Grau

En días pasados, el señor Grau Morancho, colaborador habitual de este medio, publico un artículo titulado “Los abogados no somos el Defensor del Pueblo”. Por supuesto que no lo escribió pensando en mí, pero tras leerlo, me sentí en el centro de su diana. Es por ello, que hoy, con todo respeto, le voy a poner en el centro de la mía.

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Soy consumidor regular de los servicios del Defensor del Pueblo, por vivir en Sevilla, del andaluz. Curiosamente, y a pesar de tener bastantes amigos e incluso algún familiar, ejerciendo la abogacía, tras muchas experiencias con este órgano Institucional, solo puedo expresar reconocimiento de su buen hacer y, sobre todo, mucha gratitud.

Nunca he sido indiferente ante la injusticia, de hecho, ya de pequeño y sin saber muy bien porque, dentro de la familia, me apodaron con un calificativo en ese sentido. De haber podido estudiar, siempre tuve claro que sería Derecho. Ya de más mayor, son muchas las veces que me han calificado de “iluso” muy entendible, teniendo en cuenta cómo funciona la sociedad y por creer que la gente estudiaba Derecho buscando justicia, de la misma manera que creí que quien estudiaba filosofía, lo hacía buscando otro sentido a nuestra existencia y no, como una manera más de ganarse la vida, dando clases. Tras haber sido protagonista en muchos sectores de marcada incidencia social, y haber visto aún más de cerca el daño que la falta de justicia hace a las personas y especialmente a los más indefensos, ese sentido, se me ha agudizado.

El abuso contra los más débiles e ignorantes, ya desde la propia administración pública, ya desde los más poderosos, es un hábito en España y desde que tenemos conocimiento de su historia. El Quijote, fue escrito por Cervantes, cobrador de impuestos, a primeros del siglo XVII. La discriminación entre distintos colectivos pot la capacidad para ejercer presión y no, en base al beneficio social, es otra de las característica de nuestro funcionamiento.

Desconocía que en España hubiera ciento cincuenta mil abogados y me sorprende, no saben hasta cuanto, que ni uno solo, dedique un rato de forma altruista, solo por la búsqueda de la justicia, a esos abusos que en España de forma generalizada y abundantemente se dan. Pero claro, si el Fiscal general actuara, de que iban a comer los ciento cincuenta mil abogados, o si las leyes que elaboran nuestros políticos fueran justas, las multinacionales y en general los poderosos no podrían abusar, como lo hacen, del pueblo. Precisamente, Sr. Grau Morancho, por esta situación provocada, se hace necesaria la existencia del Defensor del Pueblo.

Los abogados, viven en buena parte, de estas deficiencias legales que, además, aprovechan en grado de excelencia. Optimizan al máximo la “condena en costas” de hecho, muchos desde que inician las demandas lo hacen con ese fin, cuando no amenazan con otras que no tendrían recorrido. Es un golpe bajo, hacer partícipe a los procuradores en su coartada, por otro lado, una labor que ya hoy es casi innecesaria.  Pero también en esto, su colectivo mira hacia otro lado; un gravamen innecesario, más acentuado en los más indefensos, y que ya en muchos casos, se hace a través del correo electrónico. Desgraciadamente no es el único colectivo que ha perdido la razón de existir.

Sr. Morancho, no creo que sea tan descabellado, iniciar una demanda sin financiación adelantada. Tampoco creo necesario ser católico, ni siquiera religioso para ser una persona justa. No voy a exhortarle con afirmaciones famosas de ilustres personajes de reconocida ansia y acentuado sentido de la justicia de épocas anteriores. Tampoco voy a quitarle la razón, en que sus obligaciones fundamentales en esta vida son atender a su familia y realizar dignamente la profesión que ejerce. Pero si le recordaré, que cada vez que usted permite o se inhibe ante una injusticia, usted está poniendo una piedrecita en el camino, si no en el de su hijo, seguro que en el de sus nietos. Y punto.

Por último Sr. Grau Morancho, no pregunte a sus colegas, los beneficiados de esta afrenta contra la justicia social, a los propios actores y beneficiados económicamente de la misma, dado el nivel de inmundicia existente en el colectivo, no creo que ninguno le contradijera. Sinceramente señor Grau Morancho, creo que no tiene usted razón por muy digno que a usted le resulte, querer tener, el mejor nivel de vida a este precio.

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Faustino
Terminadas mi obligaciones genéticas; lo de cultivar los árboles, garantizar la continuidad de la especie y escribir un libro, me dedico a darle voz a todo lo que me descuadra en mí de rededor, muy especialmente la falta de justicia en su más alto concepto. Cuando no lo hago, escucho la voz de mi padre que me recuerda que "nunca se ha escrito nada de ningún cobarde". como apenas puedo dar voz, escribo pequeños textos para intentar suplir "mi afonía" y además me esfuerzo intentando que lleguen a la gente. Tengo infinidad de escritos publicados en "círculos menores" He sido pregonero de la Semana Santa de mi ciudad, Tomares. He publicado la novela; Costalero de Sevilla, Mi blog personal es Incorrectamente Político, encabezado por una foto de George Orwell y su más célebre frase: Periodismo es publicar aquello que alguien no quiere que publiques, todo lo demás son relaciones públicas.

2 Comentarios

  1. De alguna manera tengo los mismos sentimientos de Faustino de cara a la injusticia, sin embargo no estoy tan de acuerdo en el tema de los abogados. Abogados hay de todo y, del mismo modo que en toda sociedad, los hay, y mucho, muy mediocres e incluso ineptos o estafadores, los hay correctos sin más y los más escasamente brillantes. Con respecto a sus honorarios, es normal que cobren, al margen de los gastos propios generados por el proceso, pues que, como todo hijo de vecino, tienen que llegar a fin de mes. Decir, que existen buenos abogados que además son muy buenas personas. Tratando de no dar nombres, solo diré que los hay que de alguna manera se implican en el asunto del cliente. Ahora mismo, con el tema que nos afecta a todos –pues nos va, además de la libertad, la propia vida (la de todos o casi todos)- tenemos por ejemplo a JOSÉ ORTEGA ORTEGA realizando de forma altruista diversas denuncias con el tema del puto bozal, el de libertad de movimientos y el puto experimento genético genocida. Hay más buenos abogados, ciertamente son muy puntuales, pero son existentes y, sin olvidar, que se están enfrentando contra personas, instituciones públicas y privadas muy poderosas que pueden ocasionarle perjuicios personales (incluido los físicos –recordar los que están ayudando en el EXPEDIENTE ROYUELA-) como en otros gremios como los médicos, científicos,… Sí somos tan exigentes con el altruismo de los demás, empecemos por nosotros mismos tratando de hacer una asociación o un fondo de financiación para cubrir dichos gastos y soltando de nuestro bolsillo y/o con nuestra ayuda personal.

  2. Si hay una profesion desagradecida, denostada y, a veces, hasta mal pagada es el ejercicio de la abogacia. Cada caso, cada situacion supone muchas horas de estudio y dedicacion. El abogado se lleva todas las bofetadas . Si gana un pleito cobra y si lo pierde no. La justicia gratuita esta mal pagada y de los ultimos en cobrar. Esta carta , con todos mis respetos, esta escrita por una persona que desconoce el funcionamiento de justicia y es una pena que se haya publicado. No se merece publicidad alguna

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