Parece que en el mundo hay muchos más médicos valientes de lo que pudiéramos pensar. Es lógico que viendo lo que sale por televisión, los vendidos César Carballo y compañía, todos pudiéramos generalizar y pensar que son todos igual de vendidos, cobardes y manipuladores. Pero no, en el mundo también existen médicos valientes como Natalia Prego o María José Martínez Albarracín, solo por poner algunos ejemplos.

Y otro ejemplo más es este doctor italiano llamado Luca Graziani, que ha sido entrevistado por el digital ‘Rávena e Dintorni’, entrevista en la que realiza unas valientes declaraciones. Graziani afirma muchas cosas en la entrevista, para empezar que él “no vacuna” y que el “COVID se puede curar”.

Pero también habla de remedios denostados por la OMS, por farmacéuticas y por muchos medios de manipulación y políticos: “El mejor antiviral es el oxígeno, respiremos. Tuve al menos treinta positivos sintomáticos, todos curados con aspirina, cortisona e hidroxicloroquina. Los datos de los muertos no son claros, sin autopsias”.

Dice, también, que no es “un antivacunas ni un negacionista. Solo soy alguien que tiene dudas, que se hace preguntas. Ante las certezas graníticas de quienes nos gobiernan y orientan en el cuidado de la salud. Una tal Francoise Marie Arouet, que no era otra que Voltaire, decía que “la duda no es agradable pero la certeza es ridícula” y que “sólo los imbéciles están seguros de lo que dicen”.

Además, sobre las mascarillas dice lo siguiente: “A medida que los ciudadanos las usan, las mascarillas son solo una fuente de infección. Y en general han servido sobre todo para enriquecer a alguien. El organismo trata de eliminar lo que no quiere, con la mascarilla en cambio reintegramos parcialmente lo que desechamos con la exhalación, es decir, el dióxido de carbono, alterando la microbióta y creando el suelo adecuado para la proliferación de virus y bacterias”.

Pero ya saben, este es uno de los médicos malos. Los buenos son los que salen por la televisión, los vendidos que solo están para llenarse el buche y para cambiar de opinión cuando sienten que sus participaciones televisivas y su famoseo se puede poner en riesgo. Cobardes que deberían ser sentados delante de un juez.