Ignacio Aguado, el ex vicepresidente de la Comunidad de Madrid, forma parte de ese gran elenco de políticos inútiles que no tienen ni una neurona sana y que basan su vida pública en medrar, hacer la pelota y traicionar, puesto que no sirven para nada más.
A este sujeto se le ha visto el plumero desde hace mucho tiempo ya que es incapaz de disimular, no solo sus más que evidentes incapacidades, también su falsedad y una buena dosis de complejos que parecen afectarle en su ambición política más de lo que debiera. Pero Aguado tiene un problema mucho más grave: Que se cree que está rodeado de imbéciles, empezando por los madrileños, y no solo eso, cree encima ser más listo que nadie, cuando se le ve venir a kilómetros.
Y eso mismo ha debido estar pensando de Isabel Díaz Ayuso, que era imbécil. Y como tenía esa idea muy incrustada en la poca cabeza que tiene, pensaba que le iba a resultar sencillo clavarle el puñal por la espalda, justo después que todos nos enteráramos de la moción de censura que se había anunciado en Murcia. Aguado pensaba que, a pesar de esa moción, Ayuso se iba a quedar tan tranquila esperando a que le llegara a ella también la estocada.
Y la cosa ha sido tan evidente que, después de que la Presidente anunciara la convocatoria de elecciones, los socialistas, con la connivencia de Aguado, no tardaron ni una hora en presentar su moción de censura. Es decir, llevaba tiempo estando preparada y guardada en un cajón a la espera de la estocada final.
Pero esto no es solo algo que pensemos nosotros, vean cómo retrata a Aguado el diputado de Ciudadanos en Madrid, Sergio Brabezo, en una carta abierta publicada en sus redes sociales con la que anuncia su marcha del partido. Aguado no sabe ni disimular lo amlo que es.
El tal Ignacio Aguado el día que deje la politica no le va a faltar gente esperandole para soltarle un más que merecido puñetazo en el rostro cosa que se tiene ganado a pulso. Este abogaducho con infulas es una muestra de la caterva de corruptos y criminales, trepas capaces de vender a su madre de la que por desgracia el pueblo Español padece, son enemigos del pueblo.