Muchos de ustedes, suponemos que la mayoría, conocerán el famoso intento de pucherazo protagonizado por Pedro Sánchez en una votación del Comité Federal del PSOE. El hecho se produjo en octubre de 2016, se tenía que realizar una votación en esa reunión para respaldar a Pedro Sánchez como Secretario General del PSOE y los partidarios de Sánchez trataban de reventar ese comité para que Sánchez continuara en su cargo.

En un momento dado, el famoso César Luena organizó una chapuza para la que contó con la colaboración de Pachi López y Rodolfo Ares: manipular las papeletas de las urnas a escondidas.

Durante todo el día discusiones y más discusiones para alcanzar un acuerdo, broncas de las gordas. Y al final de la jornada, Sánchez va detrás de un biombo y vota. Fue el primero en hacerlo. Tras él empiezan a desfilar sus partidarios. Viendo quién se levantaba, muchos delegados pensaron que “los partidarios de Pedro tiran la toalla, se van del Comité”, comenta uno de los asistentes. Tardaron unos minutos en darse cuenta de su error. Eva Matarín, la madrileña dimitida de la ejecutiva de Sánchez, lo da a conocer a través de un tuit. Utiliza dos palabras que a la postre fueron claves: fraude y pucherazo. La imagen del pucherazo era una urna camuflada tras un biombo, fuera de foco para que nadie garantizase las mínimas garantías democráticas. Una votación a la fuerza. Un miembro del Comité Federal que abandonó la reunión “asqueado”, según sus palabras, lo cataloga de “golpe de mano sin atender las mínimas normas democráticas”.

Aquí empezó todo. Empezó el final de Pedro Sánchez. Ante el escándalo, tres personas tomaron la palabra, además de Susana Díaz. Hasta ese momento, defendían los planteamientos de Sánchez en favor de congreso y de primarias pero que se “sentían engañados, vieron que habían caído en las redes de un relato falso que ensalzaba la democracia, a los militantes, y que era una patraña. No quisieron ser cómplices de una chapuza”, apunta un asistente al Comité. José Antonio Pérez Tapias, líder de Izquierda Socialista, José Borrell, miembro del gobierno en la sombra de Pedro Sánchez y Antonio Hernando tomaron la palabra. Pérez Tapias abandonó el Comité despotricando de las maneras. Borrell intervino en el plenario y fue demoledor “esto no es un proceso legítimo”. La puntilla la dio Antonio Hernando. Su mano derecha y portavoz del Grupo Parlamentario, pidió “voto por llamamiento” a los miembros del Comité Federal. Hernando, fiel a Sánchez hasta el final, puso sensatez y reivindicó la democracia como médula espinal del PSOE.

Tras estas palabras, Sánchez se derrumbó. Intentó pactar con Díaz una votación para elegir una gestora y fijar las fechas del Congreso. Se sabía perdido. Parte de los suyos lo abandonaron porque no se reconocían en “las chapuzas de Luena. El verdugo de Sánchez es el propio César Luena”, afirma un miembro del Comité. La ruptura del bloque de Sánchez fue el detonante. Perdió en ese momento, aunque la votación final no se había hecho. Los abandonos se sucedían. La diputada madrileña Ángeles Álvarez estampó su firma a favor de la moción de censura y el eurodiputado Juan Fernando López Aguilar votó a favor de nombrar una Comisión Gestora. Otros miembros del Comité Federal, en su gran mayoría cercanos a Sánchez, abandonan Ferraz. No querían ser peones de una “fantochada”.

Ese fue el motivo por el que Pedro Sánchez tuvo que dejar de ser Secretario General del PSOE. Ahora, no solo ha recuperado su puesto en el partido, ha conseguido ser Presidente del Gobierno y los escándalos se suceden en cada una de las convocatorias electorales que se han producido a lo largo de su presidencia. De hecho, hay ya mucha gente que no cree que en España exista la limpieza electoral. Una prueba de esa desconfianza es nuestra última encuesta en la que preguntábamos por si se creía que podía haber peligro de intento de pucherazo por parte de la izquierda en las elecciones autonómicas, los resultados de esa encuesta son muy reveladores. Con Sánchez en el poder puede pasar de todo y nada bueno.

 

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