Iglesias se marcha por la puerta de atrás

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He leído todo el programa de Podemos y en él he observado con total claridad que el mensaje no se sustenta para nada en los tiempos que vivimos, por muchas vueltas que le he dado a este panfleto solamente he visto que es un paradigma de un exaltado visionario anclado en tiempos pretéritos y muy difíciles y peligrosos por desarrollar. Algunos aspectos de su programa no son ni más ni menos que un puro engaño para exaltados y extremistas; he aquí algunas de las promesas de esta nueva corporación. Fin de las políticas antiterroristas, aborto libre, despenalizar la ocupación de pisos vacíos de bancos, rechazo a la OTAN, sueldo a todo ciudadano, descapitalización del país por parte de las grandes empresas y el derecho de autodeterminación de los distintos pueblos de Europa, así mismo facultando la intervención de los trabajadores en los consejos de administración de las empresas y, por lo tanto, en la gestión de las misma, etcétera.

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Este tertuliano exaltado ha sabido escoger una clientela fácil de manejar y sedienta de protagonismo, irrumpiendo en el ámbito nacional solamente en cinco meses. A Pablo Iglesias, el tertuliano se le avivan los ojos hablando y elogiando a ETA. La fundación para la que trabaja Pablo Iglesias premió a un etarra con un viaje de estudios a Venezuela, etcétera. Algo se ha hecho mal por parte de los dos principales partidos para que esta y otras formaciones políticas hayan obtenido unos votos que habrán valorado con sorprendente frialdad. (Escrito por el que firma este comentario el día 19 del 6 del 2014 en ABC).

Mirando la vista atrás, ve uno que, este tramposo y fullero de la política-me refiero a Iglesias- llegaba al congreso de los diputados un 14 de enero del año 2016.los nuevos inquilinos del congreso había algunos que destacaban de los otros, donde el tal Pablo Iglesias llevaba una mochila raída por el tiempo, una coleta de grandes dimensiones y algunos de estos antisistema llevaban unas rastas engomadas. Fue una visión nueva, pero estrafalaria por su indumentaria.

Nadia Calviño ha afirmado que le sorprendió la marcha de Pablo Iglesias, diciendo que le cuesta pensar que “alguien no tenga ganas de afrontar esto”. No sé a que se refería, pero por lo que ha hecho, no ha hecho nada. Solamente incordiar a diestro y siniestro. En contrasentido otra ministra del gobierno comunista social de Sánchez, Yolanda Díaz, lloraba a carrillo abierto, con una pena desgarradora, donde a pesar de la mascarilla se le revelaba el dolor de esta pérdida tan profunda del jefe de Podemos y vicepresidente segundo y ministro de Derechos Sociales y Agenda 2030 de este desigual gobierno, en dónde Iglesias se marcha por la puerta de atrás.

Veo normal que una ministra llore por el abandono de su compañero ministro y vicepresidente, dejando en lo más alto tanto su ministro como la vicepresidencia. Esta ministra seguro que lloraría por no saber y por el bien de España, si hubiera alguien que lo hiciera mejor que Pablo Iglesias.

El miedo a lo desconocido es un cúmulo de una sensación brusca y áspera, provocada por un eminente y amenazador peligro que, todos los humanos, unos más que otros, les tenemos una aversión enorme y cuando vemos el peligro nos retiene en nuestros sentidos todas estas sensaciones, las cuales son muy difíciles de pronosticar. El hombre de la coleta, ahora del moño o la moña, el hombre que se marcha por la puerta da atrás, es como el caballo del apocalipsis, unos días nos deja si aliento, como en este caso y otro día no sabemos lo que hará. O, mejor dicho: “El hombre malo puede decantarse a veces el lado de la razón; pero le cuesta casi imposible no hacer cuanto conviene para inclinarse a la maldad”. (Arturo Graf).