Cómo hay que torear

Os traemos estas líneas en las que se explica cómo hay que torear, o así se consideraba cómo hay que torear en el año 1957 y así se contaba en el semanario El Ruedo del 15 de agosto.

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«Francisco Montes exigía «valor, ligereza y un perfecto conocimiento de su profesión» a los que querían ser toreros. Pero si hoy hubiera de escribir su Arte de torear, añadiría a aquellas aptitudes la necesidad que tiene el lidiador de embellecer los lances con la más artística ejecución que le sea posible, porque con las mencionadas cualidades no se conforman los públicos.

En nuestros días no basta ser buen torero, sino que hay que torear bonito y con gracia; no basta arrimarse, sino que hay que hacerlo con arrogancia, con gallardía, bellamente, sin descomponer la figura; no es ya la lucha de la inteligencia con la fuerza bruta lo que emociona a las gentes, que es la plasticidad de los cuadros que forman toro y torero, la belleza de los grupos, lo que mejor produce la emoción.

Porque el toreo, al evolucionar (hay que rendirse a la evidencia), se ha convertido en un espectáculo más agradable y gracioso que impresionante, salvo cuando, en contadísimos casos, surge un diestro que acierta a aunar las dos emociones: la trágica y la estética, en cuyo caso “echa el completo”».