Volvemos a habla de “el brindis”, y lo hacemos con un artículo publicado en el semanario El Ruedo que dice así:
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«El brindis es… ofrenda y obsequio, Ilusión y desafío, primer saludo o súplica de confianza y perdón. Todo depende del momento psicológico en que el brindis se hace y ante quien es hecho. Nosotros vemos en el brindis una supervivencia de las ofrendas rituales en los sacrificios ante las deidades de la paganía; del saludo de los gladiadores ante los Césares.
Hoy, este saludo, este rito, ha tomado un aire campechano y confianzudo para halagar y azorar a los amigos, o para hacer enrojecer, con arrebol nuevo, un rostro encantador de mujer, o, en tono menor para pedir palmitas al respetable…, muchas veces cuando no se tiene la seguridad de obtenerlas al final.
Por eso el brindis —sobre todo el brindis al público— ha de, usarse como el coñac: con moderación. Al público, es verdad, le gusta. Pero le gusta, sobre todo, el brindis hecho a una mujer de bandera, porque así cada parroquiano puede echar la fantasía a volar y poner en marcha una novela, un romance, una ilusión, luminosa como una tarde de toros».