Estimado Sr. Juez: Me dirijo a Su Señoría, porque veo que no es ninguno de esos 15 o 20 jueces españoles que, desde hace año y medio, siguen haciendo el que debería haber sido siempre su trabajo: defender los derechos y libertades de los españoles, frente a los abusos del poder ejecutivo. Porque de esto, y no de otra cosa, iba la milonga de Montesquieu de la “división de poderes”. Una nube de humo para que los borregos no se sublevasen contra el pastor, en la confianza de que Toby, el collie, los protegería.
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Es vieja y conocida la historia –o leyenda- del molinero prusiano que consiguió que un juez se opusiese a los caprichos del rey Federico el Grande, y que pasó al acervo con la frase “aún hay jueces en Prusia”.
Ignoro si en Prusia sigue habiendo jueces, pero en Españistán voy a proponer su inclusión, junto a los urogallos, en la lista de especies amenazadas de extinción.
Porque, claro, cuando digo juez, no me refiero a un burócrata togado y con puñetas. Para eso vale cualquier pelafustán. Me refiero a un individuo –o individua- con la formación intelectual y la categoría moral suficientes para impartir Justicia (así, con mayúscula).
Y habrá quien me diga que eso no existe. Muy probable, por eso propongo que se intente evitar su extinción, porque me consta que existieron. Una prueba. Mi padre ejerció el derecho en tiempos de la oprobiosa dictadura, y recordaba mucho el caso de un “simple” juez de instrucción (como un cabo entre los jueces) que procesó a un personaje muy significado del régimen. El Ministro de Justicia tuvo la osadía de llamar al juez, pero sólo se atrevió a preguntarle si era tan grave lo que había hecho el muchacho, a lo que el juez respondió –tan grave, señor ministro, que, si lo hubiera hecho su excelencia, lo procesaría igualmente-.
No sé cómo lo ve Su Señoría, pero yo me imagino que, a día de hoy, en situación semejante, un magistrado del Tribunal Supremo se ensuciaría los pantalones.
Y aquí es donde quería llegar. Sin la famosa separación de poderes, la democracia no es más que una tiranía mal encubierta. Un Estado de Derecho, es, para entendernos, cualquier dictadura en la que el tirano obedece sus propias leyes. Españistán es menos que eso. Aquí no hay cacique que no se salte sus propias reglas, con la complacencia anuente de unos jueces claudicantes y genuflexos.
Y si Toby, el “poder” (me ofende sólo decirlo) judicial, no ejerce ese “poder”, que se supone contrapeso del ejecutivo ¿quién nos defenderá de los abusos del tirano?
Pues en esa tesitura sólo queda una alternativa. Ya dijo Ortega que las masas sólo saben actuar de una manera: linchando.
Por eso, Señoría, el día que vea a la chusma vociferando debajo de su ventana y blandiendo una soga para ponérsela de corbata, no podrá echarles la culpa a otros. Fue Su Señoría quién les cerró las demás puertas.
Visto para sentencia.
*Un artículo de Galo Dabouza
El problema es que a la justicia, (cuanto me gustaría poder escribirla con mayúsculas), de un tiempo remoto a esta parte se le ha caído la venda, ahora con la gasa o banda en los pies, que ya no en los ojos, es imposible ser imparcial y justa, recta y equitativa. La sumisión al poder político y económico de los “jueces” en pro de una mejor y rápida proyección profesional ha marcado el rumbo, tan inexorable como irrecuperable, parece, de la justicia hacia la prevaricación y degradación. Cuando en una sociedad con importantes desigualdades sociales, económicas, con problemas territoriales que amenazan la integridad y solidez de un territorio con el consiguiente peligro de romper su idiosincracia y conciencia colectiva la JUSTICIA deja de ejercer su papel de contrapeso en el plano jurídico y legal lo más normal es que ésta, la sociedad, se desangre y entre en cuidados paliativos…
Justicia en España y libertad son terminos contradictorios, como lo son igualmente justicia y democracia, justicia y verdad, siempre relacionados o que tengan relacion a España.
Este buen articulo solo dice la verdad y descubre lo que es mas que evidente, que en españa ya no existe la justicia, ahora todo es pedro sanchez. Todos los que de una u otra manera estais colaborando con este horrendo crimen disfrazado de pandemia, todos, acabareis ajusticiados por la mano del pueblo al que estais intentando asesinar.
¡Amén!
Principios de los 80, conocía jueces que tenían una trayectoria impecable, que impartían justicia con equidad y sin complejos, fuese quien fuese. Podían tener su ideología, pero se quedaba fuera de la sala. Ponerse la toga era sagrado.
El primero de la nueva hornada que apareció por alli, no solo era un necio, además un tipo soberbio, sin educación y carente de respeto. Lo que viene siendo un acomplejado con ínfulas.
Al preguntar de donde había salido ese tío, ya se pueden imaginar la respuesta.
Se veía venir.
Estos payasos con toga se piensan que pueden chulear a cualquiera sino te sometes te mando a la carcel pobres necios un día las carceles van a arder como los juzgados. Todo esto viene por la mierda de leyes de genero que ha metido a mucho tonto y tonta del bote prevaricador con su basura de mierda que en otra epoca se les hubiera declarado enfermos y enfermas mentales lo que son la verdad no se ni como la gente no los echa a patadas de los juzgados la ley de genero con el caso la manada fue un ensayo para la plandemia que es ya la puntilla con delitos ya de genocidio. Y la culpa la tienen estos mierdas del CGPJ que encima controlan el TS en un alarde de su arrogancia y en lugar de irse pretenden que renueven esa mierda de CGPJ que si hubiera justicia ya estaba disuelto como lo que es organización criminal.