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Mis hijos nos invitaron con dos entradas, a mi señora y a un servidor de vosotros. dos invitaciones para ver una obra de teatro, cuyo titulado era muy sugestivo para no dejar de verlo, titulado “El teatro ha muerto”. Y uno que ha trabajado en el teatro y llevaba bastante tiempo que no iba a verlo, la última vez que presencié una buena obra de teatro fue la que protagonizó en solitario y como único actor el Brujo, también en el Gran teatro de Córdoba.

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Eran las 20.30 el teatro estaba lleno de espectadores, las butacas, palcos y plateas todas estaban ocupadas Y como diría un castizo, estaba a “reventar”.  Las luces del patio de butacas poco a poco fueron apagándose, el auditorio del Gran Teatro asumió el silencio. Y un  vez que, nunca mejor dicho, se hizo un mutis y un relámpago de luz alumbró la primera escena que en penumbra  dejaba una escenografía que presagiaba dos horas de combinación de discursos, gestos, escenografía, música, y sonido como se vio más tarde en una gran obra de teatro. Cuando terminó esa gran noche, me vino a la memoria una cita del gran Adolfo Marsillach que decía “yo que no era tan ingenuo como para pensar que el teatro podría cambiar a la sociedad, pero sí que estaba seguro de que podía ayudar a despertarla”.

Fue una gran noche en el teatro de los sueños, cinco artistas, con varios papeles y personajes distintos emulando que el teatro no ha muerto. Los grandes comediógrafos, los insignes dramaturgos y grandes escritores de todos los tiempos se pasearon por el proscenio en donde juegos de luces y los ojos de los espectadores se alumbraban al unísono de los reflejos en los artistas donde una mezcla del teatro negro de Praga y una obra, a mi parecer de tragedia y comedía, junto a una puesta de escena nunca vista reflejaron con sus palmas y vítores de larga duración que se manifestaba en el anuncio del prólogo.  Vista esta gran obra y conforme iba pasando el tiempo, los comentarios, las risas y las exclamaciones de asombro me hace pensar que el teatro no ha muerto. Lo que si ha muerto son los artistas de teatro bueno. Mientras haya gente joven, enamorada del teatro, y en este caso, como el de estos auténticos comediantes de verdad, pensémonos que el teatro sigue vivo y si a ello podemos decir que: la vida es una obra de teatro que no permite ensayo, vive intensamente, en este momento, en que la cultura, es el propio teatro de la vida, antes que el telón baje y la obra termine sin un aplauso.

Aplausos que esa noche percibimos y vi que esa cultura manoseada que, tantas veces salió a relucir en esta obra que crimen y telón unas veces era comedia, otras en tragedia y a veces satírica mezcladas con música vistosa de oír.

Faltaban pocos segundos para terminar la obra, los artistas al pie del proscenio    nos invitaron a cantar unas letras que nos dieron en un extra de un periódico que nos entregaron a la entrada. Todos al unísono nos vimos envueltos en esta apoteosis final: risas y llantos que vienen y van/ cantos y cuentos al viento que no volverán/ imaginario escenario que ordena el azar/ volverán para jugar a vivir y volver a empezar. Abajo el telón.

Quisiera reflejar una frase que en su día se dijo de estos artistas un crítico de teatro sobre estos comediantes. “Una gozada. Estos espadachines de la transversalidad trenzan lo culto y lo popular en un discurso divertidísimo”. Quisiera componer una frase de agradecimiento hacía mis hijos, estos fueron cómplices de estos buenos ratos en el Gran teatro de Córdoba, que como si fuese el Gran Circo del Mundo poco a poco vamos ensayando en el libro de la vida: Ayer se fue, mañana no ha llegado; hoy se está yendo, se está y se está marchando sin parar un punto, soy un fue y un será, y uno está cansado.

Cansado de ver como el teatro de la política, se van los comediantes, viene otros falsos bufones- de poca monta- con el mismo libreto, sin cambiar letras ni comas. Incluso las bambalinas, son las mismas, antañonas y caducas. Como diría mi querido abuelo Rafael, no hay nada bueno bajo el sol. Los políticos se dan la mano unos con los otros y encima los sufridos espectadores, nunca he visto, por muy buena y mala-que las hay-actuaciones, les dan aplausos a todos estos falsos comediantes, metidos  políticos  de oropel y ficción ilusorios.