Sigo empeñado en hablar de toros y de toreros. Me aburro hablando de la endémica crisis de la fiesta, del IVA, de ayuntamientos regidos por garrulos o/y garrulas, de normas abyectas para con los menores en tal o cual país, de figuras pintureras y planas que ya tienen seleccionado al toro (porque siempre es el mismo), que van a matar y así hasta el hartazgo más infinito. Yo lo que quiero es hablar de la recuperación del auténtico tercio de varas, de toreros postrados en el olvido que merecen salir del armario; que ya va siendo hora de que las empresas se dejen mangonear por los apandadores habituales, que no hacen sino perpetrar carteles y descastar las ferias. Quiero dejar de hablar de los antitaurinos que manejan el cotarro.
[No Podemos Estar Más En Desacuerdo Con Lo Dicho Por Jesús Calleja Y Amaia Salamanca]
Desde Valdemorillo hasta, Dios mediante, Zaragoza, pasando por pueblos de tercera y Francia, nos queda un mundo para recuperar el tiempo perdido, como bien dejó dicho Proust. Así que basta de zarandajas y dejemos a los más pacientes y con el espíritu más docente de entre nuestros hermanos aficionados, tratando de lidiar con los analfabetos habituales y los recién llegados. Hace bien poco un familiar, que hacía años que no veía y con el que años ha, compartí buenos ratos en Las Ventas, me espetó, con sonrisa de perdonavidas incluida:
- ¿Sabes?, ahora soy un antitaurino furibundo.
Al punto, me quedé mirándolo, me fui alejando y no hubo nada. Creo que intentó justificarse, pero sus últimas explicaciones, en forma de balbuceos, me pillaron ya muy lejos. Hasta hoy. Ya no me ocuparé más de gentecillas así. Seguiré en lo mío buscando carteles atractivos, aunque los avances, no parece que vayan en ese sentido, me iré a Francia (si el Napoleoncito del Elíseo me lo permite) y en este plan.
Ya me estoy regalando viendo lo que nos espera, porque gracias a mi misantropía, puedo dedicarme a lo que más me gusta, evitando al mismo tiempo a los pelmazos que repiten los mantras aprendidos en los diferentes comités centrales, quiero decir, los medios de manipulación de masas amorfas. Me gusta mucho este silogismo.
El gran momento del año, que no es otro que la Isidrada, empieza a vender rumores por aquí y por allá, eso, de eso es de lo que quiero hablar con mis congéneres, de lo otro, ya estoy más que harto. Espero que el año no se nos vaya, sin ver a los que nos dejaron con la miel en los labios, cuando antes de la plandemia.
Sólo deseo que los tendidos se vuelvan a llenar de sonrisas, claveles reventones, color, belleza y tiremos al tacho de la basura, las miles de mascarillas contaminantes, antiestéticas e inhumanas que hemos lucido, con inusitado orgullo, durante medio lustro. Ciertamente, por momentos, parecemos unicelulares.
En suma, es llegada la hora de aparcar el Cossío y otras obras del mismo tenor, en sus respectivos anaqueles y volver a la actualidad, a la actividad, a los viajes, a las ferias, a los toros y a obviar a los cansinos loros que no saben lo que dicen, pero cuidado, porque si se los escucha, uno puede llegar a correr severos peligros y terminar, como el del chiste, diciendo a la perfección “carchuto”.
El campo, la gente del toro de bien, debe volver a recluir al urbanita y no dejarse arrastrar por modas que, probablemente, el año que viene pasarán de moda.
*Un artículo de Bienvenido Picazo
Buen artículo de un taurino cansado del pensamiento único.
Respecto a tu familiar, en un curso de formación aprendí, que amigos verdaderos se pueden contar con los dedos de una mano incluyendo, por supuesto, a familiares y demás conocidos. ¿ A cuantas personas se les puede contar un secreto?. De una mano sobran dedos.
Good job