Nos llama mucho la atención la gran cantidad de insultos que estamos recibiendo por los artículos en los que mostramos la peligrosidad de las vacunas, las evidentes irregularidades y falsedades que se está produciendo en este proceso de vacunación y la información de la que vamos disponiendo acerca de las muertes y efectos secundarios que mucha gente está sufriendo por este mismo motivo.
Esto no es más que un llamamiento a la prudencia y un recordatorio para que todo el mundo esté sobre aviso de lo que está sucediendo, pero, por supuesto, no es ninguna obligación para nadie, quien quiera vacunarse es muy libre de hacerlo. Pero está sucediéndonos algo muy curioso, muchos de los que quieren vacunarse realizan comentarios en la web, o a través de las redes sociales, en los que nos insultan.
Y fíjense que no somos médicos que estamos prescribiendo por redes sociales como hacen otros. Estamos alertando con noticias que no publica casi nadie y que tienen muy difícil acceso para muchas personas puesto que no aparecen ni en radios, ni en televisiones, ni en grandes medios de comunicación.
Que se nos insulte por advertir de los peligros de la vacuna nos parece un claro ejercicio de autoayuda psicológica para quien lo hace: no está seguro pero quiere hacerlo, sobre todo porque lo hacen los demás, y pretende calmar sus inseguridades cargando contra nosotros, como si fuera decisión nuestra lo que tiene que hacer cada persona con su vida.
Si tan seguros están de querer vacunarse, ¿qué más les da lo que podamos decir los demás?