El diccionario RAE nos ofrece ocho significados. Para nuestros académicos, un sacrificio puede ser una “ofrenda a una deidad” y también una “matanza de personas en una guerra o por una determinada causa” (Posiblemente el “pandemónium” encaje en ambos supuestos). Etimológicamente, sacrificar significa “hacer algo sagrado” sin que se identifique ese “algo” que hay que hacer. Lo esencial, por tanto, para que exista un sacrificio no es la cosa que se sacrifica sino la intención de sacrificar, eso es, de transformar en sagrado lo que, obviamente, no lo era. Todo sacrificio es una acción transformadora que supone un esfuerzo, un trabajo, un sufrimiento, se ofrezca a Dios o al Estado. ¿O no son sacrificadas unas oposiciones a funcionario?
Lo cierto es que siempre ha habido personas dispuestas a sufrir por alguna causa, a sacrificarse. No es raro que estas personas estén dispuestas a hacer sufrir a los demás si creen, como dicen, que sacrificarse “es bueno”. Esos sacrificados-sacrificantes han construido una sociedad de sufrimiento, en la que se ensalza aquello de “la letra con sangre entra”, en la que se homenajea, no a los que más razón tienen, sino a los más sufridos.
Es lógico pensar que nadie estaría dispuesto a sufrir si no creyera que tiene alguna utilidad. Para el funcionario, la idea es sufrir unos cuantos años para obtener una plaza que le asegure “una vida estable” hasta la muerte. Ese es el cielo de los funcionarios. Para los creyentes, se trata de sufrir, en esta vida finita, temporal, para asegurarse otra vida infinita sin sufrimiento. ¿Cómo puede haber una vida finita más otra infinita si el infinito lo abarca todo? Eso tendrás que preguntárselo a ellos.
Cosa también difícil de comprender es ¿De qué le vale a una deidad el sufrimiento de sus seguidores? Si Dios es todopoderoso ¿Para qué puede necesitar tu sufrimiento? ¿No es mejor tener a los seguidores contentos? ¿No es absurdo que Dios te proponga que sufras para ganarte el derecho a no sufrir? ¿Quién sino un sádico vería en el sufrimiento un medio para gozar, sea un Dios o un gobernante? ¿Cómo se puede amar a alguien así sin ser masoquista? Es por eso que los que han interiorizado ese camino de sufrimiento no pueden concebir a Dios como digno de amor, si acaso lo conciben como digno de ser temido. Ellos temen a Dios, y quién teme no ama, porque amor y temor son incompatibles.
Sufrir para alcanzar el goce es como guerrear para alcanzar la paz. ¡Un contrasentido! Quién transita ese camino, se ve en la necesidad de inventar un futuro en el que proyectar ese goce pues, si algo tiene claro un sufriente es que no está gozando en el presente. A esa proyección la llama “esperanza”. ¿Quiénes son los que tienen interés en que creas en ese futuro esperanzador? El banquero te dice “Ahorra hoy y en el futuro obtendrás intereses por tu sacrificio. El gobernante te dice “Apriétate el cinturón y en el futuro habrá crecimiento”. El sacerdote te dice “Reprime tus ganas, en esta vida, y gozarás en la futura”. Es siempre una ganancia hipotética la que lleva a sacrificar el presente, en contra del sentido común que nos dice que “más vale pájaro en mano que ciento volando”. Es siempre un acto de comercio, una “inversión”, algo hecho a la inversa, al revés. Banqueros, políticos y sacerdotes ¿No son todos especuladores? ¿Quién les entregaría su presente cierto a cambio del futuro improbable que ellos prometen? Obviamente, alguien que sufre. Sin sufrimiento, ellos no tendrían nada que hacer. ¿Quién ha influido más que ellos en nuestra sociedad? ¿Quién ha causado más sufrimiento que ellos?
Es necesario transformar la cultura del sufrimiento en la cultura del amor, porque amor y sufrimiento son excluyentes. Pero hay un problema, y es que, si empiezas a regirte por el amor, ahora, dejas de sufrir ahora y eso supone la ruina del banquero, del político y del sacerdote. Para que siga funcionando su sistema necesitan que creas que es en el futuro cuando se deja de sufrir, no en el presente. Transformar el futuro incierto, inseguro, improbable, lleno de temor, que ellos venden, en un presente lleno de amor, es el único sacrificio que pide Dios, porque Dios es amor, porque Dios y amor son “la misma cosa”. El problema es que nada hay más anti-sistema que Dios (o el amor) y aún hay personas que tienen esperanza, que esperan algo del sistema.
TECNOLOGÍALa Destrucción Del Tejido Placentario Por COVID-19 Provoca El Nacimiento De Niños Muertos Y La Muerte Neonatal Por Lesión Hipóxico-Isquémica, Según Un Estudio De 68 Casos De Placentitis Por SARS-CoV-2 En 12 Países.
TECNOLOGÍAGran Jurado Para La Investigación De La Crisis Manufacturada Del Covid-19 (Días 2 Y 3): La Prueba PCR Y El Telón De Fondo Histórico Y Geopolítico.
Hay dos tipos de sacrificio,el que realizó nuestro Señor Jesucristo para salvar a la humanidad…y los que hacen los globalistas:sacrificios de sangre brutales en los que violan torturan y matan a niños inocentes para extraerles sangre con altas dosis de adrenalina,que luego consumen en origias…para tener la mente alterada y no sentir dolor ni pena ni remordimiento de obligar a la gente a autosacrificarse en una inmolación a Satanas.
En la Tecnocracia digital que nos imponen, un algoritmo impedirá que publiques estas reflexiones, por trascender a lo políticamente correcto. Y en la Tecnocracia 2.0, un algoritmo impedirá, que reflexiones como estas se plasmen en tu mente.
Puede que los que reflexionamos fastidiemos su plan ¿no?