Altamira se lleva la fama y con justicia, pues aquí alcanzaron nuestros antepasados la más alta cota de su capacidad artística a nivel mundial. Y, sin embargo, no es ni mucho menos la única cueva de su tiempo decorada con bellas representaciones de animales, pero también de personas. Esos seres humanos que lógicamente se estaban dibujando a ellos mismos, a sus contemporáneos, pero lo que no tanta gente sabe es que también representaron criaturas que se encontraba en el medio entre la realidad humana y animal: seres mitológicos a medias entre los animales de su tiempo y ellos mismos. Estamos hablando de los teriántropos, que en griego quiere decir bestias humanas. Una de las primeras manifestaciones de clara religiosidad de nuestros antepasados que no está no directamente relacionada con la muerte.
Las famosas ciervas rojas de Covalanas
Hasta ese momento, los homínidos habían manifestado un respeto reverencial por el tema de la muerte, sin duda el gran tabú del ser humano. Y habían realizado enterramientos y ofrendas que tenían que ver con eso, el mundo de los muertos, mostrando más tarde una fascinación especial por representar también el espíritu de los animales. Por eso los pintaron en esas cuevas, en oquedades apartadas donde no hacían su vida rutinaria. Eran como sus iglesias arcaicas, como queda de manifiesto en el caso de la cueva de Covalanas, en Ramales de la Victoria. Sin duda una de las más claras muestras de arte chamánico y de separación entre el mundo cotidiano y profano donde vivían, en una cueva aparte, y esa otra cueva sagrada en la cual pintaron las famosas ciervas rojas de Covalanas.
El momento cumbre de la caza en las ciervas rojas de Covalanas
Hay que ponerse en el lugar de estos antepasados nuestros, rodeados de la más salvaje naturaleza y en constante y directa necesidad de los frutos que ésta le daba. En el caso de las ciervas rojas de Covalanas, por ejemplo, el momento cumbre de la caza llega cuando nuestros antepasados estaban al acecho de esos huidizos herbívoros. Y esto queda muy claro cuando esas presas miran hacia un punto determinado donde está el posible depredador. Incluso hay una cierva que hace un ligero escorzo de cuello para mirar hacía ese sitio por donde han oído algún ruido o advertido un rastro con el olfato. Y el encuadre de la imagen es perfecto, es un momento muy vívido, pero eso no es todo. En la parte más interior de la cueva hay una angosta galería en la cual se puede advertir cómo el chamán se recostaba un poco, para observar esas ciervas a la luz trémula de sus rudimentarias lámparas de grasa. Sin duda una puerta abierta de par en par hacia este pasado remoto, pero en el cual ya éramos nosotros. Los seres humanos que somos hoy.
Bastón de mando en forma de pájaro
Está claro que nuestros antepasados vivían en una relación constante con esas presas con las que cohabitaban. Y era una relación de amor-odio, porque no siempre la caza acababa bien. Muy a menudo, por desgracia, estos cazadores se llevaban una mala cornada o un zarpazo y adiós. Y eso fue lo que le sucedió a este probable jefe de clan o como mínimo chamán, en la imagen siguiente: el bisonte fue más fuerte que él. Observemos su bastón de mando en forma de pájaro, cómo está tirado en el suelo junto al cuerpo yaciente, pero no es lo único que hay con forma de pájaro en la representación. Si nos fijamos en la cabeza de esa víctima veremos que tiene un pico muy claro, que lógicamente no tiene nada que ver con la cara de ningún ser humano. También tiene su miembro viril destacado de una forma que no es natural cuando está en trance de morir o malherido. ¿Qué quiere decir todo esto?
La cultura de los teriántropos en las cuevas rupestres de Cantabria
Estamos ante la cultura de los teriántropos en las cuevas rupestres de Cantabria y de otras partes de Europa, así como en América y otros lugares muy lejanos.
Al cabo de miles de años de evolución, en esa etapa final de la prehistoria, en que se hacen estas pinturas de las que hablamos, nuestros antepasados dieron un paso más y empezaron a mostrar una curiosa fascinación por mezclar el mundo humano y animal. Y algunos de los ejemplos más claros los tenemos de nuevo en nuestra tierra, la provincia de Santander, pues son numerosos los ejemplos de hombres y bestias que se funden en un solo cuerpo. Incluso en claros actos sexuales en los cuales también se confunde lo humano y lo animal. Un tema muy curioso que luego ha pasado al arte religioso que todos conocemos en el antiguo
Egipto, las culturas precolombinas o el propio bestiario medieval, con sus gárgolas y otras representaciones de criaturas semihumanas. Pero todo empezó en una cueva en Europa. En un montón de cuevas como la que yo he empezado a descubrir hace poco, la cueva del Juyo, de cuyo estado real de conservación desconocemos todos los detalles desde que se produjera un desprendimiento. El hundimiento de una loma sobre la cueva de El Juyo, provocado por las autoridades municipales hace un año.
Altar de piedra de la Cueva de El Juyo con representación de un hombre felino/depredador.
Pacto de silencio en torno a cómo está la situación de la cueva de El Juyo
Nadie sabe nada del tema y mira que he preguntado, pero hay como un pacto de silencio en torno a cómo está la situación de la cueva de El Juyo. El silencio administrativo es total, desde la Universidad de Cantabria al propio Ayuntamiento afectado, que es el de Camargo, y en el cual no saben ni siquiera de la existencia de la cueva. Así es normal que luego se produzcan destrozos provocados por ellos mismos, las autoridades locales de la Autonomía, porque ni saben ni quieren aprender. Sólo entienden de seguir adelante sin escarmentar de sus errores, que en este caso pienso que han sido gravísimos. Es evidente que lo han sido. Pero nadie quiere salir a dar la cara y decir lo que ha pasado, si bien el origen del mal lo tenemos muy claro: unas obras públicas ejecutadas sin licencia delante de la cueva del Juyo han provocado un hundimiento de una ladera próxima. Una ineptitud e irresponsabilidad corrupta que ha puesto en peligro todo el yacimiento. Una cueva que luego comentaremos por qué es tan especial, por cierto.
El hombre bestia o la teriantropía: de dónde viene todo esto
Parece muy obvio que el ser humano quería adquirir capacidades de otros animales de su entorno, confundirse con ellos sin renunciar a su parte humana, algo que también trasladaban al ámbito sexual. De ahí que ese pobre chamán o jefe derribado por un bisonte, del que hablábamos anteriormente, muestre el falo en erección. No es el único ejemplo de algo así. Inclusive en las culturas precolombinas se puede observar al hombre jaguar muy interconectado con su alter ego felino. Pero conectado además por los genitales de ese guerrero o hechicero o chamán. En este ejemplo de la cultura precolombina mexicana lo podemos ver muy bien. Estamos hablando de casos mucho más recientes de teriantropía, ya no prehistóricos, pero que se daban en América en tiempos más próximos a nosotros por el aislamiento de esas culturas en ese continente.
En la Biblia son abundantes las figuraciones de tipo teriántropos
En la Biblia son abundantes las figuraciones de tipo teriántropos. Jesús de Nazaret es el León de Judá y el chivo expiatorio, pero eso no quiere decir que Dios mismo jugase a ser un hombre bestia en la persona de Jesús. Nada de eso. Simplemente, Dios Padre entiende que los seres humanos estamos muy influenciados por nuestro entorno y entendemos mejor las cosas cuando se nos explican en términos que nos son cercanos. De ahí todas esas parábolas en las cuales Dios personifica un patriarca de los tiempos más agrícolas: eran cuentos para que los contemporáneos de Jesús pudieran entender lo que era el Reino de Dios. Y en esas parábolas o cuentos de Jesús hay muchos animales que a menudo toman características humanas. Eso no deja de ser un formato más de teriantropía. Por ejemplo, esos cerdos que son poseídos por demonios que acaban de salir de una persona y hacen enloquecer, a los puercos, igual que a esa persona de la que acababan de salir, pero hay muchos más ejemplos.
El teriantropo del becerro de oro o Moloch
Y en la otra cara de la moneda, la del pecado y el demonio, está el teriántropo del becerro de oro o Moloch, como herejías demoníacas en las cuales un animal es adorado como un dios. De hecho, la Bestia es uno de esos seres diabólicos que mezcla un montón de partes físicas de animales diversos. Y la serpiente siempre ha simbolizado a Satanás. Igual que el carnero que puede andar de forma bípeda y mostrar otros rasgos humanos, un motivo que se repite bastante en estas representaciones prehistóricas de los teriántropos.
Obsérvese el parecido de este teriántropo prehistórico con la Bestia de la Biblia (parte superior) y de la segunda figura con el difunto Rubalcaba (DEP).
Pero la pregunta que podemos hacernos es:
¿Qué interpretación tienen los teriántropos de las cuevas prehistóricas?
No es fácil saberlo. Seguramente sea imposible, al final, si pensamos que esta gente no escribía y no han podido legarnos su testimonio. La interpretación de los teriántropos en las cuevas prehistóricas, por tanto, debe hacerse siempre sin perder de vista su relación total con el medio ambiente en el que vivían. Todo era medio ambiente para ellos, si lo pensamos, cuando no existía ninguna otra distracción que mirar esa naturaleza tan salvaje. Ninguna otra realidad para pensar en ella. Y es comprensible que sintieran una atracción muy importante por eso único en que podían centrar su atención, como eran los animales que cazaban o, más aún, los depredadores que se cobraban víctimas entre ellos. Eso debería ser su gran obsesión, muy por encima de lo que hoy pueda ser el covid o una hipotética guerra en Ucrania, en la cual no tenemos participación directa.
Conclusión sobre la interpretación religiosa de los teriántropos: el altar de un hombre felino en la cueva del Juyo
Se ha discutido mucho sobre la posible interpretación religiosa de los teriántropos. Para mí, desde luego, en mi humilde opinión no tiene discusión ninguna. Los antepasados que pintaron eso, o incluso llegaron a tallar un basto y abstracto altar de un hombre felino en la cueva del Juyo, sentían una fascinación mística por esos animales hasta el punto de que querían confundirse con ellos. Les traía la fuerza indómita del elefante, como queda claro en mi representación favorita, hallada en el Sur de Francia, que representa a este animal con un torso muy humano.
Estamos observando la transformación espectacular de una persona en un elefante… ¿O es justo al revés?
Origen psiquiátrico de la teriantropía
Muchos pacientes psiquiátricos refieren su capacidad de convertirse en animales y es un fenómeno conocido como licantropía. Se especula con que esto pueda ser el origen de esta teriantropía, es decir, que nuestros antepasados interpretasen a estos enfermos mentales como personas que tenían un don para interconectarse con los dioses-animales. Y en España tenemos un caso muy reciente, en tiempos de Isabel II, en la persona del hombre lobo gallego o Romasanta. Un asesino del siglo XIX que asesinó a varias mujeres en el monte y que refería haberse transformado en lobo al perpetrar tan viles actos.
Vinculación especial con el oso en los teriántropos
También, y por encima de todo está la ferocidad y el espíritu indómito de los grandes felinos. Da igual si hablamos de leones cavernarios o jaguares. Y desde luego que tenían una vinculación especial con el oso en los teriántropos, con el cual competían también por la posesión de las cuevas. Un hogar frecuentado por osos, como es la cueva del Juyo, en la cual los antepasados dejaron abundantes testimonios de su respeto reverencial hacia estos grandes omnívoros. La única conclusión posible es que los admiraban por su superior fuerza física, su espíritu indómito de animales salvajes y su potencia sexual, como queda de manifiesto en el contenido altamente sexualizado de muchas de estas representaciones.
Considérame tu fan.
Gracias por ser así y por comunicarte con Nosotros.
Te animo a seguir reflexionando y compartiendo tus inquietudes.
Eres un ejemplo. Gracias.