Una nueva mirada en el día de San Valentín

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Las olas del mar, llegan y se van, sin querer se pierden en las arenas blancas y ondeadas de sus playas, es ahí, donde las calientan y las envuelven, se las traga, sorbo a sorbo, así se van perdiendo en las entrañas de la tierra. Así eres tú, como las olas del mar.

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Eres parte de la sangre que bulle y hierve en mi corazón. Tú eres para mí, el manantial de agua cristalina que refresca y donde hace reverdecer mi primavera, donde me abrigo en tus ardores para pasar el verano.

Tú eres para mí, el hormigueo que siento a todas horas repiquetear en mi corazón. Eres la semilla que día a día vas sembrando en mi ese enamoramiento hacía ti, en donde vas derramando los pétalos de tu sonrisa, de tu olor recién salido de la flor. También eres el néctar donde el aguijón de mi amor dio en tu corazón un día, un día de San Valentín, dándole alegría y ganas de vivir locamente, dándole ganas de existir. Tú eres la hembra que necesito para ser hombre, para sentir esta pasión. Anoche intenté dormir y no pude.

Cada día que pasa me embrujo en el encanto que atesoras en esa silueta que siempre me acompaña., dejando en mis recuerdos de ayer y de hoy la evidencia, de este amor que siempre me acompaña. Conforma pasan los días veo el glaciar en tu figura, donde se apaga el fuego de mi pasión.

Han pasado muchos días de San Valentín y aún veo tu rostro henchido de amor. Las contrariedades las hemos asumido con naturalidad, como las olas del mar que, como llegan se van. Las tormentas han pasado por nuestro lado, las hemos burlado con el paraguas de nuestro amor, con cariño y entrega.

Aún veo en tu mirada esa cascada de agua clara y trasparente. Cuando pongo mis dedos en el rosal de tu vientre, siempre me azoro y me turba un relámpago, de un fuego como como si fuese el primer día. Bendito se el Todopoderoso   por haberte puesto en mi camino aquel día que estaba amenazando la llegada de la primavera, de tu primavera y de la mía.