Como lector del diario ABC que soy desde el año 1955, e influenciado gratamente por las interesantísimas “Cartas a Córdoba” del gran periodista Francisco Solano Márquez, me voy a permitir plagiar la filosofía de sus documentados artículos de los viernes, para expresar la incredulidad de lo que después relataré. Comenzaré señalando (para quienes lo ignoren) que, según extraigo de Wikipedia, Mateo Inurria Lainosa fue un gran artista cordobés (1867/1924), que se dedicó a la escultura religiosa y conmemorativa, a la restauración y la decoración.
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Estuvo ligado a la docencia en Bellas Artes; fue catedrático de Modelado de la Figura y Dibujo del Antiguo en la Escuela Municipal de Artes y Oficios de Córdoba, y director de la Escuela Superior de Artes Industriales de Córdoba, con atribuciones para programar los estudios de Platería, Guadamecilería, Herrería, Carpintería, Cantería y Cerámica en escuelas-taller. Concurrió a exposiciones nacionales y extranjeras y obtuvo varias Medallas de Primera Clase, de Honor y de Oro”. Y por toda España tiene una serie de espléndidas obras en Madrid, Puente Genil, Montoro, La Línea de la Concepción y otras poblaciones.
Vivió temporalmente en Roma donde coincidió con otros artistas de su generación como el también cordobés Rafael Romero de Torres y con el artista burgalés Marceliano Santa María. Su obra más significativa para los cordobeses es el monumento al Gran Capitán, ubicado en el centro de la Plaza de las Tendillas. Se trata de una escultura ecuestre en bronce, menos la cabeza, labrada en mármol blanco.
Pues en esta Córdoba querida, nuestro ilustre paisano tiene dedicada una calle, que conecta o desemboca en la calle Alfaros, pero en sentido opuesto (y casi enfrente) de la Cuesta del Bailío. E, increíblemente, desde mucho tiempo, el rótulo se encuentra mutilado sin que ningún responsable, al parecer, se dé cuenta de ello.
Y como efecto de dicha mutilación la calle aparece como “ATEO INURRIA”. Creo que sería fácil y barato solventar esta anomalía que, además, no casa con la religiosidad de nuestro paisano. ¿Habrá algún responsable que ordene restaurar el rótulo del insigne restaurador?
Totalmente de acuerdo con usted.
En ZARAGOZA pasa lo mismo. ¡Menos mal que el Ayuntmaiento tiene un núm. 010, al que podemos llamar para denunciar esas deficiencias y anomalías!
Por lo visto los políticos están tan ocupados en hacer grandes obras, con las que seguir arruinando -todavía más- nuestras ciudades, y los policías municipales andan tan estresados poniendo multas,para recaudar más dinero, y “sacarse” el sueldo, que no tienen tiempo para informar de todas estas deficiencias, que tan mala imagen dan de nuestras ciudades.