Hoy nos hemos encontrado con un mensaje en Twitter en el que se pedía algo totalmente legítimo, pero en el que fallaba por completo con la argumentación, bajo nuestro punto de vista. Trataba sobre la votación el Congreso para eliminar el uso de mascarillas en interiores el vomitivo resultado de esa votación, que demuestra hasta qué punto están todos los partidos políticos vendidos. El uso obligatorio de las mascarillas, no nos cansaremos de repetirlo, tiene como objetivo el sometimiento de la población, no tiene nada que ver con un asunto sanitario.
Votación para la eliminación de las mascarillas en interiores.
Guardaos esta foto. pic.twitter.com/LT8cvC2BKn— Francisco Javier Juan Muñoz (@franjuann1) March 10, 2022
Hasta ahí, completamente de acuerdo. Pero después, este mismo usuario de Twitter publica un vídeo en el que ofrece sus argumentos. Cuando escuchamos esos argumentos, no podemos estar más en desacuerdo. Nos habla de porcentajes de vacunación y también nos habla de “recuperar nuestras libertades”. Nada más lejos de la realidad, bajo nuestro punto de vista.
— Francisco Javier Juan Muñoz (@franjuann1) March 10, 2022
En primer lugar, ya conocen ustedes nuestra opinión sobre las inoculaciones. Que España sea uno de los países en los que más éxito haya tenido esta experimentación, nos parece triste y dramático a la vez. Por eso nos parece que este tuitero acierta en el objetivo, pero falla con la argumentación.
Pero hay otra cosa, ¿creen ustedes que esos pamplinas que hay en el Congreso, los Rufián y compañía son alguien para votar sobre nuestras libertades? Nuestra libertad es nuestra, nadie nos la puede dar. La tenemos y punto. Tenemos que luchar cuando nos la intentan arrebatar, pero ningún político tiene la potestad de devolvérnosla. En tal caso, debemos ser nosotros los que luchemos por ella. Voten lo que voten estos impresentables.
Se llama perspectiva equivocada y de ella emana la predisposición a la obediencia y sumisión.
Como yo he sido siempre una rebelde y una desobediente (no es que me atribuya yo tales “cualidades”, me pusieron los sambenitos por el camino), cualquiera que tenga el síndrome anteriormente descrito me provoca inquietud. En tiempos de calma suelen ser inocuos, cuando las aguas bajan revueltas, el sumiso obediente se vuelve un auténtico peligro para los espíritus libres (con todas sus consecuencias). No pueden entender que la sumisión no es una opción para nosotros, parece que sus amos tampoco lo acaban de entender, y ahí andan intentando doblegarnos. Para los primeros es algo incomprensible nuestra “testarudez” y “terquedad”, para los segundos algo inadmisible. Para unos y otros, ya hemos pasado a ser “algo personal”, no nos van a dar ni un respiro. Inventaran e inventaran de todo, pero como para inventar se requiere de mucho ingenio e imaginación – cosa incompatible con la gente acomodada y la acomodaticia – pues se les va viendo la torpeza y con ella, cada vez más, el plumero.
A estas alturas alguien duda del GRAN ABSURDO de llevar un trozo de tela sobre la boca?…pues todavía hay gente imbécil y cretina que creen que sirve para algo…a nuestro modo de ver para parecer idiota.
Los jóvenes,no se atreven a quitársela,aunque ha salido una moda japonesa en la que se usa para una estética de tribu urbana…y lo que han hecho con los niños…es tan criminal!
Pero no olvidemos que estamos bajo una dictadura social comunista,apollada por el borregomatrix.
El tapabocas o bozal como lo denomino yo , no sirve para nada. Está más que demostrado científicamente. Su uso compulsivo por la mayoría de la población española obedece a un fenómeno psicológico de masas y no a una razón científica. Los políticos son cobardes y acomodados por naturaleza y por eso no se atreven a decirle al rey que está desnudo.
Utilidad de la mascarilla.
Mermar la salud física y mental de la población, al prologar su uso.
Descubrir al disidente de forma evidente. Y por tanto obligarle a sentirse incómodo fuera de la aceptación general.
Anular la identidad, y personalidad, sometiendo a la obediencia, obligando a la aceptación de pérdida de derechos.
Mantener el escenario de la farsa de grave peligro, mediante el teatro del miedo obligatorio.
Destruir la amabilidad, y solidaridad, que pudiera suscitarse en las actividades cotidianas, dificultando las relaciones humanas, de empatía y afecto.
Arruinar los negocios basados en la relación social y de amistad.
Impedir la comunicación y organización, que pudiera generar disidencia.
Dificultar las relaciones de parentescos familiares de contacto.
….
¿ Quién dijo que la mascarilla no servía para nada?
Serán los negacionistas esos… terraplanistas.