Quizá no sea original empezar con esta frase del Quijote, pero viene al pelo para expresar la larga espera que el agonizante presidente del Partido Popular nos lanza. A pesar de las peticiones de dimisión, públicas y privadas, por parte de algunos barones y miembros destacados del partido, amén de las voces de miles de militantes y simpatizantes que este fin de semana inundaron la calle de pancartas y vítores en favor de la traicionada presidenta Ayuso, y gritos de “Casado dimisión”, el aludido se enroca con sus malos consejeros de turno, y se niega a abandonar el mando. 

La tarde fue larga mientras esperábamos la fumata blanca del vaticano de Génova, que anunciaría no la entrada de un papa, sino la salida de un aspirante a dirigir el destino de la nación, antes de inmolarse y hacer añicos el proyecto. Pero la espera fue en balde y, tras más de siete horas de debate interno, un breve comunicado anunciando que, el lunes 28, Casado convocaría una reunión de la Junta Directiva Nacional. También unas palabras bastante insulsas de Andrea Levi aludiendo a lo grande que es el PP y lo unidos que van a estar enseguida. Con lo primero podemos estar de acuerdo, pero lo segundo permítannos dudarlo. 

En ánimo de ser empáticos, entendemos que se haga cuesta arriba interiorizar que, en cuestión de horas, se han esfumado las aspiraciones alimentadas durante años, viendo ya cerca el cambio de colchón del Palacio de la Moncloa. Pero así es la vida. Cuando se juega con fuego, hay que contar con las posibles quemaduras y, en este caso, son de pronóstico reservado. Es la ley de causa y efecto. Si mal estuvieron las filtraciones, la entrevista de la radio fue demencial. Ni el mismo diablo podía haberle brindado un micrófono tan envenenado.

Quizá sea hilar demasiado fino, pero tenemos la impresión de estar asistiendo a un pulso entre Casado y Feijóo. El presidente de la Xunta sabe lo que quiere y está decidido; pidió medidas urgentes, inmediatas. En sus declaraciones, no parecía estar de broma. La calma que acostumbra tener ante los micrófonos brillaba por su ausencia esta mañana e incluso dejaba ver un rictus de crispación, muy en consonancia con sus contundentes  palabras. Por eso esperábamos la dimisión de Casado y de su próximo o próximos. No obstante, en mi artículo de ayer me referí a él en pasado. 

Se dice que Feijóo está dirigiendo el proceso tras bambalinas y que esto no es algo improvisado. Me cuanta Gaspar Barrón, de Universal Radio, que la cosa viene de lejos y está relacionada con VOX. Es una historia un tanto curiosa, que habría tenido su origen en la moción de censura presentada contra Sánchez en noviembre de 2017, en la que el PP no solo no votó a favor, sino que acusó a Abascal de pisotear la sangre de las víctimas de ETA. Recuerdo que cuando oímos esto nos estremecimos. Fue un despropósito arremeter de manera tan desacertada contra el líder de VOX, que sufrió la persecución de la banda terrorista y tuvo que llevar escolta desde niño. La ruindad de Casado quedó demostrada ese día, y sé de muchas personas que le pusieron la cruz, incluido el partido vejado. Lo cierto es que, según la información que manejamos, VOX habría jurado no apoyar jamás a Casado en el caso de sumar mayoría en unas elecciones generales. De ahí vendría lo de buscar una salida airosa al líder del PP. Pero parece que, de airosa, nada. En los mentideros se dice que MAR estaría detrás de la filtración. ¡La política es un mundo aparte!

¿Qué piensan hacer hasta el lunes, aparte de seguir levitando y repitiendo que Casado es la alternativa y que es un orgullo tener a Teodoro? Ellos solos se dan cuerda. Les importan únicamente sus intereses personales, su ego, su poder, pero no el partido, que se está desangrando sin remedio. Pongamos por caso, que hacen una componenda y salen presumiendo de unidad. No lo creo, pero de los políticos, curtidos en hacernos ver lo blanco negro y al revés, se puede esperar cualquier cosa. En ese supuesto, ¿cómo lo tomarían los votantes, militantes y simpatizantes? ¿Están pensando en repartir burundanga para dominar la voluntad, como hacen los delincuentes? Se verá. De momento, se puede decir que Casado está trabajando para Sánchez, y lo hace muy bien.

Psicóloga, periodista, escritora

 

2 Comentarios

  1. Cuando una persona decide entrar en política, nadie duda de sus buenas intenciones, de sus ganas de hacer algo por el bien común, por identificarse con las ideas y proyectos de un partido con una supuesta base ideológica que, por el motivo que sea, confluye en gran medida con el suyo propio.
    Una vez dentro, pues afiliarse es fácil, empieza a conocer personas que deambulan por los pasillos de una sede, como si estuvieran haciendo algo tan importante, como para no fijarse en el nuevo paganini. El individuo empieza con las rondas diarias a ver si se va haciendo un hueco y esos deambulantes, se dignan percatarse de su presencia.
    Se apunta a todo lo que organiza la secretaría del partido, buscando algo que nadie quiera, para que se le vea responsable y volcado en el futuro del partido que tan indiferente le ha acogido.
    Tras pasar meses e integrado con los deambulantes, un senador del partido, que se haya más tiempo en la sede que en las labores para las que se le eligió y cobra por ello, se fija en él , hasta tal extremo, que le hace su pupilo. Le encarga trabajillos, asistencia a reuniones, entrevistas con fulano o mengano y ese muchacho, empieza a estar en boca de más de un cargo electo, por su eficacia, obediencia y buen hacer.
    Poco a poco, le van nombrando cargos de más responsabilidad y ya es el propio presidente del partido, el que , dejando a un lado a los lameculos habituales , ficha de fijo a este hombre, que ve cómo siendo capaz y trabajador, se puede llegar alto dentro del partido.
    Va adquiriendo cierto protagonismo y los propios satélites del presidente, le tratan , no como a uno más, sino la mano derecha de éste y entonces es cuando empieza a comprender que los intereses personales priman , no ya sobre los ciudadanos , no ya sobre partido, sino hasta por encima de los de su propio presidente.
    En su fuero interno se revuelven los principios, la ideología, la entrega a los ciudadanos, el bien común y el ego. Metido en ese mundo, parece que, del que provenía, un ciudadano común. se encuentra a años luz. Que sus buenos propósitos, ya no son tan buenos. Que los de arriba le importan más que los de abajo. Que el proyecto del partido, le va importando menos y que el alago le llena más, que el buenos días de su madre.
    Qué bien se está en esa posición preferente, pero necesita más, su reconocimiento popular, que se le reconozca por la calle, que se codee con este o aquel empresario que antes veía tan de lejos, que en vez de ser Toño, ahora sea D. Antonio, en definitiva, el claro ejemplo de la vanidad.
    Ya sabe y conoce lo que el partido para él representa. Ya sabe de envidias, manipulaciones e intereses individuales. Ya sabe que el ciudadano es importante , cada cuatro años y que pertenece ya a un circo, en el que el publico hace de payaso , mientras él y otros como él hacen de jefes de pista, cobran las entradas y se reparten la recaudación.

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