La estadística es la ciencia que recopila, clasifica y recuenta todos los hechos que tienen una determinada característica en común, para poder llegar a conclusiones a partir de los datos numéricos extraídos. Esta es la definición académica, teórica.
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También es una ciencia práctica la forma de presentación, el estiramiento de los gráficos, con quién te comparas, cuando y cuáles son los temas que interesa resaltar, fundamentales para una presentación bonita, agradable a todo el mundo, pero que, sin mentir, no refleja la verdad absoluta de la realidad.
Se han publicado los datos sobre las personas condenadas por la justicia española correspondientes al pasado año 2020. Tanto en la nota de prensa del INE como en prácticamente todos los medios de comunicación, se resalta que la mayor parte de los condenados tenían nacionalidad española, el 74,9%. Siendo ello verdad, cuando se profundiza un poco, resulta que el porcentaje de condenados extranjeros, con relación a la población, es 2,575 veces mayor que los españoles, ello sin tener en cuenta los extranjeros de primera o segunda generación nacionalizados.
Si tenemos en cuenta el Censo Poblacional de España, 41.936.827 eran españoles y han sido condenados 165.928, lo que es lo mismo, el 0,40% de ellos; extranjeros eran 5.407.822 y han sido condenados 55.509, el 1,03%, en total 221.437 condenas que corresponden a 592.957 penas impuestas, del siguiente tenor:
Los delitos sexuales condenados, por todos los conceptos, han sido:
En cuanto a menores de edad, sobre quienes no se facilita ningún dato de nacionalidad ¿dónde quedó la política de no opacidad que algunos pregonaban?, las tasas más elevadas son las de 17 años en los varones y las de 16 y 17 años en las mujeres. Los menores condenados de nacionalidad española es el 79,3%; sin embargo, la tasa de menores por cada 1.000 habitantes de 14 a 17 años fue casi tres veces superior en los menores de nacionalidad extranjera.
Estos son los datos del INE, que no admiten discusión. Lo que sí admite son interpretaciones diferentes por parte de quien presente el power point y sus ideas políticas, económicas, judiciales y sociales que, para eso, todavía somos una democracia.