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Según datos publicados por RTVE, en el último año, el coronavirus ha afectado a unos ciento doce millones de seres humanos en todo el mundo, de los cuales han muerto unos dos millones y medio, por lo que cabe inferir que los otros ciento diez millones se han curado espontáneamente pues, a día de hoy, la OMS sigue diciendo que no hay tratamiento alguno (Ya sé que COMUSAV dice que sí lo hay, pero es evidente que la OMS no hace ningún caso a esta asociación de miles de médicos).

Durante todo este tiempo, hemos podido constatar el tremendo-esfuerzo-sin-precedentes que han hecho nuestros gobernantes para frenarlo, movilizando miles y miles de millones de euros, que se están gastando en máscaras, pcrs, respiradores y demás utillaje sanitario. Entre tanto esfuerzo, el más increíble ha sido el de la industria farmacéutica, que ha elaborado, no una sino varias vacunas, en muy pocos meses, cuando antes solía tardar años.

Tanta concentración de esfuerzos en la nueva pandemia ha restado visibilidad a otras más viejas, como el hambre, que afecta a ochocientos veinte millones de seres humanos, de los cuales mueren unos nueve millones al año (Según datos de la SER) Seis de esos nueve millones son niños. La FAO dice que, cada cinco segundos muere un niño de hambre.

Los afectados por el coronavirus son pues ocho veces menos que los afectados por el hambre. Los muertos con coronavirus son cuatro veces menos que los muertos de hambre La misma ONU, en su página de “noticias”, advierte que pueden morir por desnutrición más de cien millones de seres humanos. Si esos datos son ciertos ¿Cómo se puede explicar la actitud de nuestros gobernantes? De haber movilizado, para frenar el hambre, la mitad de los recursos que han movilizado para frenar el virus, sin duda habrían acabado con una pandemia mucho más letal, sin tener siquiera que inventar nuevos y peligrosos medicamentos, pues la cura existe desde siempre ¡Se llama COMIDA!

Perdonadme pues que desconfíe de filántropos empeñados en vacunar a los hambrientos ¿Para que puedan seguir muriendo de hambre? Perdonadme que desconfíe de sanitarios empeñados en sanar al 1%, que están enfermos, enfermando al 99%, que están sanos (Ya hay expertos que dicen que la cuarta ola será de trastornos mentales). Perdonadme que desconfíe de políticos que repiten, como loros, que el coronavirus es la-más-grande-emergencia-sanitaria-a la-que-nos-hemos-enfrentado ¡Qué pueden decir para tratar de justificar el robo de nuestros derechos!

De los datos expuestos, cabe inferir que, si estuvieran interesados, de verdad, en salvar vidas, dirigirían sus esfuerzos a frenar el hambre, y del hecho de que no tengan en cuenta los datos, cabe inferir que la pandemia es un enorme engaño con el que se pretende que siete mil millones de seres humanos pasemos a ser clientes cautivos de la industria farmacéutica. Un gran negocio que, como se puede constatar, merece mucha más atención, por parte de nuestros gobernantes que los cientos de niños que han muerto mientras yo escribía esto.

1 Comentario

  1. Si los políticos estuviesen interesados en salvar vidas, no habrían inventado el cuento de la pandemia, no habrían abandonado a todos esos ancianos que abandonaron en las residencias, para que se muriesen como perros, no gastarían el dinero público en promocionar el miedo, no paralizarían la economía para arruinar a las familias, y no hablarían de sus nuevas subnormalidades como si fuesen normales…
    No les interesan las vidas ajenas, pues no se han encaramado al poder para velar por la salud de nadie, están aquí, aferrados al sillón de los privilegios, como garrapatas a los huevos de un perro, para llenar sus bolsillos a costa de los nuestros, para servirse, no para servir, para derrochar lo ajeno, para contentar a sus amos…
    Ahora les toca publicitar las vacunas, las nuevas olas, las nuevas cepas, y habrán vacunas, olas, cepas y engaños mientras duren en el poder… Los políticos que nos desgobiernan han hecho de la política el negocio de sus vidas, un modo de enriquecerse a lo grande, inmunes ante sus propias leyes, sin tener que rendir cuentas a nadie, ni de lo que tienen ni de lo que roban…

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