La mayoría de la gente que hoy escucha la palabra autónomo, en su cabeza, ve al señor que ejerce una actividad comercial y por sus propios medios, en una tienda, en un bar, un fontanero etc. etc. Esto sucede porque efectivamente, la orientación de los medios de comunicación y toda su parafernalia, los ideólogos, se han preocupado de vender e implantar, este concepto. Limitándolo exclusivamente, a esa acepción.
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Hubo una época, en que cuando se hablaba de la Real Academia de la Lengua Española, no recuerdo bien como, automáticamente seguía su lema; limpia, fija y da esplendor. No pueden imaginar el trabajito que hoy, me ha costado, encontrar una mínima definición, sobre la función de esta institución. Institución que, en otros tiempos, estaba dirigida por los más aventajados, a la hora de escoger las palabras, en definitiva, de utilizar nuestra lengua española. Ya saben, esa que hablan en el mundo más de quinientos millones de personas. Por lo visto también a esa institución ha llegado el neolenguaje del que nos previno, mí admirado George Orwell.
El significado de la palabra “autónomo” es muchísimo más amplia y más relacionada con la grandiosidad del ser humano y sobre todo con su libertad. Según la Real Academia de la Lengua, la palabra autónomo “se utiliza para denominar aquello que posee autonomía. Es decir, se trata de algo o alguien que puede actuar por sí mismo y no depende de otros elementos para su accionar. Quien decide emprender por su cuenta o realizar un trabajo sin tener un jefe, es una persona autónoma”. Como ven, aunque se entiende bien, el intrusismo hoy existente en esa institución, se manifiesta claramente.
Desgraciadamente hoy, a la hora de conceptualizar una palabra, se hace fundamentalmente, desde el punto de vista del dinero, del interés económico que repercute en la misma. Así nos han adoctrinado en los últimos tiempos, todo depende del beneficio económico. Si alguien pudiera hacer una encuesta entre los que están encantados y cumplen a rajatablas la normativa impuesta por la “pandemia” verían que casi la totalidad de los mismos, viven de la teta del Estado, en mayor o en menos grado. Por el contrario, si la hacen en los que se oponen a las mismas normas, descubrirían de igual manera, y en la misma proporción, pero a la inversa, que son “autónomos” que dependen de su trabajo, y no de lo que le pueda dar, o dejarle hacer, papa Estado.
Ser autónomo, es la virtud fundamenta que define, a un ser humano. Ser autosuficiente para regir nuestra propia vida y estar capacitado para relacionarnos. Somos seres sociales que necesitamos de los demás para alcanzar nuestra plenitud, y así, diferenciarnos de otros animales que viven en rebaño.