justos

Un hombre justo no es un votante de centro.  ¿O es la justicia lo mismo que la tibieza, que el “ni Fú ni Fá”? Un hombre justo (O una mujer) es un ser humano equilibrado, ecuánime, capaz de sopesar lo que hay en un plato de la balanza y también en el otro. Capaz de valorar, de comparar y hasta de decidir, llegado el caso, después de haber recabado información de ambos bandos, pues si solo tiene en cuenta lo que se dice en uno de ellos, va cojo, desequilibrado (Es eso que llamamos fanático: un ser que ha perdido la razón -La capacidad de razonar-).

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Así pues, para el desequilibrado, volver a equilibrarse es tan fácil como escuchar lo que tienen que decir los del bando contrario ¿Acaso encontrará allí la verdad? No, la verdad no la encontrará, ni en un bando, ni en otro. La hallará dentro de sí mismo, al poder sopesar, comparar, valorar, lo que hay en ambos platos de la balanza. La verdad es que si el timador merece una reprimenda, el que quiere comprarle las estampitas no merece menos.

Nadie duda que la historia la escriben los vencedores. En la segunda guerra mundial vencieron los imperialistas (Los “aliados” del Imperio Comercial Británico) y desde entonces nos cuentan su historia, principalmente a través del cine y la televisión. ¿Cómo es posible que nunca hayamos dado la más mínima oportunidad a los que perdieron? ¿Cómo es posible que nunca les hayamos escuchado, a ellos? (No a “aliados” los que hablan de ellos) ¿Podemos decir que somos justos? ¿Cómo se puede entender el interés de los yanquis por librarnos del racismo nacional-socialista cuando segregaban a los negros en su propio país? ¿Tenemos suficiente información para valorar eso? ¡Y es sólo un ejemplo!

Ni tan inocente, ni tan culpable. Ni tan víctima, ni tan verdugo. Así es como la verdad suele equilibrar ambos platos de la balanza y supera los extremismos. La verdad es siempre el punto más lejano del extremo, matemáticamente hablando. Es el punto de equilibrio, el punto en el que acaba la inestabilidad, el punto desde el que todo se ve nivelado. ¿La paz social?

Los votantes de centro (Da igual que sean de centro-derecha o de centro-izquierda) no son justos (Y no lo digo para ofenderlos. Yo también voté). De hecho, en nada se diferencian de los votantes extremistas. En realidad, todos los votantes, da igual del partido que sean, deberían llamarse extremistas, pues todos esperan lo mismo, ganar al contrario, al precio que sea ¿Para qué? Para inclinar la balanza hacia su lado, para tener la parte ancha del embudo. Ellos defienden una sociedad de ganadores y perdedores; una sociedad en permanente estado de guerra, en la que a veces ganan unos y a veces otros. Una sociedad en la que los platos de la balanza suben y bajan brusca, violentamente, y nunca están en equilibrio.

¿Existieron siempre los partidos? ¿Estuvo siempre la humanidad partida, quebrada, fracturada? Hubo un tiempo en el que las sociedades se rigieron, no por asambleas de partidarios, sino por asambleas de gremios. No existía el “activismo político” como forma de ganarse la vida (No podemos llamarlo “oficio” porque no se requiere ningún conocimiento para ejercerlo y, de hecho, no son pocos los políticos que carecen de conocimientos para decidir sobre aquello que les toca decidir). Eran los propios interesados los que se auto-regulaban. En la asamblea se sentaban panaderos, pescadores, agricultores, mineros etc. Cada gremio elegía sus representantes. Todos podían hacer sus propuestas, y todas eran aprobadas, si satisfacían a todos. Así lograban transformar los intereses particulares, siempre egoístas, en sano interés general.

Sin presidente, sin ministros, sin gobierno, sin elecciones, sin programas, sin mentiras, sin enfrentamientos. No les hacía falta nada de eso. La asamblea decidía, después de escuchar a los interesados  y los funcionarios aplicaban tales decisiones. Así de simple. Era, sin duda un sistema mejor que el que tenemos, y es solo un ejemplo. La verdad es que, si somos  justos, podemos imaginar otros sistemas, tras valorar las historias de unos y otros, podemos liberarnos de la guerra perpetua en la que nos metieron los partidarios (Hombres y mujeres que desprecian lo que no conocen y aprecian, por tanto, la ignorancia). ¡Podemos ser libres!.. Y por favor,  no me pidas que explique, también, qué es eso de la libertad, porque la libertad es y será, siempre, ese “lugar” en el que aún no se han dado todas las respuestas.

15 Comentarios

  1. Decía Salvador Dali:

    “A los jovenes les mataron a su ídolo, un señor muy interesante llamado Adolfo Hitler. Por eso nacen los hippies y todas las familias y las tribus de los actuales jóvenes, que se han quedado sin una programación vital. Yo, aunque no he sido nunca muy hitleriano, reconozco que había en el hitlerismo una gran dosis de romanticismo, un halo, una magia, que es exactamente lo que los jóvenes de hoy están buscando inútilmente porque no lo encuentran.”

    Es otro punto de vista de un señor que tenía sus propios puntos de vista, que se dedicaba a pintar y a tener ideas y ocurrencias enormemente divertidas e interesantes. Los nacionalistas catalanes no suelen hablar de él, cosas que pasan. Es probable que la España gris fuera mas divertida con Franco, yo no lo podría asegurar, pero entre reírse del Caudillo y cagarse en “el Mierda”, como hago yo, es casi mas divertido tomarse a broma al abuelo Paco.

    • Hitler fue tan “ídolo” como Franco, es decir, para nada, pues fueron masivamente seguidos por los católicos de su época, los que no tienen más Dios que Jesucristo, aunque aclamásemos en España a San Juan Pablo II y a Benedicto XVI cuando nos visitaron (pero no elevándolos a la categoría de “ídolos” como sí se hace con políticos y con la democracia). Incluso Benedicto XVI formó parte de la juventud de la Werhmacht en los últimos meses de la guerra. La gente estaba contenta con ellos en tiempos de paz porque fueron muy buenos para sus naciones, especialmente para los más pobres, pues bien se puede decir a tenor de los hechos históricos que la ultraextrema derecha es la derecha de los pobres, no de los ricos y poderosos, que muchos son conservadores pero otros más son socialistas o marxistas. El primero perdió contra el comunismo porque las democracias salieron en su ayuda (del comunismo) para desgracia del mundo entero y de generaciones presentes y venideras, y el segundo se libró de correr la misma suerte por la Gracia de Dios, nunca mejor dicho. Ambos eran patriotas verdaderos, se jugaron la vida por su patria, incluso con heridas muy graves en los frentes (a diferencia de los políticos demócratas, todos cobardes hasta el extremo del vómito). Ambos eran antimarxistas extremos (anticomunistas y antisocialistas). Ambos eran antijudíos y antimasones. Ambos eran antidemócratas y antiparlamentaristas. Ambos eran militaristas (es decir, partidarios del orden, la disciplina, la salud física, mental y espiritual, la austeridad, el sacrificio, el fomento de valores nobles, valientes y desinteresados en lo material, el desprendimiento, la lealtad a Dios, a la nación y a la familia, y las cualidades castrenses, etc.). Y ambos eran católicos, aunque Hitler no lo mostró públicamente (estaba bautizado en Austria) porque en Alemania había muchos luteranos herejes y blasfemos. Pero acató las órdenes de Pío XI cuando fue tentado a implantar la eutanasia para personas con problemas psíquicos si así lo pedían ellos o sus tutores. También acató Mit Brenender Sorge sin asesinar a los religiosos como sí hizo Stalin y sus aliados democráticos, incluso con violaciones masivas de monjas de clausura.

  2. Puedo contar con orgullo que desde pequeña no me cuadraba nada que procediese de la prensa, el cine y el mundo de la cultura general. Pero nada. Y desde entonces andaba buscando respuestas y explicaciones.

    Eso de que Hitler fuese un simple “loco” que se obsesionó con ojos azules y pelo rubio -así de simple nos lo pintaban- y arrastró a más obsesionados con los ojos azules y el pelo rubio no me cuadraba nada. En el cole nos enseñaban más o menos a buscar alguna causa de peso -bastante resumida, pues no dan para más ni el curso escolar ni la capacidad de la gran mayoría de los estudiantes infantes o adolescentes- pero en el caso del nazismo parecía reducido a un capricho fenotípico. No tenía sentido. Así que con la dificultad de encontrar explicaciones a la pregunta que me rondaba desde la infancia entre tanto velo de silencio y tanta censura, que era “¿qué problema REAL tenían los alemanes de los años 30 con los judíos?” (y otra que nunca he resuelto: ¿cómo coño los distinguían?), y gracias al internet medio libre de principios de los 2000 encontré explicaciones razonadas (digo razonadas, no razonables; eso lo dejo en el aire) y fundamentadas de lo que sucedió en la maltratada Alemania en aquellos años previos, y en los posteriores. Pista: era como un aperitivo de lo que vivimos ahora.

    Tampoco me cuadraba nada, pero nada, de lo que procedía de los informativos. De la guerrilla sandinista (ejemplo) se hablaba con distancia y frialdad, de otro tipo de conflictos se hablaba con voz afectada y ceños fruncidos. Y mi mente infantil y juvenil se preguntaba: “¿entonces de qué se trata realmente? ¿Qué es lo repudiable, la violencia y la muerte de los seres humanos, o el pretexto o finalidad con el que se aplican estas? ¿Están intentando convencerme estos periodistas y tertulianos de que hay violencias y muertes buenas, malas, disculpables, indiferentes, ignorables o abominables ‘según’? ¿’Según’ QUÉ??

    No me cuadraba tampoco que viendo morir horriblemente a decenas de miles de niños en conflictos auténticamente trogloditas, una tal Anna Frank siguiese siendo referenciada como La Víctima por antonomasia, por más décadas que pasasen desde su muerte. Por cierto, me chaparon la cuenta de FB por hacerme esta pregunta en voz alta, aunque como sólo la usaba para comentar en Libertad Digital pues el retrasado del Tremedal es puro globalismo ignorante, no tuve mayor problema en dejarla chapar. Y eso que a LD aún no había llegado el covidianismo.

    No me cuadraba la frialdad excesiva con la que contaban los asesinatos etarras contrastada con el tono de repugnancia cuando se hablaba de otros supuestos crímenes.

    No me cuadraba el bloqueo a Sudáfrica por su ‘apartheid’ racial y la tolerancia total con el ‘apartheid’ sexista en los países musulmanes.

    No me cuadraba nada el criterio de la ONU y la OTAN para mandar ejércitos a un país “de malos” y hacer la vista gorda con otros.

    No me cuadraba nada que la Alemania de Hitler fuese el horror imperialista y racista de todos los tiempos pero que vive la France! de Napoleón, que tampoco estaba tan lejos en la historia.

    No me cuadraba que la Gestapo fuese sinónimo de policía espeluznante, pero que sabiendo que en la URSS las desapariciones y represión estaban a la orden del día, la KGB no fuese sinónimo de coco contemporáneo y dictadura abominable.

    No me cuadraba nada que los franquistas hubiesen sido demonios con colmillos, y los rojos angelitos, artistas y poetas romanticones inocentes de toda culpa. En unas circunstancias así no se produce ninguna guerra.

    Y podría estar hasta mañana con ejemplos de todo tipo.

    No cuadraba nada. Nunca cuadró nada.

    Como para cuadrarme una “pandemia” de “asintomáticos” que coincide entre muchas otras cosas con la desaparición absoluta de la eterna gripe…

    • Una cosa, señores de El Diestro. Si, un suponer, unos aviones de caza bombardeo ingleses, franceses, belgas, etc., viniesen a varias ciudades españolas a bombardearnos porque los españoles no le “damos la independencia” a Vascongadas y a Cataluña, matando a nuestros seres más queridos, hijos, hijas, esposas, madres, padres, hermanos, etc. ¿Alguien podría resistir el ímpetu de devolver el golpe sangriento a los propios vascos y catalanes antiespañoles (que nos odian muchísimo más que los palestinos a los israelís, que ya es decir, con un odio injustificado enfermo enloquecido metastásico en grado extremo, y lo sabe todo el mundo) con una matanza, como la de Babi Yar, o sometiéndoles a esclavitud de por vida en campos de concentración? Antes de juzgar, pensar. Y no son lo mismo los crímenes de guerra o cometidos en guerra que los que se cometen en un matadero abortorio de los que tanto proliferan en las democracias, ese ídolo abominable que tritura disidentes cada día.

  3. También puedo contar cómo no cuadraba nada sobre salud, medicina y farmacología.
    Como para tragarme una “pandemia” de la que “sólo saldremos con vacunas milagrosas”.

    • He escuchado por curiosidad malsana al Timo Acomplejado para comprobar el grado de degradación de sus cabezas. He tenido que desconectar a los pocos minutos despavorido, aún siguen hablando de pasaporte obligatorio, vacunas obligatorias, leyes terroristas y totalitarias de pandemias y cosas similares. Hay gente que da miedo por su maldad inconsciente y están es Esradio otros muchos lugares. Que daño están haciendo.

      • Esa gente está caducada mentalmente, es anacrónica y está ciega de codicia por el vil metal que alguien les está haciendo llegar.
        Lo que no saben es que son los soldaditos pringaos de la trinchera en el frente de esta guerra no convencional. Serán los primeros en caer, al menos eso espero y así debería ser.

  4. Cuando hice el curso de acceso a la universidad, en el libro de historia contemporánea llamaban al periodo franquista “la dictablanda”. Siempre me pareció curioso que, en un libraco tan serio, metieran ese chiste.

    • Era su forma de reconocer que no era un régimen tan abominable, pero que era dicta- y por lo tanto había que repudiarlo.
      No les faltaba razón del todo.
      Pero decía Churchill que la democracia es el menos malo de los sistemas políticos. No, la democracia termina en un híbrido de oligocracia, plutocracia y oclocracia. Preferible una dictablanda de alguien que no esté zumbao del todo y tenga buenos principios y amor por su patria.

      Si el informe Royuela es cierto, que lo parece, habrá que hacer la suma de los asesinatos etarras, royueleros, del grapo, y todo el saqueo sistematizado de nuestra “democracia” y la red mafiosa autonómica para acabar determinando qué régimen ha sido más criminal, ladrón y destructivo, comparativamente. Con método científico, como gusta a la religión imperante.

      • Cetro de hierro no suena precisamente a “dictablanda” como la de Miguel Primo de Rivera, esa que puso a Largo Caballero de consejero y toleró todo a los rojos socialistas. NO. No habrá tibieza ni moderación. Ni buenismo ni tolerancia ni reconciliación que nunca jamás mostraron ni tuvieron con nadie. Habrá que doblarles la medida de lo que ellos dieron. El trigo al granero y la cizaña al fuego eterno.

    • Desde luego. Sin duda alguna. Y lo malo es que su régimen no tuvo continuidad, porque lo infiltraron los arribistas.

  5. 1º Con respecto a la 2ª Guerra Mundial y precedentes, teniendo en cuenta que jamás habrá acuerdo hasta el Día del Juicio Final (porque hubo mucho mal en todos los bandos, eso nadie cabal lo puede negar), simplemente le expongo los argumentos católicos:

    La Santísima Virgen María, en 1917, hace unas Revelaciones para el mundo entero a través de tres pastorcillos analfabetos en Fátima (Portugal) señalando en concreto a RUSIA. Es imposible que esos niños mintiesen. De hecho tomaron a Rusia por una señora malvada. Y su mensaje es inequívoco sobre lo que Rusia propagaría por el mundo. Ojo, año 1917, repito.

    Jesucristo Nuestro Señor, Dios Verdadero, reveló, a su vez, a Santa Faustina Kowalska, en Vilna (Polonia, entonces, hoy capital de Lituania), en diciembre de 1936, que no podía soportar a Rusia.
    De Alemania o de cualquier otra nación, nada dijo, excepto de Polonia.

    Por otra parte no hay paz posible desde las revelaciones de la Bíblia: “Enemistad pondré entre tu estirpe y su estirpe”. La paz es IMPOSIBLE mientras Dios no imponga su Reino haciendo de sus enemigos estrado para sus santísimos pies. No habrá paz entre trigo o hijos de Dios y cizaña o hijos del Maligno, ni la habrá jamás. Unos han de ir al horno de fuego (infierno) y los otros al granero (Vida Eterna en el Reino de los Cielos). La paz es un fruto del Espíritu Santo interior, pero no es posible en el mundo que odia a Dios llegando incluso a crucificarle por decisión de una mayoría.

    Por mucho que se analice por parte de historiadores de uno y otro signo (todos al servicio de la propaganda, es decir, de la mentira, en mayor o menor grado, pero de la mentira, de lo contrario no serían historiadores), con argumentos económicos, políticos, materiales, etc., jamás llegarán a la conclusión correcta.
    A partir de aquí, que sobre la 2ª Guerra Mundial saque cada cual las conclusiones que saque. Con Cristo o contra Él.

    Los crímenes tendrán su castigo cometa quien los cometa, incluso a los que tenemos por piadosos. La hipocresía no cuenta ante la Justicia. Pero si al III Reich se le juzga por la versión soviética de la historia, asumida acríticamente como si fuera un dogma de fe, que Dios se apiade de toda democracia el Día del Juicio Final por los millones de niños y niñas abortados cada año en las democracias. Lo digo porque las democracias se pusieron del lado de la Rusia soviética, de Stalin, para extender su comunismo por toda la tierra. Ojo con tomar parte por la democracia. Si alguno cree que su vida cuenta más que la de un no nacido, ese sí que es un desequilibrio de difícil arreglo. EL mismo Jesucristo afirmó que hay un pecado que no tendrá perdón, por mucho que los curas traten de ocultarlo, el pecado contra el Espíritu Santo, Señor y Dador de VIDA. Y el aborto y la eutanasia (incluida la de inyecciones letales, ojo) no se pueden comparar ni de lejos a las muertes en una guerra o por pena de muerte.

    Ante esto, una persona de orden, de derechas, liberal conservadora, incluso buena persona y esforzada, que ha prosperado incluso del modo más incomparablemente honrado y esforzado, tiene que ponerse en una tesitura terriblemente difícil en un sistema democrático (ojalá nunca hubiese prevalecido este sistema, pero es lo que hay): O bien opta por otorgar su voto a partidos pro aborto (hoy no hay ni uno que no sea pro muerte por mucho que aparenten ser pro vida de palabra. Todo político es fariseo y mentiroso por definición. La política es fariseísmo profesional) en bien de su patrimonio (mejor gestión con menos impuestos y más libertad económica), o bien opta por romper con el sistema democrático y por no tener más ley que el Nuevo Testamento y más Rey que el que lo es de reyes y Señor de señores. No se puede servir a dos señores, a Dios y al dinero (y ahí está la clave), por mucho que trate uno de autoengañarse o de autojustificarse, como hacen los protestantes y demás sectas blasfemas y herejes, que ni quieren a Dios ni son fieles a la Verdad, que es Jesucristo.

    2º Justo es Dios. No hay otro Juez justo que Dios. Y la Justicia que Dios nos propone está en Mt 6, es decir, la hecha en secreto y sin jactarse de ello, sin que sepa tu mano izquierda lo que hace tu mano derecha, sin esperar más recompensa que el desprecio incluso. La justicia que practican los políticos es hipócrita, falsa, vana y farisea. Pero hasta que no haya valentía para reconocerlo…

    3º Y no hay “verdad oficial” para el verdadero católico, ni “tu verdad, mi verdad, etc.”. La Verdad, que es Jesucristo, NO ADMITE RELATIVISMOS NI DISCUSIÓN ALGUNA. Puede haber incomprensión porque nuestro conocimiento es parcial, pero no relativismo. Todos sabemos, aunque pocos se atrevan a reconocerlo en público que la Verdad (Jesucristo, Camino, Verdad y Vida) nos hace libres. No hay libertad sin verdad. Búsquese como se busque, recúrrase a quien se recurra, arguméntese como se argumente. NO HAY LIBERTAD SIN VERDAD. LA VERDAD HACE LIBRE. Y lo hemos constatado por experiencia vital en innumerables ocasiones. Otra cosa es tener valentía y humildad (ese bien tan preciado y escaso hoy día más que nunca) para reconocerlo.

    Claro que la soberbia lleva a decir a algunos que para ellos Jesucristo no es ni Camino, ni Verdad, ni Vida. Y aunque se ríen del creyente, su RIDÍCULO de soberbia es DESCOMUNAL. Ay de él si no rectifica a tiempo.

    4º La dicotomía VERDAD/MENTIRA no es ninguna obviedad en nuestro universo de bienes espirituales o valores. Partiendo de la Verdad se llega al BIEN. Si hay relativismo no hay bien ni mal, todo vale. Tanto vale confiar en un santo que en un demonio, en un hijo de Dios o en un hijo de satanás, padre de la mentira y homicida desde el principio. Y, como consecuencia, confiar plenamente en Dios en tiempos terribles de tribulación, pues sin el consentimiento de Dios no cae un pájaro de una rama al suelo, o confiar en una inyección o marca de los embusteros. Se puede apelar al “¿Quién como Dios?” o bien al “¿Quién como la ciencia, la ilustración, la “diosa” razón, las “vacunas”, la medicina moderna, la democracia, el voto,…?” y así con millones de ídolos a cual más vano, falso y letal.

    Viva Cristo Rey. Arriba España.

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