La Real Academia de la Lengua define comercio como “compraventa o intercambio de bienes o servicios”. El derecho matiza tan genérica definición, introduciendo el concepto “fuera del comercio de los hombres”, en el artículo 1271 del Código Civil, para dejar claro que existen bienes que nunca pueden ser objeto de compraventa ni de intercambio. El derecho admite pues que hay actos de comercio imposibles, nulos, que hay “cosas” sobre las que no se puede pactar ni transigir. ¿Imaginas que alguien pudiera hacer negocio con tu vida?
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Los derechos fundamentales están, lógicamente, “fuera del comercio de los hombres”, hasta el punto de considerarse irrenunciables (Al impedir su enajenación se impide toda posibilidad de negociar con ellos). En realidad, más que “derechos fundamentales”, deberíamos llamarlos “hechos fundamentales” para evitar confusiones pues la palabra derecho no es unívoca (No es lo mismo decir “Vivo del derecho” que “Tengo derecho a vivir”).
El derecho a la vida, como derecho fundamental que es, no es concesión de una norma jurídica; no es algo que pueda conceder un gobernante o un juez; es tan solo la consecuencia lógica, el efecto natural que surge del hecho de vivir. El derecho (Como sistema de normas) tiene el deber de proteger la vida (O derecho a vivir). Es la vida el presupuesto, el fundamento de todo derecho ¿No sería locura pensar, por contra, que el derecho es el fundamento de la vida? ¿Hay algún jurista que sepa “fabricar” vida? Más aún ¿Hay alguno que sepa qué es la vida? ¿Cómo podrían debatir, pactar, transigir, sobre algo que ni siquiera entienden?
El derecho a la vida es pues nuestro derecho a que nos dejen vivir en paz, a que nos dejen seguir viviendo. Para salvaguardarlo, los seres humanos diseñamos un sistema de normas, que también llamamos derecho. Los juristas deberían haber protegido siempre la vida (O el derecho a vivir) pero no lo hicieron. En algunos casos encontraron justificada la pena de muerte. Empezaron a juzgar quién tenía derecho a vivir y quién no y al hacerlo se apropiaron de un poder que no era suyo. Así adquirieron el poder de quitar la vida aquellos que no saber darla.
Ahora los juristas han organizado un acto para debatir si las vacunaciones deben hacerse obligatorias o no. Pero ¿Es lícito tal debate? ¿No deberían haberse limitado a informar que habiendo una posibilidad de morir, a causa de las vacunas, obligar a vacunarse violaría el derecho fundamental a la vida? ¿Acaso no tiene, cada cual, el derecho a rechazar cualquier tipo de tratamiento médico? ¡Si hasta han instaurado el derecho a eutanasiarse! ¿Puedo pedir una inyección letal y no puedo rechazar una inyección vacunal?
El Consejo Superior de Colegios de Abogados ha anunciado que el acto estará abierto al público pero, la verdad, no me hace falta ir para saber cuáles serán sus conclusiones. Y no es que sea yo adivino; es que, cuando se acepta debatir sobre derechos fundamentales, los derechos fundamentales pueden darse por perdidos, pues debatir no es más que abrirse a la posibilidad de transigir sobre ellos, es incluirlos “en el comercio de los hombres”. Sin duda será un acto magnífico, al que asistirán insignes juristas, menos radicales y llegarán a un punto medio. Encontrar justificada la obligación, en determinados casos, y así seguirán juzgando quién tiene derecho a vivir y quién no. Y seguirán actuando, como si el derecho fuera el fundamento de la vida y no la vida el fundamento del derecho.
¿Cómo pueden haberse prestado los Colegios de Abogados a algo tan absurdo? Recordemos que, hace años, la Unión Europea quiso liquidarlos por entender que obstaculizaban la libre competencia, pero lograron sobrevivir. Organizaron un acto en el que debatieron, consensuaron y pactaron con las autoridades europeas, nada sospechosas de radicalidad (Llegaron a un punto medio). Gracias a eso mi colegio puede impedirme vivir del derecho por no pagar la cuota. ¿Puedo confiar en que defiendan mi derecho fundamental a vivir unos tipos que ya pusieron el dinero por encima del derecho fundamental al trabajo?
Los traidores a la nación , llevan la marca en el pecho, encima del corazón,200 líderes políticos firmaron en el año 2015 con la ONU la traición y en el año 2020 comenzó la ejecución con el lanzamiento de una falsa pandemia para comprobar el comportamiento del pueblo y se han dado cuenta que la mayoría son sumisos y obedientes y creen todo lo que le cuentan por medio de los medios de comunicación, esta agenda criminal ya se la están enseñando a los niños en la escuela y se la pintan como si fuera maravillosa cuando es asquerosa para los seres humanos esta agenda solo es buena para las élites financieras, bancos farmacéuticas y grandes corporaciones, los humanos solo seremos peones, o sea esclavos de los primeros,. Viva el comunismo tecnocrático.
No se trata – creo yo – de a quién o quiénes pretendan obligar a inocularse un peligro potencial, se trata de a quién o quiénes han obligado ya con la muy subjetiva excusa de que, podrían ser (podrían eh? Nada demostrado) un peligro para pacientes, alumnos o la señora que va al súper (no sé, ya han “obligado” a los dependientes de supermercado?).
Se trata de que ya lo han hecho y creo que sin ninguna base jurídica y sin ningún “derecho” de ningún tipo.
Se trata de que la veda ya se ha abierto y el que ya ha pasado por el aro, se siente tratado con “desigualdad”.
No suele entender el “facilón”, el que no tiene aguante, que su cesión no es culpa de los demás, sino de su poco temple.
Se trata del “todos iguales”. Los dictadores de todo el mundo de hoy, no quieren dejar “testigos”, mientras los que ya han cedido su voluntad, su libertad, su vida y su dignidad, quieren “inocularse” – esta vez sí por voluntad propia – el tranquilizante llamado “mal de muchos consuelo de tontos”. En base a la manoseada igualdad, nos harán pasar por el aro, esta vez en llamas para todos, sin posibilidad de que te toque el placebo.
Los abogados hacen performances, los gobernantes también. Los médicos las suyas entre bailecito y bailecito ridículo, mientras todos se han olvidado de que ” un hombre tiene que hacer lo que se tiene que hacer”.
“Fuera del comercio de los hombres” está lo que cada uno no esté dispuesto a vender. Yo no estoy dispuesta a vender ni mi vida ni mi dignidad de persona ni mi libertad, por eso no me he inoculado su esclavitud en las venas, y por eso si me obligan a hacerlo sin mi permiso, me consideraré en posesión del “derecho” a defenderlas por los medios que sean, los que sean, porque todo tiene su anverso y el código también contempla la legítima defensa.
Si nos obligan a la esclavitud, como somos libres desde el nacimiento, yo los consideraré traficantes de personas, negreros, comerciantes de esclavos los cuales no han dado su consentimiento para serlo (en la antigua Roma los había, para pagar deudas u otros motivos), y actuaré ante la agresión en consecuencia.
La clave está en el consentimiento. Los que coacionados o libremente han cedido sin garantías y sin asunción de responsabilidades por parte de quienes les ofrecieron la posibilidad de “salvación”, deben respetar a los que no nos vendemos barato por mucha rabia que les dé. Así están las cosas a día de hoy, mañana puede ser que puedan obligarnos si todas sus demás estrategias (incluidas encuestas torticeras del tezanos, que en si misma plantearla ya es una aberración por lo que conlleva de normalización de algo completamente aberrante, eso de que si lo quieren muchos o “voluntad popular”) de engaño fallan, pero primero que deroguen toda ley y tratado al que estén suscritos pues, que yo sepa, una ley ordinaria o un decretazo, nunca podrá ir en contra o superponerse sobre una de rango superior como una constitución, un código de Núremberg, de Oviedo o de la conchinchina si lo han firmado.
Acaso es tan difícil que la “ley” que para eso está, se juramente toda ella y en base a lo anteriormente dicho, sin interpretaciones de “autor” personalísimas, sin subterfugios legales y tonterías varias de juristas “mirados”; de el golpe en la mesa y pare todo esto?.
Acaso tiene un gobierno “pasajero” la potestad de envenenarnos el agua? De vender un país con todo lo que contiene? De decidir por sus santos c.ojones que yo me meta en el cuerpo un medicamento dudoso, que no es que sea una hipótesis que pueda matar, es que es una certeza que ya lo ha hecho?
Son tan débiles sus “razones” para imponernos la posibilidad de enfermar o morir, tan poco sustentables, tan claramente malintencionadas, que si me obligan juntamente con esa obligación, me estarán obligando y abocando indefectiblemente a tomar las armas (en sentido figurado en principio, en última instancia y si llevan la cuestión al límite, ya se sabe lo que pasa cuando no dejas salida). Ahora entiendo como nunca lo que les pasó a los sublevados esclavos de Espartaco, a los de nuestra guerra civil, o a los de las colonias inglesas de Norteamérica. Es lo que tiene el ansia de poder, vicia de tal forma que se pierde el autocontrol y se aprieta la soga hasta que el indefenso siente que si aprietan un poco más, “le va la vida en ello”. “Nos va la vida” Carmencita calva, vas a hacer algo por nosotras las mujeres que nos sentimos maltratadas, violentadas e incluso violadas en nuestra intimidad con vuestros sms constantes con fecha, hora y lugar para obedecer e inocularnos? No? Ya lo sabía…….eres un puro fraude como jurista, como feminista y como persona.
Las farmacéuticas se harían de oro de verdad, desarrollando un fármaco contra el asco que nos provoca tanta miseria humana de unos, “los obedientes” al poder, y de otros, los todopoderosos asquerosos.
Para qué pagamos el tribunal penal Internacional, la ONU y tanto organismo si consienten este atropello sistémico y hoy por hoy sistemático?. Acaso es que son tan solo organismos simbólicos y no nos habíamos enterado?. Dónde están cuando se les necesita?.
Son la justicia española y el tribunal constitucional mero atrezzo de una democracia también de atrezzo?.
A qué esperan si no es así?.
Que clase de justicia es la que consiente la injusticia y solo actúa a toro pasado?.
No obedeceré leyes injustas y obligarme a jugarme la vida por un supuesto (en este caso “bien común”), es una ley injusta.
Si soy una asesina por no vacunarme como dice esa loca de la Sansebastian, que lo demuestre, que demuestre a cuántos he matado, es esa la base del derecho, no?….las pruebas condenatorias, no?.
O sea, a ver si lo he entendido. Los “indicios” (de que somos los no inoculados los causantes de las nuevas infecciones) valen para que el poder nos condene sin pruebas, pero los “indicios” que a mí me hacen desconfiar (muertes, efectos secundarios, ineficacia del medicamento pues siguen habiendo contagios, sospechas de intereses espúreos más allá de la supuesta salud etc) no valen?. Que justicia más chachi.
Si yo me siento – como mujer – tan indefensa, no quiero ni pensar cómo se debe de sentir un hombre blanco, hetero y occidental al que ya le retiraron su condición de igual con la viogen, y ahora tiene que lidiar como ya inferior “por ley”, con este nuevo abuso de poder si es que no quiere rendir otro derecho y su libertad.
Las cesiones no arreglan nada, solo son la antesala de nuevas cesiones. Al chantaje (económico o emocional) si se cede se pierde. La caridad empieza por uno mismo y yo no me dejo engañar con el buenísmo: no pienso vender lo que no es mío – como han hecho los inoculados -, pues la libertad, la dignidad del ser humano y el derecho a vivir es patrimonio de todos.
Son malos tiempos para ser íntegro, pero solo la integridad y la fortaleza nos podrá salvar. Somos pocos, sí, pero….desde cuándo ha salido algo justo, digno o bueno de la masa?.
Quién le pone el cascabel al gato?…..eh ahí la cuestión. Hasta que los hombres no hagan “lo que un hombre tiene que hacer” ante abuso de poder tan palmario…….seguirá el atropello y todos los que queden aplastados bajo el rodillo, pesarán sobre la conciencia de los hombres que pudiendo hacer algo no lo hicieron.
Un comentario digno de ser publicado como artículo en El Diestro. Solo te corregiría una cosa: Desde mi punto de vista, es el mejor tiempo para ser íntegro pues nunca fue tan fácil discernir qué es eso de la integridad.