Antiguamente las plazas de toros no contaban con lo que conocemos como burladero, refugio al que pueden acudir los toreros cuando están en apuros, por lo que los intervinientes en la lidia debían estar en muy buenas condiciones físicas para poder saltar las tablas en caso necesario.

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No fue hasta 1910, con la reaparición de Antonio Fuentes, cuando este torero pedía en las plazas en las que actuaba la colocación de burladeros, algo que no era habitual en aquel entonces. No obstante el maestro que logró que todos los cosos taurinos contaran con burladeros fue el gran Juan Belmonte. Algo que quedó recogido en los reglamentos taurinos como obligatorio.

burladero

El burladero está formado por una serie de tablas ensambladas que dejan un espacio por el cual el torero puede salir y entrar al ruedo fácilmente, sin embargo es demasiado estrecho para que lo pueda emplear el toro para escapar del ruedo.

Dentro del callejón también existen burladeros, que son ocupados por la autoridad, empresa, ganaderos, apoderados, equipo médico, invitados…