verdad

Todos sabemos que la primera víctima de una guerra, sea civil, mundial, galáctica o entre vecinos, es la verdad. Llevamos años, muchos, demasiados, quizá desde los tiempos de William Randolph Hearst, Kane para los amigos, en que la prensa se erigió en la primera forma de mentira dirigida al gran público, a la masa, al erial que formamos millones y millones de consumidores enajenados por el trampantojo de esta sociedad cansada de ser feliz, como diría el gran Juan José Campanella.

[No Podemos Estar Más En Desacuerdo Con Lo Dicho Por Jesús Calleja Y Amaia Salamanca]

No me cabe ninguna duda, de que los que pergeñaron toda esta farsa liberticida, tuvieron en cuenta que sin la canallesca, no podían ir muy lejos, por muchos laboratorios, comités de expertos, reputados médicos, universidades, presuntos artistas, deportistas, extras varios y por descontado, políticos de toda laya, hubiesen estado dispuestos a contribuir al éxito de esta hecatombe sin precedentes. El ser humano ha llegado hasta aquí entre miles de conflictos armados de pimpampum, lo que no sabíamos es que ahora las grandes, silenciosas, y no menos destructivas guerras, se hacen desde la complicidad ominosa de los medios de manipulación.

No recuerdo el tiempo que hace que no compro un periódico de papel y no, no crean que es por mi adicción a los aparatos electrónicos, no, nada me daba más placer que tomarme un café matutino oliendo a tinta. Las canas me fueron, página a página, abriendo el magín y darme cuenta del engaño al que estuve siendo arteramente sometido, cual martillo pilón.

La televisión también hace ya muchos lustros que no cuenta con mi sustento, sólo la enciendo para ver películas, a ser posible clásicas y Canal Toros. Bueno, a mi mujer le gusta recrearse también con Canal Cocina. Hago otras excepciones, claro, pero son tan excepcionales, que no dan ni para lo anecdótico. Qué decir de la radio, que me acompañó dándome calor y ánimos, durante mis años de estudiante y donde por fortuna al cabo de los años, pude hacer mis pinitos como locutor en una emisora aficionada, hoy sigue contando con mi apoyo, pero sólo las emisoras muy minoritarias y las de música (a ser posible, clásica).

Trato de informarme leyendo y recurriendo a los canales habituales de las gentes que emiten, esquivando la censura, a través de internet. Tan honorables como modestos medios como WWW.ELDIESTRO.ES, hacen el resto. Hay muchos como nosotros, pequeños, muy pequeños, pero muchos, ahí es donde debemos refugiarnos.

Verbigracia, observar cómo los medios tratan la rebelión de los camioneros, y los no tan camioneros, canadienses, es tan patético que roza lo criminal. Noticia es que nieve en agosto, no en enero, noticia es lo verdaderamente noticiable, no lo que deciden los medios que lo es.

Los informativos se han convertido en algo frívolo y lesivo para las meninges de cualquier ser pensante; más o menos les perdí la pista cuando empecé a ver que los telediarios hablaban de si Raúl había pasado buena o mala noche y se entretenían en transmitir quince minutos de prescindibles fruslerías futboleras.

Cuando todo esto pase, que pasará, los grandes damnificados van a ser los poderosos y los no tan orondos grupos de comunicación y toda su legión de periodistas mamporreros mantenidos por la mamandurria de las infames y fraudulentas subvenciones. La prensa en general, necesita carretadas de dinero público para ir tirando.

El periodismo va a sufrir y mucho, ya tiene el descredito de medio mundo y yo, no derramaré ni media lágrima cuando vea desfilar los ectoplasmas de los que se han hecho millonarios o de los que, ni tan siquiera tienen un sueldo digno, pero contribuyen al hundimiento de la decencia humana. Estoy pensando en las vomitivas agencias de verificación, terrorismo informativo, en toda regla. Es todo tan repugnante, que lo más saludable es hacer caso omiso.

Que nadie se llame a engaño, lo que sucede en nuestra mancillada España, es mutatis mutandis, un calco de lo que se cuece allende los Pirineos. Solía cotillear qué se cocía por esos mundos, pero es lo mismo que aquí, razón por la cual la sospecha de que todo es un montaje mundial, no es una paranoia de unos pocos conspiranoicos y alucinados como yo.

Lo mejor para defenderse de tanta agresión es hacer mutis por el foro y dedicarse en los ratos libres a cosas más productivas como leer, pasear sin mascarilla y, en la medida de lo posible, rodearse de gente no abducida.

En cualquier caso, sólo la verdad, o al menos su búsqueda, nos hará libres. Si van a la prensa a beber de sus fuentes, no les arriendo la ganancia.

*Un artículo de Francisco Córdoba

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