No nos dejaremos de preguntar nunca sobre qué es lo que pinta exactamente un personaje como Bergoglio al frente de la Iglesias y quién le ha colocado ahí, ¿al servicio de quién esta este personaje?

Recientemente ha surgido otro escándalo alrededor del Vaticano tras ser publicado un reportaje en el programa Report de RAI 3 en el que se entrevistó al exauditor general del Vaticano, Libero Milone quien aseguró que durante muchos años había advertido a sus superiores del carácter arriesgado de alguna de las inversiones que se estaban realizando, ya que no eran demasiado apropiadas para lo que los fieles habrían esperado de ellos.

Y es que Milone desveló que durante al menos 20 años, El Vaticano estaba invirtiendo alrededor de unos 20 millones de euros en empresas farmacéuticas que se dedicaban a fabricar, entre otras cosas, la famosas píldora del día después. También aseguró en el programa que, además de advertir sobre el riesgo de estas inversiones, denunció que no las consideraba moralmente válidas “porque no se corresponden con la doctrina social de la Iglesia”.

Milone había sido nombrado por Bergoglio en 2015 para desarrollar su puesto como auditor general y tras estas denuncias fueron obligados a renunciar de su puesto, tanto él como su ayudante Ferruccio Pannicco, por orden del arzobispo Angelo Becciu, entonces sustituto de la Secretaría de Estado, quien los habría acusado de espionaje sin prueba alguna.

De nuevo asistimos a otra muestra de los principios que rigen en la cabeza de quien debería ser el líder espiritual de miles de millones de personas saltándose sus propias doctrinas por conseguir un objetivo económico, sea a costa de lo que sea. Bergoglio es un personaje que ya desde el primer día llegó al puesto que ahora ocupa de una forma bastante extraña y está claro que todos los rumores que circulan acerca de los motivos de la renuncia de Ratzinger y su posterior ascenso van a ser ciertos. Menudo personaje más siniestro.

 

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