transformación del lance de capa

Compartimos hoy una crítica a la evolución y transformación del lance de capa, un artículo firmado por M. Parejo y publicado en abril de 1955. Como siempre que traemos artículos antiguos, decimos que están de plena actualidad, y este no es menos. Dice así:

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«El auténtico toreo de capa era aquel que se iniciaba frente al toro; es decir, el bien llamado toreo de frente, que mantenía toda su emoción, su arte -¿por qué no decirlo?-, cuando el intérprete de 40 bellos momentos toreros sabía del asunto a la verdad más pura de una buena tauromaquia.

Bien es verdad que, si la iniciación del lance de esa forma ofrecía a las multitudes la emotividad dimanada de la conjunción de toro y torero en el centro de la suerte, pudiéndose apreciar cómo el enemigo seguía los vuelos del engaño hacia los terrenos de afuera, forzosamente habría de ofrecer claras dificultades al pasar del tiempo para poder realizar el toreo de máximas cercanías que hoy prevalece.

En el lance actual, situado el diestro de costado a la dirección del toro, se marca la salida desde la iniciación, permitiendo esa inicial ventaja, que el artista puede mandar mejor y más eficazmente en la res, al prescindirse del movimiento que tiene que hacer el torero en el lance de frente, marcando asimismo el diestro a su voluntad la distancia a mantener con el toro en el centro de la suerte, que, como es sabido, es el más esencial de los tres tiempos de que se compone.

Indiscutiblemente que cuando se habla de este asunto en cualquier reunión de aficionados existe una marcada división de opiniones sobre cuál de esas formas de lancear tiene más mérito.

Para nosotros, la antigua cien por cien. Y no es que queramos quitarle mérito al lance moderno.

Comprendemos que el toreo ha evolucionado en alto grado en aras de una depuración del arte que no hubiera podido conseguirse de mantenerse las normas clásicas que acabamos de explicar.

Esa división de opiniones de que hablamos antes se desvirtuaría si se analiza detenidamente las distintas circunstancias que rodean a ambas formas de torear, encajando perfectamente cada cual en su época.

¿Cómo hubiera sido practicable con aquellos toros la ejecución de la ajustada chicuelina o de la verónica a medio capote? ¿Cómo va a ser posible que los públicos acepten con los toros de hoy el toreo antiguo?

He ahí dos puntos equidistantes de la tauromaquia, que tantísimo ha dado que hablar entre los aficionados de todas las edades. ¿Cuál época fue mejor? ¿Cuál la de más afición? Preguntas todas de contestaciones varias, según desde el plano que contemplamos el asunto y en razón directa al concepto que se tenga de la tauromaquia en general.

Es lo cierto que, al desaparecer el toro de trapío antiguo, se esfumaron las normas que adobaban la lidia clásica, contrarrestando el achicamiento del enemigo otras de máximo dominio y cercanía en la ejecución de las distintas suertes, entre ellas esta del lance de capa, cuya transformación habida en los distintos estilos que se practican en la actualidad justifican ese achicamiento de las reses en esta época moderna.

Pero, de todas formas, señores aficionados, no podemos negar la importancia manifiesta que tenían aquellos lances de trente, en un orden de lidia auténtica, y en los que la emoción aparecía con todo su esplendor al vaciarse un toro a sus terrenos, gracias a la habilidad de aquellos colosos, que no conocieron de superaciones artísticas ni de efectismos teatrales».