El primer rabo de la historia fue concedido un 19 de octubre de 1913 en la Plaza de toros de Jaén y el primer torero al que se le concedió un rabo fue al maestro Matías Lara ‘Larita’. Desde entonces se institucionalizó la concesión de este trofeo a los toreros que realizaran faenas de gran importancia y mérito.
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Según cuentan las crónicas, tras una gran faena el público pidió las dos orejas para ‘Larita’ que rápidamente fueron concedidas por la Presidencia, tras su concesión el respetable continuó pidiendo más, momento en el que al concejal que presidía el festijo, Sr. Molinos, se le ocurrió otorgar el rabo al torero.
La noticia corrió como la pólvora y se empezó a utilizar ese trofeo en el resto de plazas españolas y del mundo.