La noticia del día de ayer, y otra vez poniendo freno a la creación de riqueza, es el que el Ministerio de Trabajo, ya saben, ese que está dirigido por alguien que jamás ha trabajado, aún menos cobrar, fuera de un sindicato y que por supuesto, jamás ha dirigido ni un puesto de pipas, sancionará a las empresas que no lleven un control y evaluación del estrés de sus empleados. Ya saben, el empresario es papá, mamá y no se sabe cuántas cosas más en cuanto a la responsabilidad con aquel al que se le hace un contrato laboral, dado que, en ese mismo momento, el trabajador de igual manera, ha quedado totalmente eximido. Para esta gente, el expediente, en definitiva, la burocracia, es lo verdaderamente importante. Por no haber dirigido nunca una empresa, carecen del más mínimo sentido, de la verdadera preocupación que un empresario de verdad, tiene por sus trabajadores. Por ello, tendrá que planificar, detectar y solventar, cualquier desequilibrio emocional del trabajador.
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Al parecer, será un apartado más en las leyes de riesgos laborales, que naturalmente encarecerá los costes de producción de las empresas para a su vez, bajar la competitividad de las mismas, además de exponerla aún más a sanciones económicas, nada nuevo. Como en tantas otras leyes y normas, se trata de liberar de responsabilidades al Estado para hacerlas decaer en el de siempre, el emprendedor, que parece que fuera un robot que fabricara dinero y que, por supuesto carece de derechos, y de sentimientos que no son personas, son unos bichos, a los que hay que exterminar.
Naturalmente el seguimiento y cumplimiento de esta nueva norma, será responsabilidad de la Inspección de Trabajo, ya saben los que hacen el paripé como de que están para defender los derechos de los trabajadores pero que, en realidad, ejercen de recaudadores del Estado en grado superlativo además de actuar, como exterminadores de empresas. Estas normas, los no iniciados deben de saber que solo afectan a las pequeñas empresas, las grandes corporaciones, los que tienen todos los despachos de abogados del mundo y tienen ramificaciones hasta los sitios más insospechados incluso hasta el sitio donde se gestionan y elaboran estas las leyes, quedan al margen. Un buen regalo, una buena comida, o incluso un buen viaje, es el coste que les podría suponer.
Muchos de ustedes podrán sentirse sorprendido por esta situación, pero créanme, lo hasta aquí contado, no es lo más rocambolesco. Lo más sorprendente, es que, tras la llegada de esta nueva ley, no escucharan a ninguna organización empresarial ni siquiera de autónomos quejarse por la imposición de la misma, para nada. Ya no lo hicieron cuándo se aprobó la Ley 23/2.015, durante el gobierno de Mariano Rajoy, -sí, sí, el que se definía como liberal…hasta que entro a gobernar- ley que descargaba buena parte de la responsabilidad del pago de las indemnizaciones posteriores a la Seguridad Social en los accidentes de trabajo, para endosárselo a los empresarios. Fue la bomba de profundidad y con efecto retardado, dentro de la ley de Riesgos Laborales, que cuando nació, nos creímos que era simplemente para aumentar la burocracia y a los burócratas “simplemente”.
Vamos a tener que hacer los españoles, no lo esperen de los actuales dirigentes, lo mismo que han hecho en el País Vasco; una corporación que sea un paraguas para todas sus empresas y para imponer el régimen que estimen más beneficioso para sus empresas. Hará de dique de contención para desviar la atención del resto de España, además de poner, a un señor llamado Garamendi al frente de la CEOE. Si, de la Confederación de Empresarios “españoles”, no de los vascos. Vasco de Neguri, señor que jamás ha emprendido, señor que jamás ha tenido empresa, un señor que lleva toda la vida a la sombra de las organizaciones empresariales y cobrando sueldo público de España y que esta para que dejen trabajar, a su manera, a los vascos y que todos los abusos en las normas que sufren las empresas del resto de España, queden al otro lado.