pecar

Seguro que, para un humano, no hay nada tan difícil como aprender a mantenerse erguido, a caminar, a correr. Todos los niños fracasan cientos de veces; pero observa que caen y vuelven a levantarse, una y otra vez, inmunes al desánimo, hasta que lo consiguen. ¡Y todos lo consiguen! Eso es porque, no interiorizan tales fracasos. Si cualquiera de esos niños, en cualquiera de esas caídas, hubiera asumido el fracaso como algo que deja huella; si se hubiera visto psicológicamente impactado por el fracaso, nunca habría aprendido a caminar.

[Un Presentador De TV3 Prohíbe A Una Niña Que Use El Español]

Todos los humanos han sabido aprender, siempre, por sí mismos, lo más difícil que puede aprender un humano: A mantenerse erguido, a caminar, a correr. Eso nos dice que sentirse un fracasado-impotente, no tiene que ver con la cantidad de fracasos y tampoco con la importancia de la cuestión en la que se fracasa. Sentirse un fracasado-impotente tiene que ver con cómo nos lo tomamos. ¿Quién decide cómo nos tomamos las cosas? Para el niño, caer y volver a levantarse no es más que un juego, y un juego, cuando se toma como un juego, siempre resulta divertido y nunca tiene efectos psicológicos adversos. La naturaleza, que es sabia, dispuso que los humanos aprendiéramos jugando.

Pero apareció el maestro de escuela, que aprendió del sacerdote ignorante, que pervirtió el concepto “pecar” que, de significar “errar el blanco” pasó a significar “actuar injustamente”. Cuando alguien dispara una flecha y yerra el blanco, sabe que lo que tiene que hacer es coger otra y volver a disparar variando un poco la trayectoria. Ser consciente del error es lo que lleva a superarlo y superarlo es lo que lleva a olvidar el error, y además alegremente. Pero si ese error lo tomamos como una actuación injusta ¿Qué haremos sino castigar a quién lo ha cometido, tratarlo como un delincuente? La escuela enseña que un error deja una huella permanente, una mancha en el expediente académico que permanecerá “de por vida”. En cualquier escuela puedes ver, el día en que se recogen las notas finales, a muchos adolescentes llorando amargamente; alguno de ellos incluso pensando en voz alta -Mis padres me van a matar-. ¿No lo ven los maestros?

Cuando se castiga a un niño, se le obliga a asumir que ha actuado injustamente y eso tiene terribles consecuencias: En primer lugar, el castigado tenderá a interiorizar que no es, ni puede ser, buen arquero; que no vale la pena seguir lanzando flechas, lo que le llevará a no corregirse, a no seguir aprendiendo. ¿Por qué debería seguir intentando ser un buen arquero si ya ha sido castigado por ser malo? En segundo lugar, el que ha sido castigado tendrá miedo a futuros castigos, y tenderá a evitarlos, de la manera que sea, haciendo trampas, mintiendo, fingiendo. Cualquier cosa la verá preferible a ser castigado de nuevo. Hay niños que somatizan enfermedades “para dar pena” y así evitar castigos. Los hay que se autolesionan y algunos llegan incluso al suicidio. ¿Nadie ve eso?

Esa “cultura del sufrimiento”, que también practican muchos que se autodenominan ateos, sin darse cuenta de que proviene de aquellas creencias-irracionales-supersticiosas que llamamos “dogmas”, nos ha convertido, a los humanos, en seres pusilánimes, mezquinos, tramposos, mentirosos, dispuestos a hacer lo que haga falta por evitar un castigo, o por ganar un premio -La otra cara de la moneda-. Es por eso que el sabio Lao-Tze aconsejó, en su famoso Tao Te King, “No premiar para evitar competiciones”, pues tenía claro que competir es lo que impide colaborar.

Para colaborar hay que sentirse unido; para competir hay que sentirse separado, enfrentado. La colaboración implica amor; la competición implica envidia, odio, soledad. Erramos el blanco al creer las supercherías que los maestros tomaron de los sacerdotes. Ser consciente del error, sin hacer de ello un drama, es lo que nos permitirá seguir lanzando flechas hasta conseguir ser excelentes arqueros. Transformar una sociedad de fracasados no puede ser más que un juego divertido. ¿Qué puede perder quién ya se considera perdido? En cualquier caso, más difícil fue aprender a caminar y todos lo conseguimos.

16 Comentarios

    • Para los griegos pecado se decía hamartia: ‘fallo de la meta, no dar en el blanco’. Los escritores griegos solían utilizar la forma verbal hamartánō con respecto al lancero que erraba su blanco y, por implicación, aludía al concepto de vivir al margen de un código moral o intelectual tenido por meta ideal, debido a una actitud errónea, consciente o inconscientemente.3​ En tal caso la hamartia o pecado suele ser una desmesura o hybris de algo que realizado armoniosamente es correcto.

      En hebreo la palabra común para “pecado” es jattáʼth, חטא que también significa “errar” en el sentido de no alcanzar una meta, camino, objetivo o blanco exacto. En Jueces 20:16 se utiliza la forma verbal jatáʼ en una frase negativa para referirse a los benjamitas como ‘personas que podían tirar piedras con honda a un cabello y no erraban’ (véase también Job 5:24). Igualmente se aplica a desviarse de metas morales, como en Proverbios 8:35,36, que dice que el que halla sabiduría piadosa halla vida, pero ‘el que no alcanza (heb. jatáʼ) la sabiduría le está haciendo violencia a su alma’, pues la lleva a la muerte. En Arameo la palabra para “pecado” es khata. (Texto extraído de Wikipedia).

  1. Vamos a comentar usando el lenguaje jurídico:
    Hay errores invencibles, hay culpabilidad por negligencia, y hay culpabilidad por dolo.
    Y paralelamente hay inimputables e imputables en función de su responsabilidad.
    En conclusión, cuidado con el buenísimo utópico, tan extendido hoy en nuestra sociedad degenerada. La capacitación y la exigencia son dos caras inseparables de la educación.

    • Infiero de esas palabras que prefieres las soluciones complicadas a las simples. Dime pues ¿Cómo acabarías tú con la degeneración? ¿Cuántos maestros degenerados hay? ¿Has visto cómo tratan a los niños, con la excusa del “pandemonium”?

  2. Para un cristiano, “pecar” es violar o incumplir la ley divina de modo intencionado y consciente, y toda la demás verborrea sobre el tema son ganas de marear la perdiz y confundir a la gente.

  3. Creo que todos los fallos tienen una causa. Conocer la causa del fallo posibilita educar justamente.
    Si por algo se caracteriza la enseñanza actual es por la perversión en sus fines y en sus métodos. Lo que no entiendo es a qué viene lo del sacerdote ignorante, para ignorante el revolucionario de turno, en su versión francesa, bochevique, republicana o socialista. Ahí sí se puede buscar la causa del pecado.

    • Todos los ignorantes traspasan a la generación siguiente la causa de su ignorancia, repitiendo palabras que “aprendieron” de otros ignorantes. La causa de toda ignorancia es “creer” por oposición a “comprender”:

  4. Pecar para un católico no es “errar el blanco” en un pecado siempre hay dos protagonistas: hombre y Dios o hombre y hombre.

  5. No sé cuál es la intención del artículo. Haces como Fernando Onega, hablar mucho para no decir ni si, ni no, ni todo lo contrario. Cada uno sabe lo q está bien y lo q está mal. Mezclas churras y merinas En fin, bastante nada para un título tan pretencioso.

    • Te digo lo mismo que a Pablo. Si rebates un argumento con otro argumento, puedo aprender de ti. Si desprecias, en general, sin una razón particular, lo tomo como como un irrazonable intento de censura.

  6. ¿Qué es pecar?
    Es actuar (de obra o de palabra) o pensar lo contrario a la voluntad de DIOS. Evidentemente el concepto, la percepción o los sentimientos son diferentes en las personas; para los incrédulos es algo inexistente –como pudiera ser a otro nivel: las fumigaciones, radiaciones ionizantes a la población, envenenamiento masivo,…- o incluso algo que hay que destruir u odiar –como un vulgar miliciano comunistoide, un satánico,…- Para los que no creen, por ejemplo, en DIOS HIJO el concepto pecado es algo distinto de lo verdadero. Cometer una falta o apartarse de lo que es recto y justo es algo relativo o inexistente para cualquiera ajeno a DIOS.
    Para alguien que razonar es soltar la matraca de siempre de que los sacerdotes ignorantes, pedófilos, … es lo contrario a razonar; es justamente la carencia de razonamiento.
    Está claro, es imposible razonar con un irracional y menos si lleva veneno en su boca.
    A los irracionales, enemigos y demás hay que perdonarlos porque no saben lo que hacen y porque nos lo pide DIOS. Y a los que tenemos concepto claro del pecado, es ir a confesarlos –que tenemos mogollón- a NUESTRO SEÑOR y NO volver pecar.
    Se podrá hacer un millón de milagros, se podrá hacer un millón de paraísos terrenales pero para un IRRACIONAL nunca será suficiente. ¿Será porque tiene al demonio dentro? ¿O no para de hacer caso al demonio?

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