Hace unos días, un titular de ABC de Sevilla decía: El sindicato de la policía local planea boicotear la salida del Gran Poder. Leída la noticia, se dice que el sindicato propone esta acción como medida de presión para que el ayuntamiento les abone, las horas extras que les deuda. Desconozco si son justas o no, las citadas reclamaciones, pero lo que sí es verdad, es que una vez más y como siempre, el pueblo de Sevilla, el que paga sus nóminas, es el rehén inocente y perjudicado de este litigio.
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Esta situación, una vez más, se produce porque nuestra constitución, otorga un papel preponderante a los sindicatos. Todavía hay gente en España, sobre todos los poco-pensados, los que se limitan a formar su opinión tras ver, escuchar o leer, los denominados “medios de comunicación” que creen que el régimen actual de gobierno es una democracia. Los que piensan ya un poco y que además razonan, cuando menos se cuestionan esta y asumen que estamos en una partitocracia. Yo llegaré un poco más lejos, y diré que ni democracia ni partitocracia, que vivimos en un Régimen Sindicalista.
La razón del posible boicot, es cuestión de dinero. Pero cuando no es por dinero, es por mejoras en su ya privilegiado, convenio laboral. Muchos de ustedes estimados lectores no sabrán que el funcionario español -y cuando digo funcionando me refiero a todo el que tiene una nómina pública- en relación al salario medio del país, es el segundo o el tercero del mundo que más cobra. Dentro de estos parámetros, hay unos colectivos más aventajados, puedo asegurarles que la policía local está entre ellos. Ya quisiera un creador de riqueza; Un autónomo medio, insisto, medio, cobrar la mitad de lo que cobra un policía local, de tener sus días de vacaciones, de tener los días de asuntos propios o la facilidad que tienen para darse de baja y cobrar la totalidad del sueldo como tienen los policía locales. De las horas de su jornada laboral, mejor no hablamos.
Cuesta creer que casi dos años después de que no salgan las imágenes sagradas a nuestras calles, que este colectivo, utilice la salida del Señor de Sevilla, de Jesús del Gran Poder, la imagen más venerada de la ciudad y casi del mundo cristiano, para hacer sus reivindicaciones, que como ya he dicho con anterioridad, son privilegios muy por encima del resto de ciudadanos. Es verdad que la constitución, como he escrito más arriba, le otorgas mucho poder a los sindicatos, pero ello, no es excusa para que nuestros gestores políticos, en este caso el señor Espadas, alcalde de Sevilla, nos haga pasar este mal trago. Las administraciones públicas, tienen dinero para todo lo que a los políticos que las dirigen les interesa. Llegado el momento, si no lo hubiera, y si les fuera necesario, se entrampan. A posteriori, nada ni nadie, les pide responsabilidades.
Esta situación y tantos otras parecidas, en las que el pueblo es el perjudicado, sólo es posible por el hecho de que nuestra clase política tenga como prioridad absoluta mantenerse en el sillón, y ello pasa por evitar situaciones conflictivas, especialmente con los sindicatos, que no han dejado de empoderarse cada vez más ante la débil respuestas que reciben desde las autoridades y dado que casi siempre consiguen sus exigencias, sean o no razonables.
Nuestros gestores políticos, tienen como prioridad crear necesidades al pueblo que realmente, no lo son. El pueblo de Sevilla, cuando saca sus cofradías a la calle, requiere de muy escasa fuerza de orden público. Por otro lado, tenemos Guardia Civil, Policía Nacional. También tenemos ya hoy, Protección Civil, guardia pretoriana de la clase política, y que no deja de crecer y de aumentar el presupuesto para el mantenimiento de la misma, y que sería del todo suficiente para guardar el orden en las procesiones. Una vez más, los dirigentes políticos, no dan la talla. A día de hoy, todavía estamos por saber qué dio lugar y quienes fueron los responsables, de los gravísimos sucesos de la madrugada del año dos mil.
Yo vivi hace muchos años una semana santa genuina y atractiva, con el paso de los años se fue internacionalizando y degradando igual que la feria convirtiendose en espectaculos llenos de chiringuitos, uno de ellos fue la incorporacion de medidas de seguridad llenas de efectivos y protocolos que como siempre bajo la escusa de nuestra seguridad desnaturalizaban y limitaban las fiestas, en sus origenes solo llevaban una pareja de la guardia civil de forma voluntaria y un operativo basico de municipales en las periferias, parece que al sistema le da miedo cuando las masas de ciudadanos nos juntamos, hoy en dia todo es control, no valla ser que nos descontrolemos, el año que se produjo unas estampidas no fuimos nosotros (el pueblo) como siempre fue un esperimento de sectores muy oscuros vinculados con el sistema para justificar actuaciones y protocolos que solo les benefician a ellos (como siempre)