Leyendo crónicas taurinas nos hemos topado con una curiosa estampa, protagonizada por un espontaneo y un torero de plata. A mediados del siglo pasado era muy habitual que jóvenes se tirarán al ruedo con el propósito de dar algún pase al astado, los conocidos espontáneos.
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Figura que hoy día, por suerte, ya ha desaparecido, aunque algunos la echan de menos. Dice así la crónica que hemos titulado defendiéndose del espontáneo, en lo que se refiere a esta anécdota, correspondiente a la corrida celebrada en Madrid el 4 de agosto de 1957:
«Salió el quinto, «Cacharrero», número 160, y saltó al ruedo un espontáneo, que perdió en el camino del tendido a la arena la muleta. Luchó el intruso con guardias, areneros y lidiadores, distraída la atención del público por esta incidencia, fueron muy pocos los espectadores que vieron cómo Manuel Blázquez toreaba muy bien por verónicas al bravísimo «Cacharrero», que, a seguido, empujó muy bien en dos varas. Muy bien banderilleado por «Cantitos» y Manuel Márquez, llegó el novillo-en inmejorables condiciones al último tercio (…)».
En la fotografía que ilustra este artículo podéis comprobar cómo fue la “pelea” entre el espontáneo y uno de los banderilleros.