destruir

No hablamos de Putin y sus matones; esos no tienen remedio. Aquí hablamos de los muchos instrumentos y herramientas que utilizan ministerios, partidos políticos, muchos parlamentarios, sindicatos, grupos de presión, colectivos literales, etc. para destruir la sociedad a base de socavar, dinamitar y escombrar sus cimientos: la familia. Esto parece Mariupol.

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Su táctica implica trabajar simultáneamente en cuatro frentes: el primero consiste en volver peleles a los hombres; el segundo transformar a las mujeres disfrazándolas; el tercero, romper a los hijos adoctrinándoles con ideología desquiciante; y el cuarto frente es redactar leyes, absurdas por irracionales pero amenazantes, injustas y contra derechos superiores y mayoritarios; lo que las convierte en meros pasquines ideológicos de simple revanchismo pueril, o sea, leyes destructoras.

En defensa de los hijos ya escribí recientemente y lo seguiré haciendo.

Para los hombres solo tengo cuatro palabras: tontos quienes se dejan.

Hoy me centro en las mujeres: la esencia de la familia y la esencia de la sociedad misma, toda y siempre existe por las mujeres.

La familia es una sociedad de vida y la mujer-madre tiene la función preponderante. La esencia de mujer es vida; dar vida, cultivarla y hacerla útil y feliz. Ella se da, como sentimiento natural pues las personas son para ella como su propia estancia y en eso está la feminidad que no separa, que acoge el todo, el suyo y el de los otros.

Esas características y condiciones son la razón por la que quiere y busca vivir su vida en libertad, sin condicionamientos externos, sin imposiciones. Su naturaleza de mujer le dicta elegir por sí misma y tener los mismos derechos que todos, garantizados por las mismas leyes para todos.

Así es la mujer auténtica. No reivindica especiales derechos, leyes, privilegios, cuotas, ideologías, progresismo, colectivización, etc. No lo necesita. Ella elige en derecho y sigue su propia naturaleza; con naturalidad porque es un ser humano funcionando como tal.

Hoy se pretende, desde medios políticos e ideológicos, distorsionar todo lo anterior; intentan hacer miserables a las mujeres a base de tratarlas como si no fuesen diferentes de los hombres. Eso es encerrona, mientras hablan de inclusión.

Las 1800 diferencias naturales entre una mujer y un hombre, pretenden anularlas; si lo logran producirán monstruos. Y en ello está empeñado el ministerio igualitario. Por fortuna, carecen de tiempo para dedicarlo a transformar mujeres, tienen todo el tiempo dedicado a inventarse cómo malgastar el inmenso montón de euros que Sánchez les regala.

Richard Weaver habla de la peor dolencia que subyace en muchas mentes modernas; es, dice, el desprecio por el orden natural. Así es en el tema que comentamos. Su rabia por la igualdad está destrozando tanto física como mental y socialmente a muchas mujeres.

Tenemos la gran suerte de que son lo mejor de nuestra sociedad las que pasan olímpicamente de esa rabia. Ellas son mujeres y les basta con ello; no necesitan ni masculinizarse, ni mutilarse; tampoco des-feminizarse ni dejar de ser plenas al natural. Son muchas las que, además, alcanzan la plenitud de su naturaleza más excelsa con la maternidad; y ello a pesar de las muchas dificultades y una gran oposición que las rabiadas les ponen por el camino. Ellas siguen su naturaleza y con ello logran esa plenitud que las desiguala y las coloca en el supremo logro humano. ¿Por qué tendrían ellas que igualarse a los simples varones que no pueden acceder a tal plenitud?

“Mujer es la orquesta de volcanes sobre un terreno dormido”, dice la escritora Cristina M. Gago. Maravilla de expresión que nos ofrece la autora. Y eso me sirve para recordar que, a lo largo de la historia, ningún otro ser terrenal ha sido tan ensalzado, tan alabado, tan bien tratado por la literatura de todos los siglos como lo ha sido la mujer. ¿Estarán todos equivocados y solo tendrán razón las ultra-féminas de hoy que rebajan, insultan, desprecian y disfrazan a la mujer que lo es en toda su grandeza?

La mujer que lo es, que tiene esencia auténtica de mujer, femenina, fuerte en su ser-obrar-pensar; quiere, busca, aprecia al hombre con energía masculina, al hombre que compite con nobleza, al que toma y asume riesgos, al hombre que muestra coraje y determinación, al hombre resiliente que cree en algo y está dispuesto a sacrificar su vida por ese algo. Esos que son más que los peleles idiotizados por la ideología progre, éstos últimos son los buscados y moldeados por las masas de chillonas callejeras, muchas carentes de feminidad y que se han vuelto misándricas.

Termino citando a Reese Leyva en su oda “Recuerda mujer”: “Naciste la narradora de tu propia historia, ante nadie te has de arrodillar … Recuerda mujer tu poder y tu armonía; la profundidad de tu corazón inmenso como el mar. Nunca olvides que eres mujer, divina, como lo has sido desde el comienzo”.

¿Cuándo nos libraremos de tantos destructores sociales? El daño que causan a niños, mujeres y hombres débiles es inmenso. Deben reconocer algo tan simple como es el respeto a toda persona: Todos iguales en derechos y deberes ante la ley. Lo que se sale de ahí es: ¿violencia, odio, ideología antihumana, rabia, envidia, …? ¡Cuán miserables valores! Agudas herramientas para la destrucción.

  1. Llaman a destruir con la inestimable ayuda y colaboración del gobierno de turno a la cabeza.

2 Comentarios

  1. Me lo dirá a mí señor mío, el daño inferido por esa caterva de acomplejadas empoderando la fealdad, la ordinariez, la vulgaridad, y destrozando la armonía de las cosas. Interfiriendo en el fluir natural y demonizando a las hacedoras de vida.

    – Me procuré una pensión paupérrima.

    – Me aguanté con el pavoneo constante de las lisenciadas envanecidas por su título (titulitis autoinmune).

    Estuve sola (bueno, a decir verdad acompañada de las “sustitutas”:esas abnegadas “chicas” a las que los críos se aferraban como tabla de salvación de la ausencia empoderada de sus madres) despidiendo a los autobuses que se llevaban a mis hijos de excursión.

    No me “realicé” profesionalmente según se esperaba de mí. Fui verso suelto en una composición dada y no quise bailar ese son que no me motivaba.

    Me costó – mi contumaz resistencia a dejarme llevar por la corriente – un matrimonio condenado al fracaso, porque esa ola de progrez generalizada, dio como resultado esos hombres débiles que Ud nombra, a caballo entre lo “viejo” y lo “nuevo”, entre sigo posicionado en las ventajas del antiguo orden y me agencio también las que el nuevo me procura. O sea, coge la escoba dentro y fuera, que yo ya disfrutaré la comodidad y ventajas de los dos por los dos.

    Tengo como resultado unos hijos que no cuestionan mi autoridad, podrán hacerme caso o no (lo normal es que sea “ni puto caso”….. jajajajaja) pero no me la niegan, me la reconocen y admiten pues me la gané a base de sacrificio, entrega, abnegación y “estar siempre ahí”.
    Los amparé y sigo haciéndolo. Nunca fui mamá de fin de semana y con pocas ganas de implicarse o ser un “tostón”. Nunca eludí el papel que me tocaba, nunca reivindiqué mi yo. Siempre los puse a ellos por delante, siempre los “empoderé” por sobre todas las cosas, ellos siempre eran lo primero, lo segundo y lo tercero y mis “ganas” de …….secundarias siempre.
    “Vi” como todas (o casi todas) abrazaban como suyo, aquel mantra acuñado para sedarnos la conciencia: “no es cuestión de cantidad sino de calidad”. Como si educar se pudiera aparcar como un coche solo para ir a “disfrutar” al chaletito el finde. Como si los niños estuvieran siempre receptivos o solo de sábado a domingo. Como si las ocasiones del ejemplo se pudieran programar para que te vengan al pelo justo cuando las necesitas y no estropean tus planes de Supermamá estupenda. Como si estuvieran ahí aparcadas para cuando las necesitas para educar sin que se note (léase ver dibujos, series o películas juntos y aprovechar para soltarles el sermón que de otra forma, frío, ni de coña te admitirían). Las ocasiones las pintan calvas reza el dicho, pero no, ellas se creyeron que todo les vendría tal cual el manual y desdeñaron la “cantidad” esperando dar esa “calidad” en tiempo récord, que al final resultó en la nada. Demasiado cansadas, demasiados problemas, demasiadas horas perdidas como para perder más en “educar”. Mejor mimar y consentir, la cal, sin el contrapeso de la arena. Ahora vemos el resultado en tanto desnortado deconstruido (o ni siquiera construido, y en el peor de los casos malformado) que sigue la zanahoria como si fuera un manjar.

    Fui amparo, cobijo y esa cosa que parece ni sufrir ni padecer. Esa cosa que siempre está ahí impertérrita contra viento y marea. Comprenderá que con esa mentalidad tan mía de estar siempre “ahí” ocupada en ser y estar, poco tiempo o ninguno me quedó para odiar. Sí que es cierto que detesté a su padre (yo no diría que odié) por no ver en la mezquindad que se había dejado sumergir, pero nunca como para dejar que le destrozaran la vida (y podía, ahora todas podemos destrozar a placer), Simplemente le abandoné. Mi alma le abandonó mucho antes de que lo hiciera mi cuerpo físico, hasta eso sacrifiqué por su bien (el de mis pequeños monstruitos).

    “Techo de cristal” consideran la maternidad sin decirlo abiertamente, por eso rompen en mil pedazos el fruto de sus vientres como si fuera el espejo que refleja su fealdad. Por eso prefieren solventar “el problemilla” rápidamente y seguir como si nada. Pero se atraen hacia si mismas la maldición del espejo roto: 100 años de mala suerte (que vienen a ser los trascurridos desde la gripe española. Que casualidad, verdad?) Que sufrimos todos por su iniquidad. Con ese hecho deleznable el universo se resiente, se desajusta, se retuerce de dolor y con más celeridad se reorganiza para sacurdise lo que lo desestructura (estoy convencida de ello), ese hombre caído en la abyección.

    “Cuando un pueblo olvida sus virtudes, lleva en sus propios vicios su tirano” (Núñez de Arce).

    Si eres capaz de matar lo que llevas dentro, qué cosa no le harás al que se te ponga enfrente dispuesto a hacerse de respetar?. En esas estamos ya con esas “cosas” completamente enloquecidas y dispuestas a todos por no retroceder ni un milímetro de esos 3 pueblos que se han pasado.

    En fin señor mío, que me va a contar Ud que yo no haya sufrido ya?.

    Me siento orgullosa de lo estúpida que fui, que cosas, verdad?. Y más orgullosa de mi estupidez que me sentiré, cuando las vea a todas cobrar la misma paupérrima pensión que yo, sin el reconocimiento y el amor incondicional de sus hijos. Que me quiten lo bailao y esos momentos que no me perdí, igual puede alguna. Al final solo nos queda el amor y la compañía, lejanos ya los días de “gloria”.
    Yo me siento con la satisfacción del deber cumplido y con la duda perpetua de si di todo lo que podía dar, si pude hacer más (ahora con lo del 💉sobretodo). El egoísmo propio siempre planea sobre los que siempre nos echamos la culpa de lo que ha ido mal. Siempre viene a visitarte en horas bajas y momentos de tribulación, para darte un baño de humildad y recordarte que igual, lo pudiste hacer mejor. Pero que sabrán ellas de remordimiento XD!.

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