Dicen que las matemáticas son el idioma universal y creo que es correcto, no solo por ser una ciencia mundialmente comprendida sin importar la lengua nativa de quien la expone sino por ser la única que logra explicar lo que aún se encuentra en el universo de lo teórico. Si bien es considerada una “ciencia exacta” desde la visión tridimensional de nuestra realidad subjetiva, lo cierto es que dista mucho de serlo, pues solo es exacta en la realidad general, fuera de los parámetros de “alto, ancho y largo” de esta dimensión. En cualquier caso, es indudable que, si tuviéramos que escoger un idioma divino, este sería sin duda el de las matemáticas. El “Do” en su infinita sabiduría emplea este idioma para diagramar su creación, pues es el único que permite explicar cómo funcionará en lo teórico lo increado, antes de ser creado.
La matemática más elevada es a su vez la más simple, y es aquella que forma la base de toda la matemática conocida; me refiero a la formada por los nueve números primogénitos naturales 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9. () Toda la creación está formada por energía y el entramado por el cual se desplazan éstas son los fractales u octavas. Estas energías están divididas en niveles, desde las más “altas” hasta las más “bajas”, más precisamente en nueve (9) niveles de energías diferentes.


Toda la programación y ejecución de la realidad general está basada en nueve combinaciones de energías, que en nuestro caso —realidad subjetiva— se manifiestan en siete (7), ya que las dos (2) restantes son exclusivas de la realidad general. El “Do” manifiesta esas energías en forma de octavas (do-re-mi-fa-sol-la-si-do) donde cada nota corresponde a una energía cada vez más sutil (de más alta vibración) según se acerca al “Do”, por consiguiente, a este le corresponde la número nueve (9) en la realidad general, y la siete (7) en la realidad subjetiva. Siguiendo este razonamiento su correspondencia en la octava descendente en la realidad subjetiva sería la siguiente: (do=7, si=6, la=5, sol=4, fa=3, mi=2, re=1) y en la realidad general sería: (do=9, choque=8, si=7, la=6, sol=5, fa=4, choque=3, mi=2, re=1). Todo número fuera de estos nueve representa en su reducción, a solo una de estas energías o notas en un determinado armónico (1ª,2ª,3ª… octava) ya sea por abajo o por arriba de la octava inicial.
Veamos un ejemplo tomando el número 11, tan relacionado a determinados acontecimientos asociados a la llamada “agenda illuminati”. Al 11 le corresponde por reducción la energía ‘2’ (1+1=2) correspondiente a la nota “mi” tanto en la realidad general como en la subjetiva, y al choque (8), en correlatividad en la segunda octava descendente de la realidad general (11/9=1,22…) 1 octava y 2 notas más de la octava siguiente. Haciendo el cálculo completo sería:
(1 + 1 = 2 11 ÷ 9 = 1.22… 2 x 1,22… = 2,44… ) 2,4 = (fa), esto es igual a 2 octavas y 4 notas de la octava subjetiva, que le corresponde la energía (3) que es el “choque” en la general. Fecha ideal para un doble choque, con el objetivo de manipular la octava de alguna manera.
Toda la matemática del “Do” está armada en base a polinomios de hasta nueve (9) términos y hasta nueve (9) incógnitas de base (n) de la forma (Y = a(xn) + b(xn-1) + c(xn-2) +….. d(xn-8)) , donde a,b,c y d, son números naturales del 1 al 9 correspondientes a una nota o nivel de energía, (x) son lugares espaciales o coordenadas tridimensionales (números reales), y las bases (n), el armónico que le corresponde sobre una octava de (7) términos (notas), correlativas del siete (7) al uno (1), (do, re, mi, fa sol, la, si). La base se obtiene dividiendo (x) por las nueve energías de la octava de la realidad general. Conociendo la función polinómica que describe a la octava, se puede perfectamente conocer el desenlace final de un acontecimiento, o bien modificar o crear una nueva línea de realidad o tiempo alternativa dentro de un suceso específico. Cada punto de inflexión de la función (lugar donde el gráfico cambia de dirección), corresponde a la secuencia de influencia de la octava, y cada raíz (lugar donde la función es igual a cero) el punto espacial donde influye, sea pasado, presente o futuro. Así pues, el “Do” usando una simple función diseña todo el universo, y los dioses mayores y menores siguiendo este esquema lo construyen. La geometría sagrada intenta acercarse a esta arquitectura. La numerología quiere emular este conocimiento, pero no tiene en cuenta la matemática del “Do”, más cerca está la Cábala, pero solo se acota a los conocimientos del demiurgo Yahvé, que oculta el verdadero significado para no ser descubierto, y solo manipula la octava del demiurgo para tratar de perpetuarlo. Esto es solo una pequeña muestra de la matemática sagrada que diseña la geometría del universo. Leonardo di ser Piero da Vinci (Leonardo Da Vinci) y Leonardo de Pisa (Fibonacci), conocían el secreto y de alguna forma lo perduraron en sus obras y postulados.
No se puede comprobar esta información a ciencia cierta, porque no disponemos del conocimiento ni las herramientas necesarias para hacerlo, y no conozco libros o estudios al respecto. Tampoco pretendo que lo entiendan, sé que es complicado, no es necesario que comprendan el funcionamiento, solo el concepto final, que es que todo lo creado tiene un diseño previo y un comportamiento preestablecido, nada está dejado al azar, nada es casual, y como dijo Albert Einstein: “Dios no juega a los dados”.
- El cero (0) fue descubierto mucho tiempo después por las civilizaciones mesopotámicas, aunque en realidad fue entregado por los dioses, luego los hindúes lo tomaron y finalmente fue atribuido su descubrimiento a los árabes
- La “reducción” de un número es el resultado que se obtiene al sumar los números que lo conforman hasta obtener un número comprendido entre 1 y 9. Por ejemplo, la reducción del número 1342 es “1” (1+3+4+2 = 10 y 1+0 = 1)
Antes que se implantara el sistema decimal (los nueve números “primogénitos” naturales más el cero), los antiguos contaban en docenas, es decir en un sistema basado en el 12 (una docena de huevos, 12 meses del año, en tipografía,…), y en otros muchos sistemas. Hoy día, los ordenadores usan el sistema binario, 0 y 1 y los programadores el sistema hexadecimal, 0,1,2…..9,A,B,C,D,E,F(=15). A veces también el sistema octal, 0-7.
El “Demiurgo” (o el “Do”, o…) sabiendo que lo sabe todo eligió el 10?
Creo que los dioses de este iluminado han debido ser discípulos de Pitágoras, pues ya él desarrolló una creencia en que todo eran vibraciones representables numéricamente. Todo este conjunto de creencias en la numerología y la cábala es muy antiguo y ya hace siglos que se consideran supercherías, pero los masones, tan aficionados al ocultismo y las religiones orientales, no escatiman esfuerzos en derribar a nuestro Dios cristiano. Ningún masón ocultista satánico ha logrado nunca ni logrará jamás desafiar las leyes físicas mediante ningún milagro de los que nuestro Dios nos regala a través de la intercesión de la Virgen María y los santos.
Interesante interpretacion a la luz de los conocimientos de George Ivánovich Gurdjieff , un despierto.