la empresa a conectar mejor con las audiencias más relevantes. Por ejemplo, si se trata de locales que ofrecen un servicio en persona, es posible incorporar las páginas de social como punto para reservas. También es posible ofrecer incentivos para reservar en las propias redes sociales, como un descuento o un bono de bienvenida. Además, se estudian los posibles motivos por los que algunos consumidores desisten. En esta estructura de venta online, el especialista en social-selling sabe cómo incorporar los productos “comprables” en las redes sociales.
Sin duda es una de las grandes revoluciones que están llegando a los hábitos de consumo. El social selling podría alcanzar a todo tipo de redes sociales, apuntando así hacia targets de consumidores aún más específicos.